Los líderes ortodoxo y musulmán de Kazajistán apoyan al presidente y piden «unidad»
Los disturbios en el país de Asia Central por la subida del precio de los carburantes se han saldado con 44 muertos, mientras aterrizan las tropas rusas
Los principales líderes religiosos de Kazajistán han llamado a la población a la calma y han apoyado al presidente Kassym-Jomart Tokayev en medio de la crisis desencadenada en el país en los últimos días por la subida del precio del gas licuado de petróleo. Los disturbios se saldan de momento con 26 manifestantes y 18 policías muertos (según el propio Gobierno), junto con 3.000 detenidos y 748 agentes heridos. El miércoles dimitió el Gobierno y se declaró el estado de emergencia. Este viernes, han comenzado a llegar tropas de países aliados, encabezados por Rusia.
El metropolita Alexander, cabeza en el país de la Iglesia ortodoxa rusa (que congrega a la mayoría del 26,2 % de cristianos), ha exhortado a la población a dejar de alimentar conflictos que ponen en peligro la estabilidad política y económica. Mostrando su apoyo al presidente, subrayó que la crisis podría llevar a la pérdida de su soberanía y de valores morales, espirituales y culturales centenarios.
Según recoge la web kazaja Inform, también el muftí supremo del país, Bauryzbai Kazhy, que está al frente del 70,2 % de musulmanes, se expresó en términos parecidos. Apuntó que es deber de cada kazajo preservar la independencia del país. Es imposible vivir sin paz, por lo que pidió a Alá que conceda a los kazajos «unidad y solidaridad».
Petróleo para empresas extranjeras
Las protestas se desataron el pasado 2 de enero tras el alza del precio del gas licuado. El principal combustible automotriz del país ha duplicado su precio de los 60 tenge por litro a los 120 (0,12-0,24 euros), explica EFE. «Paralelamente, la inflación ha alcanzado picos muy elevados. Todo esto ha llevado a la clase media a protestar violentamente: son los que se sienten más afectados, dado que los pobres no tienen coche», explicaba a la agencia Fides Edoardo Canetta, misionero en Kazajstán durante 20 años, cinco de los cuales como vicario general de Asia Central, y ahora profesor en la Academia Ambrosiana de Milán.
«La gente no puede entender por qué un país que flota sobre gas y petróleo tiene que pagar cantidades tan altas para conseguir suministros». De hecho, Kazajistán produce más del doble del gas necesario para satisfacer su demanda interna. Pero cuando cayó la URSS quedó sumido en la «pobreza absoluta». Entonces firmó contratos aún vigentes con grandes empresas petroleras, que aportaron «inversiones, tecnología, investigación y recursos humanos» y a cambio se benefician de la extracción del oro negro. «Solo un porcentaje muy bajo de las ganancias va al país».
El principal productor de combustible del país es Tengizchevroil, empresa en la que Chevron tiene una participación del 50 %, ExxonMobil del 25 %, la rusa Lukoil del 5 %, y la kazaja Kazmunaygaz del 20 %. Pero el gas para el mercado interno es suministrado por productores menores. Durante el 2021, el país sufrió un desabastecimiento por la caída del suministro. Por ello, el exmisionero ve posible que «se eche la culpa a los extranjeros y se pueda emprender una campaña nacionalista, especialmente contra los occidentales».
Deseo de renovación
A esta indignación, prosigue EFE, se ha sumado el deseo de acabar con la corrupción generalizada y el nepotismo, típico de las élites kazajas (y centroasiáticas), y nombrar un Gobierno que trabaje para el pueblo construyendo nuevas fábricas y luchando contra el desempleo. La ausencia de una oposición real (el partido gobernante, Nur Otan, revalidó su liderazgo el año pasado con un 71 % de los votos) que canalice el descontento ha podido influir en la violencia del estallido.
En las calles y plazas, muchas pancartas y carteles sintetizan la ira popular en el lema «Starik, ¡ukhodi!» (¡Viejo, vete!) dirigido al expresidente Nursultán Ábishulý Nazarbayev. A pesar de haber renunciado a los cargos oficiales en 2019, los manifestantes lo acusan de seguir siendo el líder en la sombra. Prueba de ello es que seguía al frente del Consejo de Seguridad, cuyo control ahora ha asumido el presidente Tokayev.
Uno de los focos de los disturbios es Almaty, la capital económica, donde es obispo el español José Luis Mumbiela. Alfa y Omega no ha podido contactar con él dadas las restricciones en el acceso a Internet impuestas por el Gobierno.
Disparar a matar
Este viernes, nueve aviones rusos de transporte militar aterrizaron precisamente en el aeropuerto de Almaty, que estuvo varias horas ocupado por los manifestantes el miércoles. Son parte de los 75 que ha enviado Rusia dentro del «contingente de paz» puesto en marcha rápidamente por la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva a petición del Gobierno kazajo.
Esta entidad, formada en 1992 por Rusia, Armenia, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, no se movilizó en 2020 por el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por la región de Nagorno-Karabaj, al no considerarlo una agresión contra territorio armenio. Pero se prevé que a Kazajistán se envíen en los próximos días 3.800 efectivos.
También este viernes, el presidente Tokayev ha afirmado durante un discurso a la nación que ha dado la orden expresa de «disparar a matar» sin previo aviso. Ha calificado a los manifestantes de «bandidos armados y preparados, tanto locales como extranjeros». Por ello, ha calificado de «tontería» las peticiones de diálogo que llegan desde el extranjero.