Taizé celebra su Encuentro Europeo online, pero habrá cita en Turín en verano
El mensaje para 2022 del hermano Alois, el prior de la comunidad ecuménica, ofrece seis propuestas para ser «artesanos de unidad»
Por segundo año consecutivo, la pandemia de COVID-19 ha obligado a la comunidad ecuménica de Taizé a vivir su Encuentro Europeo de fin de año a distancia. A cambió, la cita para pasar unos días juntos en Turín, al norte de Italia, se ha pospuesto a los días del 7 al 10 de julio.
Durante esos días de verano, explicaban desde la comunidad, «los participantes serán acogidos por las familias y parroquias de la región y se reunirán para la oración, tiempo para compartir y talleres temáticos». También podrán visitar el la Sábana Santa. Los jóvenes que lo deseen pueden detenerse unos días en Taizé de camino a Turín o, después del encuentro, de regreso.
Mientras tanto, la primera parte de este doble encuentro este martes con la transmisión de la oración de la tarde desde la iglesia de la comunidad, en la región francesa de Borgoña. Y continúa el miércoles y el jueves desde Turín, con la presencia de algunos hermanos de la comunidad y de jóvenes de las comunidades cristianas locales.
Artesanos de unidad
El programa del miércoles, el jueves y el viernes comienza por la mañana con la introducción bíblica, y termina con la oración de la tarde, a las 20:30 horas. Además, el jueves se retransmitirá también la oración de mediodía a las 12:30 horas, y dos talleres temáticos: Fui extranjero y me acogiste, a las 15:15, y Actuar juntos para cuidar nuestra casa común. El viernes, último día del año, el hermano Alois, prior de la comunidad, presidirá una vigilia de oración por la paz a las 23:00 horas.
En estos días, como es habitual, se ha hecho público el mensaje del sucesor del hermano Roger para el año 2020, con el título Llegar a ser artesanos de unidad. El texto empieza reconociendo que vivimos en un tiempo contradictorio. «Por un lado, la humanidad toma conciencia cada vez más claramente de que está interconectada y ligada a toda la creación».
Al mismo tiempo, «las polarizaciones se agravan a nivel social, político y ético, y provocan nuevas fracturas en las sociedades», a las que los cristianos «no son inmunes». A esto se añade «una enorme pérdida de confianza en las comunidades cristianas» en muchos países, a causa de los abusos sexuales y espirituales.
Seis propuestas
En este contexto, «la Iglesia está llamada a ser un lugar de amistad para todos». Eso exige una «conversión radical, por fidelidad al mensaje de Evangelio. Cristo, por amor hasta el don de sí mismo, ha abierto una nueva fuente de donde podemos sacar las fuerzas para elegir una vida de fraternidad, promover la dignidad de cada ser humano, cuidar de la creación».
A continuación, el hermano Alois ofrece seis propuestas con la intención de que sirvan para preguntarse «qué papel podemos desempeñar para hacer crecer la unidad en la familia humana y con toda la creación, con los cercanos, en nuestras iglesias y comunidades y hasta en nuestros propios corazones». La primera consiste en cuidarse mutuamente, abriéndose también «a aquellos que vienen de horizontes diferentes» e incluso a aquellos «a los que espontáneamente no nos acercaríamos». Al hacerlo, nos sorprenderá «recibir de ellos lo que jamás hubiéramos imaginado», acompañado de una gran alegría.
La segunda propuesta es «privilegiar el diálogo» creando «lazos de confianza», escuchando y evitando la violencia incluso verbal, que tanto abunda en el debate público y las redes sociales. «No se trata de decirle al otro que compartimos su opinión, sino más bien hacer todo lo posible por continuar una conversación con los que piensan de modo diferente», rechazando las etiquetas y los prejuicios.
Fraternidad y unidad, también interior
A continuación, el hermano Alois invita a «rechazar las desigualdades sociales» para promover la «fraternidad entre todos». Algunas polarizaciones, explica, «tienen su origen en la exclusión sufrida» por muchas personas y el resentimiento que crea. «Practicar la fraternidad comienza en nuestra puerta», y lleva a que «nuestros corazones se ensanchen y se hagan más humanos». Viene después la «solidaridad con toda la creación», pues para los creyentes «nuestro maravilloso planeta es un don que Dios nos confía y que debemos transmitir a la siguiente generación».
Dentro del carisma de la comunidad, no podía faltar una exhortación a tener «pasión por la unidad de los cristianos», una «contribución prioritaria a la fraternidad». «Las diferencias que perduran deben tomarse en serio y las investigaciones teológicas son indispensables», subraya el prior. Sin embargo, «el diálogo por sí mismo no conduce a la unidad visible». Para ello es necesario reunirse más a menudo, en torno a la oración centrada en la Palabra de Dios.
Por último, se propone «dejar que Dios unifique nuestros corazones», condición indispensable para hacer crecer la unidad. Aquí, Alois invita a «seleccionar nuestros deseos, aceptar que no podemos vivirlo todo», discerniendo entre las oportunidades que se abren ante nosotros. El camino es «volver nuestra mirada a Cristo Jesús, aprender a conocerle más, confiarle nuestras alegrías y nuestras penas».