Nucha querida, los pazos serán tu celda, tu clausura y tu tumba. El deshumanizado Pedro Moscoso, marqués de Ulloa, en la Galicia rural escondida del siglo XIX, eligió a la recatada, a la tímida, pero risueña prima y señorita de ciudad. Quería olvidarse de su obsesión por Sabela, su criada, la hija del patrón despiadado que tenía controlados a los trabajadores y al propio marqués. Quería un heredero varón. Pobre Manuela que nació mujer. Género que no merecía amor de padre, que la abocó al abandono y a la pobreza.
La adaptación de Eduardo Galán, que dirige Helena Pimenta en el Teatro Fernán Gómez de Madrid, no deja espacio a la respiración. La angustia y el hastío de los intachables actores que representan a los protagonistas ahoga al espectador. Se corta el aliento en la sala y la humedad gallega cala los huesos. Pobre Nucha, tan inocente. Maldito Moscoso, sinvergüenza. Gracias, don Julián, por poner luz en medio de la tiniebla. Emilia Pardo Bazán, la feminista, la católica, a la que Madrid sigue rindiendo homenaje en el centenario de su muerte, no perdió la oportunidad de aprovechar su gran legado literario para dejar la huella de una Iglesia al servicio de la bondad. Ese pobre hombre solitario, hijo de sirvienta, medio enfermizo, llegó a los pazos de Ulloa a poner orden en las cuentas a petición del tío del marqués. A servir de capellán entre hijo ilegítimo, alcohol, escopetas y lujuria. Aunque con momentos de duda y mundanidad –humanidad, al fin y al cabo–, el sacerdote se empeña en recordar virtudes y señalar vicios. En enseñar a leer a Perucho. En recordar al marqués la importancia del matrimonio. En proteger a Nucha cuando llega al infierno.
Hasta el 7 de noviembre, esta imperdible obra de teatro recordará en la capital que era mejor no nacer mujer, sobre todo en el mundo rural. Que en los escondidos pazos gallegos ya hubo trabajadores, como el médico de la zona, que empezaron a rebelarse contra sus amos y el orden establecido. Que la diferencia de clases seguía siendo la piedra en el zapato en nuestro país. Que la Pardo Bazán fue una pionera en eso de mostrar, de forma cruda y real, las miserias del ser humano. Lo llamaron naturalismo literario.
Los actores Pere Ponce, Marcial Álvarez, Diana Palazón, Esther Isla, Francesc Galcerán y David Huertas recrean una obra de arte.
★★★★★
Plaza de Colón, 4
Colón, Serrano
Hasta el 7 de noviembre