Tras 122 años, las Hijas de la Caridad ceden La Milagrosa de Cuenca a la Fundación Edelvives
El colegio abrió sus puertas en 1899 para luchar contra el analfabetismo, principalmente entre las niñas. «Las religiosas han sido para nosotros como madres, amigas, hermanas y maestras», explica la exdirectora Adela Muñoz
En 1877 las hijas de la Caridad recalaron en el único hospital que había entonces en la provincia de Cuenca, el Hospital Santiago. Allí se dedicaron a atender a los enfermos y a cuantos acudían buscando remedio a sus necesidades.
Pero en una época en la que el analfabetismo estaba a la orden del día, principalmente entre las mujeres –solo el 20 % de las niñas sabían leer y escribir–, la atención sociosanitaria no fue el único cometido de las religiosas. Las hijas de san Vicente de Paúl se rebelaron contra la costumbre de no llevar a las chicas a la escuela.
De esta forma, en 1899 crearon una escuela. Esta se ubicó en los terrenos del hospital, en unos locales cedidos por la Orden Militar de Santiago, que era dueña de todo el complejo. El colegio comenzó llamándose Escuelas de San Vicente de Paúl y ha llegado hasta nuestros días, aunque rebautizado con el nombre de Colegio La Milagrosa.
122 años de historia en los que ha pasado de todo, incluida una afluencia tan gran de alumnos que las monjas se vieron obligadas a incorporar al centro en 1972 maestras seglares –identificadas con el espíritu vicenciano– que las ayudasen. Una historia que ha acabado hace un mes cuando las hijas de la Caridad han cedido la titularidad del colegio a la Fundación Edelvives, encargada de gestionar el centro desde el curso 2021/2022.
Momento duro
Adela Muñoz, que afronta su año número 40 como miembro del claustro del Colegio La Milagrosa y que incluso fue directora del centro entre 2006 y 2015, tilda la salida de las religiosas como «un momento duro», del «que todavía no somos muy conscientes» y que nos ha dejado a todos «un poco en estado de shock».
Hay que tener en cuenta de que «las hijas de la Caridad llevan aquí mucho tiempo, 122 años de presencia en Cuenca al servicio de la educación, y el agradecimiento es muy grande», asegura Muñoz. Tanto que recientemente la comunidad educativa de La Milagrosa les quiso rendir homenaje y organizó un acto. «Estuvieron los profesores, antiguos alumnos, familias… todos juntos para darles las gracias. Las religiosas han sido para nosotros como madres, amigas, hermanas y maestras».
En el acto también participó Antonio Alegre, presidente de la Fundación Edelvives, quien destacó la coincidencia de valores cristianos del Evangelio entre ambas instituciones y la convicción de que la educación no es tal si no transforma, para mejor, la sociedad.
Cercanía y familiaridad
Adela fue una de las primeras seglares que se incorporó al centro. De hecho, cuando entró a formar parte de La Milagrosa, las religiosas tenían una gran presencia en el colegio y «solo éramos cuatro seglares en las aulas». Pero el invierno vocacional que están sufriendo las congregaciones religiosas en España fueron poco a poco dando la vuelta a la situación hasta el punto de que la falta de religiosas ha terminado provocando la salida de las hijas de san Vicente de Paúl. «Hace dos años también tuvieron que salir del Hospital de Santiago, que ahora es un asilo».
Ahora a Muñoz solo queda vivir de los recuerdos, y en ellos aparece nítida «la figura de las hermanas y su cercanía». Ellas «han transmitido un estilo de mucha familiaridad. De hecho, el colegio destaca en Cuenca por eso y nos ha marcado de tal forma a los profes que ahora seguimos así, a pesar de que ya no están ellas», concluye.