Una obra sobre la vista, la tierra y el amor, o la falta de cualquiera de las tres cosas: nunca una descripción tan escueta había definido tan bien una obra de teatro, Los ojos. Son cuatro personajes y un escenario lleno de barro, de la tierra que no pertenece a nadie o pertenece a todos, «depende de si hay alguien allí que te quiera», como dice el personaje de Natalia, una madre emigrante que llegó desde Argentina a España, se enamoró y le rompieron literalmente el corazón. «Vivir es ir muriendo poco a poco», dice en un magistral monólogo aferrada a una botella de alcohol, tras refugiarse, para olvidar, en un pequeño pueblo de España con su hija Nela, una chiquita fea que enamora a Pablo, un joven natural del lugar, ciego de nacimiento, pero que ve a Nela. Ve su corazón. Toca su cara, y la reconoce. Hasta que aparece una doctora que cura a Pablo de la ceguera física, lo que le provoca la ceguera del alma. El director argentino Pablo Messiez, inspirado en Marianela, de Pérez Galdós, para escribir el texto, refleja el drama de ver sin ver, o si lo queremos al revés, de no ver cuando uno tiene vista. Una original obra de teatro que se podrá disfrutar en Madrid, hasta el 18 de diciembre, en el Teatro Fernán Gómez.