«¡Me hubiese encantado ser católico por un día!»
Chemi Shalev es un periodista israelí que trabaja para la revista Haaretz de Nueva York. Se declara «estrictamente irreligioso», pero la visita del Papa Francisco a Nueva York ha supuesto una experiencia por la que ha deseado «ser católico por un día»
«Si fuese católico, al menos durante un día, podría referirme al Papa Francisco como «mi Papa». Le podría llamar mi jefe, mi modelo a seguir, mi inspiración. Podría mirar a la gente con bondad y decirles: éste es el tipo de pastor espiritual que hemos producido nosotros los católicos, y ¿qué tenéis para ofrecer vosotros? Y muriéndose de envidia, murmurarían al pasar yo: «ahí va un católico»». Es lo que ha escrito Chemi Shalev en el blog de la revista israleita Haaretz sobre la visita del Papa a Estados Unidos. Tan impactado ha quedado que, con humor pero sin dejar se ser cierto lo que cuenta asegura que, siendo «estrictamente irreligioso, no estaría mal ser judío pero por una vez estaría aun mejor ser católico». Esto no se lo estropearía ni el recuerdo de «dos milenios de persecuciones, ejecuciones, matanzas y pogromos, e incluso sabiendo lo de la pedofilia y la pederastia».
«Los envidiaba por su alegría»
Para Shalev, la visita de Franciso ha sido «un subidón para los católicos como el que no habían tenido desde hace años, tal vez siglos». El periodista recuerda haber pasado por delante de varias iglesias en Nueva York, mientras el Papa celebraba la Misa en la Catedral neoyorquina de San Patricio. Iglesias que estarían normalmente vacías entre semana, pero donde había multitudes delante de ellas que conversaban con entusiasmo y luego entraban a rezar. «Los envidiaba increíblemente por su alegría, por su entusiasmo y por su renovada confianza en sí mismos».
«Este obispo especial de Roma no es nada menos que el maestro de los milagros modernos. En apenas unos días este prelado de casi ochenta años, cuyo inglés es (y espero que me perdone) casi incomprensible, ha conquistado a Washington, ha neutralizado a Nueva York y ha aplastado a Filadelfia», prosigue en su blog. «A los políticos fanfarrones los ha convertido en «groupies» fanáticos, a los periodistas amargados en animadores/as balbuceantes y a los ricos y famosos, los altos y poderosos en fans entusiasmados, anhelando un saludo o una mirada de él».