Dos sacerdotes españoles y tres mártires más del ébola, venerables
El Papa ha reconocido las virtudes heroicas del padre Cosme Muñoz, fundador de las Hijas del Patrocinio de María en Córdoba, y del célebre cura Valera de Almería
Dos sacerdotes españoles muy queridos en su tierra están un paso más cerca de los altares. Se trata de Cosme Muñoz Pérez, soriano de nacimiento y cordobés de adopción, y Salvador Valera Parra, cariñosamente conocido en Almería como el cura Valera. El Papa Francisco autorizó el miércoles el reconocimiento de las virtudes heroicas de ambos, junto con los de tres hermanas de los Pobres, mártires del ébola en República Democrática del Congo y compañeras de las tres reconocidas como venerables hace pocas semanas.
Cosme Muñoz Pérez (1573-1636), fundador de las Hijas del Patrocinio de María y uno de los pioneros en la promoción de la educación de las niñas en España, fue militar antes que sacerdote. Desde los 16 años fue soldado en las Galeras, hasta que por problemas de salud tuvo que dejar su puesto. Cuando a causa de una grave enfermedad estuvo a punto de morir, se curó tras pedírselo a la Virgen de la Victoria, patrona de Málaga. Entonces decidió vender todas sus posesiones, repartir el dinero entre los pobres y convertirse en sacerdote en Córdoba.
Pequeñas artesanas
En 1607, el obispo de Córdoba, fray Diego de Mardones, le encomendó hacerse cargo de la creación de un hogar para acoger y educar a niñas huérfanas, iniciado por Isabel de la Cruz. Eran tan pocas las instituciones de este tipo en la época, que para para poner en marcha el Colegio de Niñas Huérfanas de Nuestra Señora de la Piedad tuvo que investigar sobre centros similares de Santiago de Compostela y Toledo.
En el Colegio, las niñas aprendían a leer y escribir, matemáticas y música. También, con la edad, labores como la costura y el bordado, acompañadas del conocimiento necesario para comerciar con sus trabajos para poder sobrevivir. Recibían el 50 % de los ingresos y aprendían a gestionarlos, además de una dote de 200 ducados al dejar el centro.
Ejemplo para el obispo
Casi dos siglos después de la muerte de Muñoz Pérez, nació en Huércal-Overa Salvador Valera Parra. Ordenado sacerdote a los 23 años en la diócesis de Cartagena, su primer destino es Alhama de Murcia, donde vivió en un granero anejo a la parroquia. En 1851 pide ser destinado a su pueblo natal, donde durante 13 años se ganó el cariño de todos. Después, fue enviado en contra de su voluntad a la parroquia de Cartagena, la más grande de la diócesis.
Solo un año después, tuvo ocasión de seguir viviendo la entrega. Cuando una epidemia de cólera golpea la ciudad, se esforzó por atender a todos los moribundos y consolar a sus familias. El Ayuntamiento reconoció su labor y cuando, en 1868, el general Prim visitó la ciudad, recibió tantas buenas palabras sobre el sacerdote que pidió llevárselo a Madrid.
Pero el cura Valera solo quería volver a Huércal-Overa. Y lo consiguió a finales del mismo año. Allí pasó sus últimos 21 años. Y vivió las virtudes cristianas de tal manera, que su obispo en una ocasión llegó a dar a un grupo de sacerdotes recién ordenados, como única recomendación, «que os miréis en el espejo que tengo en Huercal-Overa, en el cura Salvador Valera Parra, en cuyo espejo se mira también vuestro obispo». A su muerte se recogieron muchos testimonios de su santidad, y también de hechos prodigiosos que supuestamente protagonizó. En su causa de canonización, abierta en 1991, cuentan ya con un posible milagro, ocurrido en 2014 en Providence (Estados Unidos).
Más mártires del ébola
En su audiencia del miércoles con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Papa Francisco ha reconocido también las virtudes heroicas de Annelvira Ossola, Vitarosa Zorza y Danielangela Sorti. Compañeras de Floralba, Clarangela y Dinarrosa, fallecieron de ébola, como ellas, entre el 11 y el 28 de mayo de 2015.
Han sido también declarados venerables Mercurio María Teresi (1742-1805), arzobispo de Monreale, en Italia; y el suizo Leone Veuthey (1896-1974), de la Orden de los Frailes Menores Conventuales.