Objetivo: relanzar la educación
La Academia Latinoamericana de Líderes Católicos y varias universidades han organizado un seminario que aborda el reto de devolver a la educación católica su lugar preeminente
El Pacto Educativo Global empieza a poner las primeras piedras de la alianza que aspira a remover los viejos cimientos de los sistemas pedagógicos para que sean más abiertos e inclusivos. La educación católica tiene mucho que decir en esta tarea titánica de devolver la enseñanza a su lugar preeminente, como abono social de la convivencia pacífica y la responsabilidad ciudadana. Y más aún, en dar respuestas concisas a la «catástrofe educativa» –en palabras del Papa Francisco– que ha precipitado la pandemia. Según Unicef, más de 463 millones de niños en todo el mundo interrumpieron su aprendizaje con el cerrojo de las escuelas. Muchos de ellos todavía no han recuperado el ritmo.
Pero más allá de las consecuencias que se han proyectado en las clases ante el riesgo de contagio de la COVID-19, hay otras causas culturales latentes que ya habían puesto en jaque a la comunidad educativa. «Estamos viviendo un cambio de época que se manifiesta en una cultura individualista, la del sálvese quien pueda, que acaba marginando la cultura de los cuidados», reflexiona la rectora de la Universidad Católica de La Plata, Rita Gajate. «La sociedad vive inmersa en el secularismo y relativismo. Todo esto hace urgente un nuevo lenguaje para volver a llenar de significado las palabras: ¿De qué hablamos cuando decimos educación?». Este es precisamente el uno de los ejes principales del Seminario Internacional de Educación Católica De la emergencia educativa al pacto educativo global –en el que participa Gajate– impulsado por la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos y varias universidades, que se realiza del 6 al 27 de marzo de forma virtual. La iniciativa cuenta con sólidos referentes en el campo de la educación católica como el arzobispo emérito de Milán, cardenal Angelo Scola; la presidenta de la Federación Internacional de Universidades Católicas, Isabel Capeloa; el sociólogo chileno Pedro Morandé, considerado uno de los más importantes intelectuales católicos vivos; Álvaro Rodríguez, ex superior mundial de los hermanos lasallistas y actual presidente de los religiosos en Costa Rica, o el sacerdote mexicano Mario Ángel Flores, miembro de la Comisión Teológica Internacional, entre otros.
Los nuevos paradigmas de aprendizaje en los jóvenes son otro de los ángulos que vertebrarán las intervenciones del seminario. En las clases universitarias se hace patente la necesidad de usar nuevos códigos para «acercarse a los jóvenes, desde sus inquietudes». Rita Gajate incide en que, si bien se habla mucho de «la indiferencia» juvenil e incluso de su «ostracismo», en ellos reside también la llama del «idealismo» y el «querer cambiar las cosas». Solo que para encenderlo es necesario dar con las claves adecuadas. «Hay que hacerlos protagonistas e ir a su encuentro», describe.
Ruptura generacional
En Occidente ganan seguidores los youtubers que tienden a la infantilización de su persona hablando al público desde sillas de neón y librerías llenas de muñecos. Una evidencia más de la ruptura generacional. «Antes eran importantes los proyectos a largo plazo, pero hoy los chicos viven muy pegados al día a día», reseña la rectora argentina. Un hedonismo extremo que, mezclado con esa falta de proyección, genera angustia y frustración. «Este caminar sin rumbo lleva parejo patologías psicológicas o incluso depresión», añade Gajate, que pone un ejemplo muy claro para ilustrar esta tendencia: «Un joven hoy se hace un tatuaje, pero es muy difícil que se comprometa para siempre en otros ámbitos».
La experta en universitarios tiene claro que hay ciertas temáticas que tocan más a los jóvenes como la ecología, la solidaridad o la globalización. «La clave está en saber enganchar bien al joven. Hacerlo protagonista, que se sienta útil, escuchado y amado», manifiesta.
Si hay algo en que se diferencia del resto la educación católica es el concepto de trascendencia. «Si Dios me ha dado unos talentos no es para encerrarlos o usarlos para mi beneficio, sino para ponerlos al servicio del bien común». Por eso, añade la rectora, «es importante poner al alumno en el centro; atender a sus necesidades y construir un ambiente propicio para extender su desarrollo integral. Así los empujaremos a un compromiso con un mundo mejor». La educación católica no es solo una clase de religión a puerta cerrada sino una institución que busca por encima de todo poner en el centro a la persona y dar respuesta a los desafíos económicos y sociales, como la creciente desigualdad, los movimientos migratorios o el cambio climático.
Cambio de formato
El formato didáctico ha cambiado con clases a distancia y pantallas que median entre las personas, pero el verdadero reto de la educación desde remoto es «lograr una conexión con los jóvenes» también desde el ámbito virtual. «Va a ser difícil coser de nuevo la fractura educativa. Nada va a ser como antes. Pero es cierto que, aunque la presencialidad es algo que anhelamos, la digitalización ha traído cosas positivas. Es una herramienta clave para acercar culturas y ofrecer el punto de internalización que tanto atrae a los jóvenes», apunta Gajate.
Para lograr todo esto, hay que invertir en políticas públicas y que los jóvenes que viven en familias más pobres y no cuentan con una buena conexión a internet no se queden atrás. «Hay que hace una notable inversión para cerrar las brechas sociales y no solo en tecnología, sino también en educación, y avanzar hacia una regulación inteligente de la economía digital», subraya la educadora argentina.
Durante las cuatro semanas que durará el seminario se buscará responder a preguntas fundamentales: ¿Cuáles son las causas de la catástrofe educativa en este cambio de época?, ¿cuáles son los nuevos retos hoy día? ¿cómo educar en una ecología integral y en una cultura de encuentro?, o ¿dónde están los intelectuales cristianos?