7 de junio, memoria de siete mártires cordobeses: La fuerza de la fe en una cristiandad debilitada
El 7 de junio la Iglesia celebra la memoria de los mártires de Córdoba Pedro, Walabonso, Sabiniano, Wistremundo, Habencio y Jeremías. Se expusieron al martirio para defender la libertad de los cristianos
Estos mártires mozárabes vivieron durante la primera mitad del siglo IX en Córdoba, ciudad convertida en emirato independiente y gobernada por Abderramán II. Forman parte de un grupo de cristianos cordobeses cuya historia fue recogida en la obra Memorial de los Santos por uno de los últimos martirizados, san Eulogio de Córdoba.
La primera mitad del siglo IX es una época de gran prosperidad económica, política y cultural para la Hispania árabe. La sede del emirato está en Córdoba, ciudad que recoge todo este esplendor. En cuanto a la situación de los cristianos que vivían en Córdoba tras la invasión musulmana, estaba definida por los pactos con los vencidos que los árabes ya habían practicado en Oriente. Se les sometía a gravosos impuestos, se les imponía una separación de las comunidades, quedando reservado para los árabes el centro de la ciudad; se prohibía el matrimonio entre un cristiano y una musulmana, hacer profesión pública de la fe católica, así como apostatar del Islam o proferir injurias contra dicha religión y su profeta, Mahoma.
La vida de la comunidad cristiana, ante la presión económica, política, y religiosa de una sociedad árabe en apogeo, se debilitaba progresivamente. La cultura latina que había pervivido en las escuelas parroquiales decaía, la fe se hacía tibia y se contaminaba con diversas herejías, el emir intervenía directamente en los nombramientos y concilios de la diócesis cordobesa.
En este contexto, tuvo lugar los que se conoce como la crisis de los martirios voluntarios, de la que fueron protagonistas, entre otros, los santos que se celebran el 7 de junio. Estos martirios tuvieron lugar entre los años 851 y 859.
Todo parece haber comenzado con la muerte del presbítero Perfecto, decapitado, según narra san Eulogio, por haber sido incitado a dar su opinión sobre el Islam de forma engañosa, con la intención de denunciarlo y llevarlo a la muerte. La ejecución injusta de un sacerdote hizo reaccionar a varios cristianos que desafiaron la falta de libertad que sufrían. Algunos de ellos vivían recluidos en los monasterios fuera de la ciudad y salieron a dar abiertamente testimonio de su fe. Entre los años 851 y 852, 13 cristianos se entregaron voluntariamente al martirio.
Incluso desde dentro de los grupos cristianos hubo quien intentaba frenar estos impulsos. Así, el metropolitano hispalense Recafredo forzó una asamblea episcopal en el año 852 que prohibía nuevos martirios. Fue inútil. Hasta 35 personas más entregaron su vida en Córdoba voluntariamente a la muerte confesando públicamente su fe. Con la muerte de san Eulogio en el 859, el movimiento perdió fuerza, aunque los hechos tuvieron gran repercusión también fuera de Córdoba. Además, el mártir recogió en su obra pormenorizadamente lo sucedido, inexplicable para muchos historiadores.
La ciudad de Córdoba, símbolo del esplendor árabe en los territorios hispanos, fue conquistada en 1236 por Fernando III el Santo.