«Las familias de la Cañada han vivido con mucho frío y angustia el temporal»
«El sábado y el domingo estuvieron incomunicados, lo que aumentó la angustia de las familias ante el temor de que se les agotara el gasoil o el butano con el que poder calentar las viviendas», asegura el responsable de Cáritas Madrid en la Cañada Real, Pablo Choza
El Ayuntamiento de Madrid habilitó el pasado viernes una antigua fábrica de muebles, a la que dotó de calefacción, para acoger a las familias de la Cañada Real que quisieran trasladarse allí voluntariamente ante la nevada histórica que se preveía en la capital.
Allí se dispusieron 400 camas gracias a la cesión del edificio por parte de Cáritas Madrid, y de otras entidades, que utilizan este espacio como sede para atender a las familias del poblado. También se instalaron 100 camas en el polideportivo de Cerro Almodóvar y otras 60 en la parroquia Santo Domingo de la Calzada.
Este plan de choque, como lo definió el consistorio madrileño, incluía la colaboración de diferentes servicios municipales: la EMT se encargaría de los traslados, la Policía Municipal de dar seguridad a los mismos, el Samur de la asistencia médica, Cruz Roja de la logística interior y los Bomberos estaría al en preaviso ante cualquier emergencia.
Sin embargo, «ha ido muy poquita gente. Lo han usado muy pocas familias. Hasta el punto de que se están planteando desmantelarlo, si no lo han desmantelado ya», asegura a este semanario Pablo Choza, responsable de Cáritas Madrid en la Cañada Real.
Las familias no querían dejar sus casas, lo que quieren es que se restablezca el suministro eléctrico, interrumpido desde el pasado mes de octubre ante las sobrecargas experimentadas en el tendido. En este contexto, los vecinos han podido mitigar el frío a base de generadores y estufas de butano. Pero no ha sido suficiente.
«Han pasado estos días con mucho frío, y también con mucha angustia. En condiciones normales, los niños hubieran podido disfrutar de la mayor nevada en Madrid desde hace muchísimos años». Así ha sido en gran parte de España. «Pero lo han vivido con miedo por el peligro de derrumbe de unas casas que no están preparadas para soportar el peso de la nieve», asegura Choza.
Además, «el sábado y el domingo estuvieron incomunicados, lo que aumentó la angustia de las familias ante el temor de que se les agotara el gasoil o el butano con el que poder calentar las viviendas. Se te acaba en esas condiciones y puede comprometer tu supervivencia».
La situación amainó, al igual que el temporal Filomena, el domingo, cuando «se logró despejar de nuevo una parte de la Cañada Real y ya están pudiendo entrar y salir vehículos». «Ha sido una Navidad muy dura», concluye Pablo Choza, responsable de Cáritas Madrid en la Cañada Real. Y lo hubiera sido más de no ser por la organización caritativa de la Iglesia, que «hemos tratado de mantener nuestras actividades, como las salidas de ocio durante todas las navidades, para abstraer a los niños de la Cañada, al menos durante unas horas, de la situación tan difícil que están viviendo».