Luigino Bruni: «Tenemos que cultivar la interioridad»
El Papa consagró su pontificado a san Francisco de Asís desde el momento en que tomó su nombre. Por eso su ciudad natal, en la región de Umbria (Italia), es el escenario de un encuentro virtual que busca proponer al mundo un modelo financiero inclusivo y respetuoso con el ambiente. Dos principios presentes en el espíritu de la escuela económica franciscana, que se desarrolló en Europa desde los siglos XIII al XVI. El economista y profesor de la Universidad Lumsa de Roma, Luigino Bruni, coordinador científico del evento, reseña su importancia: «Si continuamos comportándonos como los dueños absolutos de la Tierra, la atmósfera o los océanos, contribuiremos a destruirlos. Es necesario aprender a usar los recursos naturales sin sentirnos sus propietarios absolutos». Por eso, destaca en conversación con Alfa y Omega, «tenemos que interiorizar una nueva ética que vea el bienestar no solo como la producción imparable de cosas materiales, sino como la custodia de lo que ya existe».
Además de relatores de fama internacional como el Premio Nobel Muhammad Yunus, padre de los microcréditos y el llamado Banco de los Pobres (Banco Grameen), también participarán reputados economistas y expertos como Jeffrey Sachs, impulsor de un nuevo modelo sostenible con visos humanistas. Pero los verdaderos protagonistas serán los menores de 35 años. Son casi 2.000 y provienen de más de 120 países. «Su ejemplo demuestra que, si les dejamos, los jóvenes emanan tal energía vital que son capaces de trabajar por una nueva economía, a la altura de los nuevos tiempos, que están demostrando la obsolescencia del modelo del siglo XX». Las raíces de este nuevo esquema que propone la Economía de Francisco se basan en «la construcción de un capital espiritual global» fundamental para el buen funcionamiento de la economía y de las empresas. «Tenemos que cultivar la interioridad. Al contrario que la economía liberal, que se desarrolla partir de los bienes exteriores y abandona lo que no se ve, lo invisible, como los bienes relacionales o el bien moral», reseña Bruni.
En su primer gran documento, la exhortación apostólica Evangelii gaudium, el Papa lo dijo claramente: «Esta economía mata». Se refería —según Bruni— a que el capitalismo no es un sistema «equilibrado» porque «consume más recursos de los que llega a generar» y, además, deja en la cuneta a los seres humanos considerados no productivos, que son «descartados como los desechos que no sirven».
Esta conferencia internacional, que cerrará el Santo Padre con un vídeomensaje el domingo, pondrá los cimientos prácticos para el cambio. «Permanecer en el esquema de una economía capitalista que solo busca maximizar los beneficios y considera el resto un fondo sin vida, del que puede disponer para su total abuso, simplemente no funciona», resalta el experto. Sobre la mesa de trabajo reposan varios temas de largo recorrido, como la relación entre agricultura y justicia, el uso de la energía y la pobreza, las finanzas sostenibles y las emisiones de CO2, la inteligencia artificial o el papel de la mujer en la economía. También la imperiosa obligación moral de pagar los impuestos. «Este es un gran tema de la doctrina social de la Iglesia», incide Bruni, que defiende que la sociedad debe ser un «organismo solidario». «Si negamos esta lógica, estamos perdidos», concluye.