El Papa denuncia el «cruel» asesinato de siete niños en Camerún
Jesús «no es un Dios lejano» sino que bajó a la tierra y se puso «a la cabeza de un pueblo de penitentes», ha explicado el Papa durante la audiencia
El Papa se ha unido durante la audiencia general «al dolor de las familias de los jóvenes estudiantes bárbaramente asesinados» el sábado pasado en la Academia Internacional Madre Francisca de Kumba, Camerún.
«Siento gran desconcierto ante un acto tan cruel y sin sentido, que arrebató la vida de los pequeños inocentes mientras estaban en clase en la escuela», ha dicho Francisco, quien ha clamado por que «las armas se callen y que se pueda garantizar la seguridad de todos y el derecho de cada joven a la educación y al futuro».
Por último, el Pontífice ha pedido que «Dios ilumine los corazones, para que nunca más se repitan gestos similares y para que las atormentadas regiones del Noroeste y Suroeste de Camerún puedan finalmente encontrar la paz».
«Jesús no es Dios lejano»
Previamente, el Santo Padre ha reflexionado sobre la oración a partir de la propia experiencia de Jesús, que «no es un Dios lejano» sino que bajó a la tierra y se puso «a la cabeza de un pueblo de penitentes». «Ha abierto los cielos para que todos pudiéramos pasar detrás de Él».
Y en ese pueblo se encuentran, por supuesto los pecadores, porque «Jesús ha venido por todos, también por ellos». De hecho, «empieza precisamente uniéndose a ellos», a «esos que pensaban que no podían ser amados por Dios, los que no osaban ir más allá del umbral del templo, los que no rezaban porque no se sentían dignos», ha asegurado Francisco.
En este sentido, el Pontífice ha recalcado que «Jesús es el justo, no el pecador», pero cada vez que «nosotros rezamos», Él «está con nosotros rezando». Jesús «no se queda en la orilla opuesta del río —“yo soy justo ustedes son pecadores”— para marcar su diversidad y distancia del pueblo desobediente, sino que sumerge sus pies en las mismas aguas de purificación».
Nunca sin el refugio de un hogar
A veces, sin embargo, se desata la tormenta en el río, pero aún así Jesús nunca corta las amarras que le unen al Padre. «En el torbellino de la vida y el mundo que llegará a condenarlo, incluso en las experiencias más duras y tristes que tendrá que soportar, incluso cuando experimenta que no tiene dónde recostar la cabeza, también cuando el odio y la persecución se desatan a su alrededor, Jesús no se queda nunca sin el refugio de un hogar: habita eternamente en el Padre», ha subrayado el Papa.
De igual modo, «si en una noche de oración nos sentimos débiles y vacíos, si nos parece que la vida haya sido completamente inútil, en ese instante debemos suplicar que la oración de Jesús se haga nuestra», ha concluido el Santo Padre.
Pocos fieles y sin contacto directo
A pesar de que el Aula Pablo VI tiene capacidad para 6.000 personas, Francisco ha pronunciado esta catequesis ante unos pocos cientos de fieles. El Vaticano ha reducido drásticamente la presencia de fieles en las audiencias generales como medida de seguridad para evitar los contagios de coronavirus.
En el marco de estas medidas, Bergoglioha vuelto a evitar el contacto directo con los participantes. «Me encantaría bajar a saludar a todos, pero debemos mantener la distancia porque si bajo nos agolpamos para saludarnos y esto va contra las normas y las precauciones que debemos tener frente a esta señora que se llama Covid y que tanto daño nos está haciendo», ha explicado el Pontífice.