Todos recordamos algunos veranos de nuestra adolescencia que marcaron un punto de inflexión en nuestra vida. Eran veranos en los que los amigos se convertían en familia elegida, las preocupaciones se reducían a cómo gestionar el tiempo para hacer cuantas más cosas mejor, y en los que enamorarse y quemar etapas de la sexualidad parecía algo urgente. Lautaro Perotti, director y escritor teatral, nos seduce y nos evoca estos recuerdos con el título de su última creación, Siempre me resistí a que terminara el verano, aunque la experiencia de sus protagonistas diste mucho de un verano ordinario.
Raúl (Andrés Gertrudix), Andrés (Pablo Rivero) y José Antonio (Unax Ugalde) se reencuentran después de muchos años en el pueblo donde crecieron. El punto de encuentro es El Caimán, un burdel mohoso y carcomido en el que pasaron noche tras noche aquel verano «memorable». Isabel (Estefanía de los Santos) lo regenta ahora aunque por aquel entonces era una joven prostituta que no llegaba a los 20 años y que les introdujo de este modo en la sexualidad. Las cosas no son lo que eran y la memoria trae ciertos recuerdos que iluminan aún más la angustia y soledad en la que viven todos ellos. En este punto de sus existencias, ya no esperan nada porque la realidad carece de sentido, apunta Isabel.
El escritor y director argentino Lautaro Perotti pone sobre las tablas personajes llenos de problemas que no se resuelven. Quizá la vida tampoco resuelva todo pero en el teatro uno espera que cuando «baje el telón» la ecuación muestre un resultado. El conflicto con el que empieza la obra permanece casi intacto al final. No se extrañen que algunos espectadores empaticen con sus personajes y otros salgan decepcionados. Perotti no es ambiguo y su producción expresa ese humus postmoderno de nuestra cultura. ¿Para qué esperar si parece que nada promete? El problema no es llegar a los 40, más bien llegar con el corazón encallado y descreído.
La experiencia de Perotti como actor se reconoce en la agilidad de los diálogos, la dinámica sobre el escenario y la dirección de actores. Unax Ugalde debuta con este verano en teatro y esperamos que repita. Su personaje y el de Santi Marín (o Samuel Viyuela, según la función) son los más entrañables y realistas.
No sería justo pasar por alto la escenografía y ambientación. Este verano acabado es palpable desde el minuto uno. La atmósfera tanto del burdel como del pueblo casi se mastica. Olor a rancio, ambientadores baratos, lluvia perenne, humedad, barro… es asombroso el poder de la sugestión y la capacidad sensorial de nuestra imaginación. Con tales sensaciones durante toda la obra, también yo me resisto a que termine el verano.
★★☆☆☆
Teatro Marquina
Calle Prim, 11
Chueca
Hasta el 13 de diciembre