La actriz ha muerto. El poder de la palabra del actor - Alfa y Omega

Los espectadores acomodados en sus sillones, sofás y butacas heterogéneas, esperan llenando la sala de susurros y pequeños movimientos. El espacio está demasiado iluminado aún para sentir la emoción del comienzo y, sin embargo, un hombre joven se precipita desde la puerta al escenario gritando que esta noche no hay función… porque la actriz ha muerto.

Con este hilo conductor Sato Díaz, autor en todos los sentidos de La actriz ha muerto, pone en manos del público su angustia, la desesperación que le ha traído hasta ellos después de ver morir a la actriz en plena calle. Sin querer, el protagonista, exhibe con emoción su amor pasional por el teatro, algo que le sale del corazón y que llena con frases de la obra de Eugene O’Neill, que iba a ser representada por la actriz fallecida, pero que además, completa con mágicos textos de Shakespeare como Hamlet o El Rey Lear y sus propias impresiones.

La sensación es que, cuando un habitante de la cuarta pared tiene la oportunidad de utilizar su admirado escenario, sus miedos, locuras e ideales salen como disparados a borbotones en todas direcciones, liberados de una boca silenciosa que ahora puede moverse para articularlo todo. Y así quiere dejar todo impregnado de realismo mágico… persiguiendo a O’Neill pero sin alcanzarle.

Sato Díaz, actor y periodista, se nos presenta como alguien que cree en el poder de la palabra del actor. Habla desde la sinceridad a todos y cada uno de los presentes, mirándoles a los ojos, como diciendo: «Oye, que yo sé lo que te estoy diciendo porque he estado ahí, sentado y mirando, como tú ahora».

La actriz ha muerto es una obra de teatro con posibilidades, que probablemente vaya siendo moldeada con tacto delicado por el propio autor, porque es él mismo el que ve de primera mano qué es lo que le acerca o aleja del espectador. En ese tira y afloja de atención que toda obra incipiente tiene.

La Sala tú acoge en su particular patio de butacas esta obra como una experiencia más, empujándola a vivir. Porque la vida del teatro hoy está presente, resurgiendo tanto en espacios clásicos como en rincones inesperados. Tomando aire cada vez que puede subir a la superficie, como una gran ballena en peligro de extinción que sobrevive porque nada y nada sin descanso y sabe moverse tanto entre el fondo sin luz, plagado de seres extraños, como cerca de los rayos de sol mientras se siente acariciada por ellos. A la vez, en su lomo, rígidos y pesados, permanecen clavados varios arpones: la crisis, los impuestos o la falta de interés en la educación general por el teatro.

La ballena, sin embargo, no está moribunda, masculla su venganza mientras acumula más y más rencor. No dudará en machacar con su gran cuerpo a cualquier Ajab bien dispuesto, valiéndose de cada músculo y hueso de su esqueleto, por muy pequeño que este sea. La actriz ha muerto claramente no es un fémur… pero le basta para su labor, con ser martillo, yunque o estribo, esos pequeños huesos del oído que nos dan la capacidad de escuchar.

La actriz ha muerto

★★☆☆☆

Teatro:

Sala Tú

Dirección:

Calle Velarde, 15

Metro:

Tribunal

OBRA FINALIZADA