La sentencia del Tribunal Supremo de EE. UU. que redefine el matrimonio es «un error trágico»
El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha dictaminado, este viernes, que todos los estados del país deben permitir a las parejas del mismo sexo que se casen, y reconocer los matrimonios celebrados en otros estados. En un comunicado, el presidente de la Conferencia Episcopal del país, monseñor Joseph Kurtz, ha afirmado que esta redefinición obligatoria del matrimonio «es un error trágico que daña el bien común y a los más vulnerables entre nosotros, especialmente a los niños». Monseñor Kurtz también anima a todos los fieles a seguir adelante con fe en la verdad sobre el matrimonio; esperanza de que esta verdad prevalecerá, y «amor por todos nuestros prójimos, incluso aquéllos que nos odian o nos castigarían por nuestra fe y convicciones morales». En previsión también de las consecuencias negativas que la sentencia pueda tener para la libertad religiosa, pide a las autoridades «que respeten la libertad dada por Dios para buscar, vivir de acuerdo y dar testimonio de la verdad». Ofrecemos el texto íntegro de su comunicado:
Independientemente de lo que pueda declarar una mayoría ajustada del Tribunal Supremo en este momento de la historia, la naturaleza de la persona humana y del matrimonio permanece inalterada e inalterable. Al igual que Roe vs. Wade no resolvió la cuestión del aborto hace más de 40 años, Obergefell vs. Hodges [el nombre por el que se conoce a los cuatro casos sobre los que ha decidido el Tribunal Supremo] no resuelve la cuestión del matrimonio hoy. Ninguna de estas dos decisiones está enraizada en la verdad, y como resultado, ambas finalmente fracasarán. Hoy el Tribunal se equivoca de nuevo. Es profundamente inmoral e injusto que el gobierno declare que dos personas del mismo sexo pueden formar un matrimonio.
El sentido único del matrimonio como la unión de un hombre y una mujer está inscrito en nuestros cuerpos como masculino y femenino. La protección de este sentido es una dimensión crítica de la «ecología integral» que el Papa Francisco nos ha llamado a promover. Obligar a una redefinición del matrimonio en todo el país es un error trágico que daña el bien común y a los más vulnerables entre nosotros, especialmente a los niños. La ley tiene el deber de apoyar el derecho básico de cada niño a ser criado, siempre que sea posible, por su padre y su madre, casados y en un hogar estable.
Jesucristo, con gran amor, enseñó sin ambigüedad que desde el principio el matrimonio es la unión para toda la vida de un hombre y una mujer. Como obispos católicos, seguimos a nuestro Señor y continuaremos enseñando y actuando de acuerdo con esta verdad.
Animo a los católicos a seguir adelante con fe, esperanza y amor: fe en la verdad inalterable del matrimonio, enraizada en la naturaleza inmutable de la persona humana y confirmada por la revelación divina; la esperanza de que estas verdades prevalezcan una vez más en nuestra sociedad, no sólo por su lógica, sino por su gran belleza y servicio manifiesto al bien común; y amor por todos nuestros prójimos, incluso aquéllos que nos odian o nos castigarían por nuestra fe y convicciones morales.
Por último, llamo a todas las personas de buena voluntad a unirse a nosotros proclamando la bondad, verdad y belleza del matrimonio como ha sido correctamente entendido durante milenios, y pido a todos aquellos en puestos de poder y autoridad que respeten la libertad dada por Dios para buscar, vivir de acuerdo y dar testimonio de la verdad.
Joseph E. Kurtz
Presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos