Un balón que premia el disfraz de Mario - Alfa y Omega

Un balón que premia el disfraz de Mario

Marta Palacio Valdenebro
Foto: Marta Palacio Valdenebro.

Mario tiene 9 años y acaba de recibir el primer premio de su vida. En febrero ganó el concurso al mejor disfraz del carnaval del Sector VI de Cañada Real. Su jirafa hecha durante tres semanas en el Centro Socioeducativo de Cáritas Diocesana de Madrid conquistó a los representantes del Gobierno de la Comunidad y del Ayuntamiento de Madrid, que este año premiaban por primera vez los mejores atuendos. Su recompensa fue un diploma y unas entradas para ver un partido del Atlético de Madrid.

Ver un partido del Atleti. El premio es especial para cualquier niño, pero más aún si vives en Cañada Real, donde las opciones de ocio y deporte son especialmente reducidas. Pero el coronavirus llegó antes que las entradas y su ilusión por ver un espectáculo de las dimensiones que ofrece un estadio como el Wanda Metropolitano quedó truncada para Mario. Nacido en Cañada Real, el pequeño de una familia con tres hijos, ya creía que se iba a quedar sin disfrutar de su recompensa… hasta hace unos días.

Los jugadores del Atlético de Madrid volvieron a los entrenamientos y la fundación rojiblanca aprovechó para hacerle llegar una compensación – a través del Comisionado de la Comunidad de Madrid– por el premio suspendido, al menos por el momento: un balón de fútbol firmado por todos los jugadores del club, balón que ha convertido a Mario en un niño orgulloso. Desde entonces, no se separa de la pelota, duerme con ella y la cuida como lo que es, «un premio al mejor disfraz individual del carnaval de Cañada Real». Y mucho más. Porque detrás de ese balón hay un merecido reconocimiento al trabajo de Mario por hacer bien su jirafa, pero también al esfuerzo que lleva haciendo los últimos tres años por ponerse a la altura del resto de los chicos de su clase, de su colegio en Vallecas. Mario no fue escolarizado hasta los 6 años, la edad obligatoria, es decir, no sabía lo que era un colegio ni había atendido a una profesora hasta que llegó a Primaria. Eso le supone un desfase curricular y actitudinal (capacidad de atención, de disciplina…) respecto a sus compañeros que Mario está venciendo con la ayuda de sus profesoras del centro que Cáritas tiene para menores, adolescentes y adultos en la zona, al que Mario va dos tardes a la semana.

¿Qué te han dicho tus amigos del balón?
Aún no he podido enseñárselo a ninguno porque no podemos salir de casa por el coronavirus. Pero estoy deseando que lo vean. No se lo van a creer.

¿Lo vas a llevar al centro de Cáritas para jugar con él?
Lo llevaré a Cáritas para enseñárselo a todos, pero no quiero jugar con él. Es mi tesoro, no se puede estropear. Allí jugamos con otras muchas cosas, y también nos enseñan.

¿Qué es lo que has aprendido en el centro de Cáritas?
A leer con Gracia –religiosa de las agustinas misioneras que cada tarde dedica a Mario gran parte de su tiempo para reforzar su aprendizaje–. También a sumar, a restar, a portarme bien, a jugar en los columpios…

Ahora que tienes un balón de fútbol profesional, ¿querrás ser futbolista de mayor?
Sí, futbolista me gustaría mucho, pero lo que más me gusta de todo son los animales. He cuidado de los que hemos tenido en casa: conejos, un cerdo, gallinas, un perro… Eso también quiero hacerlo de mayor. Me dicen que gané el premio del carnaval por todo lo que me gustan los animales, porque mi disfraz era de jirafa y lo hice muy bien. También me gustan las flores y las plantas: ayudo a mi madre a cuidar el huerto que tenemos en casa, que tiene fresas, uvas, cebollas, tomates, judías…

¿Tienes ganas de volver a ver a tus amigos?
[Mario responde con una sonrisa y es su madre la que da la respuesta]. Estamos deseando que se acabe la cuarentena y Mario pueda volver a Cáritas.

Para esta familia de origen rumano, sin buen manejo del español, lo que está aprendiendo Mario es importantísimo, porque ellos habitualmente necesitan mediación para leer y rellenar cualquier formulario. Confiesa además que está muy contenta por cómo ha cambiado el niño desde que acude por las tardes a Cáritas: «Ahora me ayuda más en casa».