Cardenal Dziwisz: «Oí decir muchas veces a san Juan Pablo II que tuvo padres santos»
«Estoy profundamente convencido de que Karol y Emilia Wojtyla», los padres de san Juan Pablo II, «serán un ejemplo para las familias modernas y patronos de nuestras familias», ha asegurado el arzobispo emérito de Cracovia y exsecretario del Papa polaco
El cardenal Stanislaw Dziwisz se ha mostrado este jueves profundamente agradecido por poder participar en la apertura de la Causa de canonización de Karol y Emilia Wojtyla, los padres de san Juan Pablo II. Ha celebrado también la providencial singularidad de que el proceso se inicie solo once días antes de que se celebre el centenario del nacimiento de Karol Wojtyla, «el hijo más grande del suelo polaco».
La apertura y solemne juramento de los miembros del equipo responsable del proceso ha tenido lugar en la basílica de la Presentación de la Virgen, en Wadowice, al lado de la casa natal de Juan Pablo II. «Estoy convencido en conciencia» de que son santos, ha afirmado durante su discurso de apertura quien fue secretario del Papa polaco.
Esta certeza le viene del mismo testimonio del Pontífice. «Siendo su secretario, le oí decir muchas veces que tuvo padres santos». Dado que su madre falleció cuando él tenía solo 9 años, recordaba sobre todo a su padre, «con quien no tenía solo una relación filial sino una verdadera amistad espiritual» y una gran confianza. Con especial devoción rememoraba en sus conversaciones «las peregrinaciones juntos al santuario de Kalwaria», donde el padre animó a sus hijos a encomendarse especialmente a la Virgen al perder a su madre.
Modelo para las familias
A Emilia, fallecida poco antes de su primera comunión, Karol Wojtyla la recordaba mucho menos. Pero a pesar de ello, «mostraba cariño por ella de diversas maneras y en distintas ocasiones», ha subrayado Dziwisz. «Siempre tenía consigo pequeños retratos de ellos en su mesa de trabajo, hasta el final. Volvía a esa experiencia del hogar cuando hablaba de la importancia de los padres en nuestras vidas, citando ejemplos de padres santos que educaron bien a sus hijos, como los de santa Teresa de Lisieux».
En la celebración, han participado vecinos de la localidad polaca, cuyos antepasados conocieron a los Wojtyla. El cardenal ha expresado su esperanza de que puedan compartir sus recuerdos de lo que han escuchado sobre ellos en los procesos, que se llevarán a cabo por separado.
Karol y Emilia, ha concluido, «son un testimonio de los valores que permanecen, entre los cuales la familia es el primero. Estoy profundamente convencido de que serán un ejemplo para las familias modernas y patronos de nuestras familias», en un momento en que estas están necesitadas de «auténticos modelos».
Un hijo médico; otro, sacerdote
A la ceremonia del proceso ha seguido la Eucaristía para pedir por sus frutos e implorar la intercesión de los siervos de Dios. Durante la homilía, monseñor Marek Jedraszewski, arzobispo de Cracoviw, ha descrito a Emilia como una mujer «piadosa, modesta, sujeta a la voluntad de Dios». El embarazo de Karol, recordó, no fue fácil y su vida estuvo en riesgo, hasta el punto de que le llegaron a ofrecer abortar. El pequeño nació sano, pero su salud se resintió.
Ella había soñado con tener un hijo médico y otro sacerdote; una ilusión que apenas comenzó a ver hecha realidad. Su otro hijo varón, Edmund, llegó a ser subdirector de un hospital en Bielsko. Falleció en 1933, cuatro años después que la madre, tras haber contraído escarlatina atendiendo a un paciente.
El padre, Karol, «tenía reputación de ser un hombre maravilloso, trabajador, honorable, y amable», lo ha descrito el arzobispo. Con sus hijos, era «comprensivo y al mismo tiempo exigente». Su vida giraba en torno a tres ejes: el hogar, el Ejército y la iglesia. «Transmitió a sus hijos su pasión por la historia de Polonia y la conciencia de la responsabilidad por la patria». Aunque nunca le manifestó a Karol que esperara que fuera sacerdote, «el Papa mencionaba que todo lo que vio en su padre fue su primer seminario doméstico»: verle rezar en casa, o cuando le recomendó que se encomendara al Espíritu Santo para ser un buen monaguillo.
El impulso hacia el sacerdocio
Murió repentinamente en 1941, a los 62 años. Karol hijo, entonces de 21 años, volvió a casa y descubrió el cadáver. «Creo que fue esta muerte y reflexionar después sobre ella lo que llevaron al joven a tomar la decisión fundamental y definitiva de entregarse al sacerdocio», dijo en su día un amigo de la familia, al que monseñor Jedraszewski ha citado. El mismo Juan Pablo II lo reconoció así años después en una entrevista con André Frossard.
Se trata, pues, de un matrimonio que siguió, como su hijo, «las huellas de María, la sierva del Señor». Su ejemplo nos recuerda que, como está escrito en el reloj de sol del templo de Wadowice, que la familia podía ver desde la cocina, «el tiempo se acaba, la eternidad nos espera. Una eternidad feliz, que está asegurada para todos los que en su vida han sido humildes y fieles servidores del Altísimo».