Los líneas básicas de una nueva evangelización ya fueron trazadas por san Juan Pablo II en 1983: existen nuevas situaciones que necesitan nuevas expresiones pastorales y, especialmente, un nuevo fervor de los apóstoles. Son las líneas que se están siguiendo en la actualidad, con grandes cambios socioculturales y un cambio de época.
San Juan de Ávila vivió en un momento de grandes cambios. En su vida y escritos se pueden encontrar sus actitudes apostólicas: observó y estudió la realidad sociocultural e histórica, y se inspiró en los contenidos evangélicos actualizados en todo el decurso de la historia de la Iglesia por la liturgia, los santos padres y la enseñanza magisterial. Además, durante toda su vida, se dedicó a responder a estos nuevos retos con un fervor apostólico que contagió a muchos discípulos.
Benedicto XVI, al declararlo doctor de la Iglesia universal (el 7 octubre de 2012), presentó a Juan de Ávila como «anclado siempre en la Sagrada Escritura, apasionado por la verdad y referente cualificado para la nueva evangelización».
El maestro Ávila ha dejado escritas sus enseñanzas: lecciones o conferencias bíblicas, homilías durante todo el año litúrgico, epistolario, pláticas, tratados espirituales de gran valor pastoral, exposiciones sobre cómo aplicar las decisiones conciliares, etc. Siempre hace una relectura del Evangelio y de la revelación en general, actualizando los contenidos en el contexto histórico y sociocultural, con vistas a emprender el camino de santidad (de cada vocación) como base de la renovación espiritual y pastoral de la Iglesia. Presta atención a la vida de los creyentes, invitándolos al camino de santidad y de reforma personal con derivaciones hacia la vida familiar, cultural y social.
Los problemas pastorales de su época están en un contexto histórico que necesitaba grandes reformas en el campo de la educación, la familia y la juventud, los amplios sectores de pobreza, la tensión entre las diversas naciones cristianas, la expansión comercial a nivel global, la corrupción personal y administrativa, pero especialmente en las ansias de una verdadera renovación dentro de la Iglesia.
A esta problemática responde san Juan de Ávila, a la luz del misterio de la encarnación redentora y de Dios Amor. Sus campos de apostolado son concretos: centros de formación (universitaria y sacerdotal), catequesis, predicación, celebración litúrgica especialmente eucarística y mariana, misiones populares, atención a las personas y cercanía a pobres y enfermos, atención a la misión universal, aplicación de los decretos del concilio de Trento, etc. El secreto de toda su actuación pastoral está en la vivencia y dedicación a orientar a personas y comunidades para responder al amor de Dios revelado por Cristo. La herencia eclesial que Juan de Ávila recibió, vivió y actualizó (con otros santos y evangelizadores de su época), la transmitió al futuro, en un proceso de actualización espiritual, pastoral y misionera que sigue su curso durante toda la historia.
Los retos actuales del campo de la evangelización son geográficos, culturales, sociológicos, económicos (con grandes sectores de pobreza y marginación), políticos, artísticos, mediáticos, migratorios, etc. Se concretan en el aprecio de la vida y de la creación, la paz universal y la justicia social, el progreso integral, la juventud y las nuevas generaciones, la familia, etc. Todo está dentro de un proceso de globalización o de intercambio total y universal. Estamos insertados en una realidad nueva, inédita: el encuentro global de culturas y religiones, a nivel geográfico y también mediático.
Se necesita una conversión pastoral y misionera (Evangelii gaudium 25). Urge presentar el testimonio y anuncio de Cristo, haciendo presentes sus signos salvíficos. La renovación evangélica tiene que llegar a todas las vocaciones, ministerios y carismas, abriéndolas a la misión en comunión eclesial.
San Juan de Ávila es un referente de la nueva evangelización, de modo especial por sus actitudes evangélicas, de seguimiento y amistad de Cristo según el estilo de vida de los apóstoles, que eran la base de su programación pastoral y de sus proyectos educativos en su contexto sociocultural. Su modo de discernir consistía especialmente en la fidelidad a la acción del Espíritu en el camino de la santidad y de la misión.
Juan Esquerda Bifet
de la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma, ha participado en el Congreso Internacional sobre San Juan de Ávila en Baeza, del 11 al 13 de febrero