Gentes: Elena Roger, pedagoga (en Solohijos.com)
A veces, las prisas de los padres se convierten en estrés para los hijos. No sólo les metemos prisa para que se vistan, desayunen, recojan…, también para que aprendan, para que entiendan lo que les explicamos, para que hagan amigos, para que se atrevan con nuevos desafíos… Olvidamos que tienen su propio ritmo de aprendizaje y madurez. Con prisas, no hay espacio para conectar con sus almas. Sólo para hacer muchas cosas sin trascendencia.
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