«Queremos encontrar sentido a la pérdida»
La diócesis de Salamanca explora nuevos modos de atender a las víctimas de accidentes de tráfico. Tras más de 20 años organizando Misas, vía crucis y procesiones a través del servicio de Apostolado en Carretera, ahora desarrolla un proyecto de acompañamiento en el duelo
En noviembre, el servicio diocesano de Apostolado en Carretera de Salamanca pondrá en marcha su proyecto de acompañamiento en el duelo. Este recurso, destinado a víctimas de accidentes de tráfico y sus familiares, «no consiste en dar consejos sino en escuchar a estas personas para que descarguen su dolor», explica David González, director del servicio. A su juicio, en vez de recibir discursos, lo que estas personas necesitan es compartir sus sentimientos, un elemento imprescindible para superar las etapas del duelo hasta aceptar lo que les ha sucedido.
Para ello reciben el apoyo de profesionales como Jorge Alberto Conde, un profesor de Psicología Social en la Universidad de Salamanca (USAL) que se empeña en ofrecer en este servicio algo más que asistencia psicológica. «Para eso ya están el resto de gabinetes. Queremos dar un enfoque espiritual y ayudar a descubrir el sentido de la pérdida, el dolor y el sufrimiento de los hijos de Dios», comenta.
Esta nueva iniciativa del servicio diocesano, «enfocada desde la fe», es especialmente útil para personas con convicciones religiosas. Según apunta Conde, sus responsables animan a «contextualizar el sufrimiento desde nuestra identidad como hijos de Dios», algo que les hace sentirse acompañados. Pero no es necesario creer para recibir ayuda de Apostolado en Carretera porque, como matiza el profesor de la USAL, «la finalidad del proyecto es ayudar a reinterpretar el sentido del dolor desde una perspectiva esperanzadora».
Nuevas formas de darse a conocer
«Hace 21 años nos llamaban las ambulancias cuando había un accidente para dar la Unción de Enfermos», explica David González. Sin embargo, debido a la protección de datos, hoy día es controvertido presentarse en el escenario de un accidente de tráfico sin el consentimiento de los implicados. Muchos de ellos están superados por los acontecimientos y solo quieren respeto a su intimidad. Además, al sentir la pérdida de su ser querido como una injusticia, también hay quienes prefieren pasar una temporada alejados de Dios (si no lo estaban ya). Estos elementos han transformado la forma de trabajar del servicio diocesano y, en vez de presentarse en el lugar del siniestro, sus responsables se centran ahora en el acompañamiento tras la catástrofe.
Pero la Ley de Protección de Datos también les dificulta esta labor, pues ya no pueden llamar directamente por teléfono a los familiares. En lugar de eso, son uno más de los diferentes recursos que la Guardia Civil ofrece a las víctimas y, si así lo desean, son ellas las que pueden acudir al servicio.
Estas trabas para contactar con los damnificados ha llevado a Apostolado en Carretera a darse a conocer en eventos de asociaciones de taxistas o concentraciones de vehículos clásicos. «La filosofía es totalmente diferente que hace 21 años, hoy consiste más en acercarse a la gente», cuenta David González. Con motivo de la festividad de san Cristóbal, el servicio organizó una comida popular en la que también se impartieron charlas de educación vial, se bendijeron vehículos y se instaló un simulador de vuelcos. «Es una sensación impresionante que hay que experimentar ahí, no en la carretera», opina el diácono.
Con esta fiesta, Apostolado en Carretera se sumaba a la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico que las delegaciones de tráfico de cada diócesis han celebrado con el lema No hagas a nadie lo que tú aborreces. Una campaña en la que el obispo presidente del Departamento de Pastoral de la Carretera, José Sánchez, ha recordado que «los demás conductores son hermanos, que al igual que yo, están haciendo su camino con el firme propósito de llegar felizmente a su destino y a las que debo respetar como me gusta que los demás me respeten a mí».
Al igual que la de Salamanca, la mayoría de las diócesis españolas están desarrollando diversos proyectos de acompañamiento en el duelo. Para ello suelen organizar jornadas como la llamada Enjugar las lágrimas, una cita organizada por las delegaciones diocesanas de Pastoral de la Carretera que se celebra cada 31 de mayo para reunirse con asociaciones y víctimas de accidentes de tráfico.
Las diferentes diócesis también intentan llevar su labor pedagógica a los institutos, especialmente a los alumnos de Bachillerato, pues «están a las puertas de conducir». De ello se encarga en Salamanca Valentín Martín, antiguo guardia civil jubilado hace dos años. «Ahora mismo estoy preparando las charlas para principio de curso y hablaré sobre alcoholismo con ejemplos muy claros. A alguno le haré la prueba con el alcoholímetro, lo que nos hará reír, pero es un tema que nos tiene que poner muy serios», cuenta.
Sensibilidad en el trato a víctimas
El respeto a la intimidad de las víctimas está presente en cada uno de los pasos de Apostolado en Carretera. Prueba de ello es el protocolo que están aplicando esta semana tras la trágica muerte en un accidente de tráfico de cuatro adolescentes en Alba de Tormes, un pueblo de la diócesis. «Lo primero que hemos hecho ha sido ir a la COPE para trasladar nuestras condolencias a la familia a través de las ondas», explica David González. También han mandado una carta a través de los medios de comunicación del Arzobispado de Salamanca.
Después, se han puesto en contacto con un sacerdote de la zona para interesarse sobre el caso. Y transmitirle que, si en algún momento lo ve oportuno, informe a la familia de que cuenta con este servicio.