Luis, voluntario en la prisión de Soto del Real, comparte su testimonio: «Tenía razón Jesús cuando nos decía: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”, y todos se fueron marchando. Podemos hablar de memoria del pecado, cuya huella queda grabada en la conciencia y pone en evidencia que, conforme cumplimos años y vamos desgranando el difícil arte de sobrevivir, nuestros pecados nos dejan un testimonio de lo que podemos llamar chabolo interior, en el que se almacenan recuerdos de lo que hicimos a la largo de nuestra vida.
Soy padre de familia, y mi contacto con los internos me han enseñado la nula diferencia que existe entre los llamados externos y los internos. Todos somos iguales, pues iguales son nuestras ambiciones, sueños, deseos y pecados. No nos separa nada que sea digno de reseñar en el terreno espiritual. Si en el ámbito físico nos separan un muro y unas rejas, yo me pregunto: ¿Cuántos muros y rejas se nos presentan en la vida a los que nos creemos en libertad?
El muro de diferente naturaleza y levantado con diferentes fines nos lo encontramos a diario en nuestra vida, pues las llamadas normas administrativas o sociales inciden en nuestra conducta, condicionándola y chocando con las normas internas aprendidas. Por eso es preciso realizar una labor de rastreo en ese chabolo interior, donde encontraremos respuestas al porqué de las cosas, de lo que nos pasa en la vida cotidiana.
En ese chabolo ha quedado almacenado lo siguiente: no soy mejor que muchos de los internos que visito. Ellos han sido juzgados y después de condenados pueden alcanzar su libertad cumplida la pena. Por mi parte, espero que sea la misericordia del Señor la que juzgue mis pecados, pues en el caso de aplicar su justicia, tal vez no sea capaz de cumplir la pena que se me habrá de imponer, ni alcanzar la Vida. También me quedo con el rostro vivo de Jesús, que se refleja en el de esos internos que veo y que me recuerdan, sin pronunciar palabra: “Si estás libre de pecado, tira la primera piedra”, con lo cual, me he tenido que ir agachando las orejas».