Arturo Cavanna: «Si te hacen sentir incómodo, di que no y cuéntalo»
Arturo Cavanna es profesor de Educación Especial y además trabaja en la editorial Edelvives. Este viernes se va a presentar un libro que ha escrito. Se titula #Notecalles y busca explicar un problema que afecta a muchos niños pero del que se habla muy poco: los abusos sexuales
¿A qué se refieren los mayores cuando hablan de abusos sexuales?
En nuestro cuerpo, hay partes que son íntimas y que no debe tocar nadie. Salvo, por ejemplo, el médico cuando te llevan tus padres. Pero existen quienes hacen cosas que no respetan el cuerpo de otras personas; por ejemplo, el de los niños.
¿Pasa mucho?
En España uno de cada cinco niños ha sufrido abusos así. ¡Es tremendo! No me refiero solo a que los hayan tocado. También puede ser que alguna persona les haya pedido que le enseñen sus partes íntimas, se haya puesto en contacto con ellos por internet y le haya pedido alguna foto… Pero, desgraciadamente, muchos de estos casos no se descubren.
¿Cómo puede un niño darse cuenta de que están aprovechándose de él?
Por ejemplo, si una persona quiere darle un beso o le hace otra muestra de cariño que le choca o le hace sentir incómodo. Los besos y abrazos que no nos gustan no son buenos. Nadie puede tocarnos sin nuestro permiso, ni mirar nuestras partes íntimas. También puede ocurrir que una persona que no conocemos intente chatear con nosotros. No debemos hacerlo, porque puede engañarnos. Tenemos que recordar siempre que no es normal enseñar a la gente algunas partes de nuestro cuerpo, o fotos de ellas.
¿Qué tiene que hacer un niño en un caso así?
Sobre todo, plantarse y decir que no si ve que algo no está bien o le hace sentir incómodo. Eso ya frenará a muchas personas, que en el fondo son cobardes. También es importante contárselo a nuestros padres. La persona que nos ha hecho algo intentará que no lo contemos, nos dirá que es un secreto. Pero si eso nos hace sentir mal, es muy importarse no callarse.
¿Por qué es tan importante cuidar nuestra intimidad?
Los niños saben muy bien que, por ejemplo, un juguete es suyo. Pues nuestro cuerpo es mucho más propio nuestro que cualquier otra cosa que tengamos. Nunca puede ser propiedad de otra persona, y hay que respetarlo siempre.
¿Quienes hacen estas cosas son desconocidos?
Tristemente, no. Al revés, suelen ser personas que conocen al niño: un profesor, un amigo de sus padres, a veces incluso un familiar. Eso no significa que tengamos que tener miedo a las personas de nuestro alrededor. Pero sí saber que si ocurre, tenemos que decirlo. Igual que con otros delitos: si robar está mal, da igual que quien robe sea un desconocido o nuestro primo.
Si son personas cercanas, algunos niños tendrán miedo de que no les crean si lo cuentan.
Puede pasar. Por eso, otras personas de confianza a las que contárselo después de los padres pueden ser los profesores del colegio, o incluso un agente de policía o un guardia civil. No hay que tenerles miedo, porque nos van a ayudar. También existen asociaciones, como la Fundación ANAR, que ayuda en estas situaciones.
¿Por qué has escrito un libro sobre esto?
Tuve que contarles a mis hijos, que tienen entre 5 y 11 años, un caso cercano. Y no se me ocurrió otra forma mejor que a través de un cuento. Nosotros habíamos vivido en Inglaterra, y ahí este tema se trabaja mucho con los niños en el colegio. Se me ocurrió que aquí podríamos hacer algo similar con el cuento que yo había escrito, y lo comenté en mi trabajo, en la editorial Edelvives. Luego nos pusimos en contacto con psicólogos y con la Fundación ANAR. Queremos que el cuento sirva para que en las casas y las aulas se hable sobre ello.