Common Goal: El lado bueno del fútbol
Ahora que el fútbol está en boca de todos, que este fin de semana termina la Liga, que es tiempo de finales europeas o que se avecina el mayor espectáculo deportivo junto con los Juegos Olímpicos, el Mundial, crecen las voces para que el fútbol, y los futbolistas, se impliquen en la transformación de la sociedad. Es lo que pretende Common Goal, que busca promover que el 1 % de lo que genera la industria del fútbol, cientos de millones de euros, se dedique a mejorar la vida y condiciones de las personas. Juan Mata, futbolista del Manchester United, es una de las caras visibles del movimiento. «El fútbol puede cambiar la vida de la gente y con Common Goal tratamos de maximizar su impacto», explica a Alfa y Omega
Sostiene Toni Padilla, periodista e historiador, autor de Atlas de una Pasión Esférica, que el fútbol puede ser usado para que la sociedad sea peor o para que la sociedad sea mejor. Y la historia habla de ello. Hoy es más pesimista que optimista: «El fútbol es un ejemplo de lo que sucede en la sociedad: los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Hay excesos económicos, actuaciones de escasa moralidad y los jugadores, en ocasiones, se convierten en juguetes rotos». ¿Hay esperanza? También cree que sí. Algunas instituciones intentan poner coto al desmadre millonario de los últimos años y surgen futbolistas que proponen destinar parte de sus ganancias a los más desfavorecidos.
Es el caso de Juan Mata, que desde el año pasado lidera una movimiento, Common Goal, que pretende regularizar que todos los futbolistas destinen el 1 % de su sueldo a los más desfavorecidos donde, además, el balón es el protagonista. Pero para explicar Common Goal tal y como lo conocemos hay que remontarse a 1994 y viajar hasta Colombia. Allí fue asesinado Andrés Escobar supuestamente por una mafia de apostadores por tener la mala suerte de meter el gol en propia meta que eliminaría a su país del Mundial de Estados Unidos. Y allí vivía entonces Jürgen Griesbeck, que abandonó su carrera como sociólogo para lanzar proyectos sociales con el fútbol como protagonista. Como Fútbol por la Paz, que organizaba torneos para jóvenes pobres o con problemas con la violencia. Con un balón y tres normas –los equipos tenían que ser mixtos, no había árbitros y el juego limpio otorgaba los mismos puntos que la victoria– consiguieron que la mortalidad entre los jóvenes que se unían a ellos fuese mucho menos que en el resto de la ciudad. Años después, coincidiendo con el Mundial de Alemania en 2006, nació Streetfootballworld, una red de organizaciones que usan el deporte rey para la transformación social en 80 países. Fue la antesala de Common Goal, que pretende beneficiarse del enorme poder económico del fútbol para transformar la sociedad. A mejor.
Desde agosto hasta enero de este año, comenta Jürgen Griesbeck a Alfa y Omega, ya han invertido alrededor de 400.000 euros, mientras que el número de futbolistas que se han comprometido ya supera la cuarentena. La cara visible es Juan Mata, que confiesa que lo que le movió a lanzar esta iniciativa fue «el tratar de ayudar a través del fútbol a mucha gente desde nuestra privilegiada posición». «Es algo necesario y justo gracias a la capacidad que tiene el deporte en general y fútbol en particular de unir a la gente y ayudar al desarrollo personal, independientemente del lugar de origen de cada persona. El fútbol puede cambiar la vida de la gente y con Common Goal tratamos de maximizar su impacto», añade en una entrevista con este semanario. Espera que este vínculo entre fútbol profesional y el fútbol como herramienta de desarrollo permita mejorar la vida de muchas personas. «Es importante que cada uno participe porque se trata de un movimiento diferente por su globalidad e igualdad, lo que consideramos realmente importante para alcanzar un mayor impacto y así ayudar al máximo número posible de personas», concluye.
Griesbeck incide en esta idea para decir que Common Goal no es un proyecto más, sino un movimiento colectivo en favor del bien común; nada tiene que ver con las fundaciones que pueden tener los futbolistas… Quizá es por eso que hasta hoy solo se hayan sumado a la causa poco más de 40 futbolistas, entre hombres y mujeres, y de los que nueve son españoles, una de las nacionalidades más numerosa, así como un entrenador alemán y el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin. A Mata se le sumaron jugadores como David Lombán (Eibar) o Borja Lasso (Osasuna) y jugadoras, todas internacionales, como Olga García (FC Barcelona), Vero Boquete (Beijing BG), Ainhoa Tirapu (Athletic Club) o Irene Paredes (PSG).
Borja Lasso, que pertenece al Sevilla pero juega cedido en Pamplona, tomó la decisión de involucrarse en Common Goal cuando subió al primer equipo. «Mi madre me preguntó que, ahora que tenía un contrato de primera división, por qué no donaba algo a los más necesitados. Leí lo que estaba haciendo Juan Mata, me informé, me gustó y me puse en contacto con ellos», explica, al tiempo que incide en la necesidad de que los futbolistas usen su influencia para transmitir buena imagen y valores. No le da mucha importancia a que sean pocos, pues la iniciativa está echando a andar y los futbolistas ayudan de muchas maneras a los más necesitados. Eso sí, él hace campaña entre sus compañeros: «Es una causa bonita, ojalá seamos el mayor número posible».
Una de las conclusiones más interesantes del corto recorrido de Common Goal es la implicación del fútbol femenino, pues son más proporcionalmente y algunas son de las mejores del mundo. Basta un ejemplo: del mejor once femenino del año 2017, dos de las futbolistas están en Common Goal (Alex Morgan e Irene Paredes), mientras que en el equipo masculino no hay ninguno. Jürgen Griesbeck lo explica: «Creo que se toman más tiempo para reflexionar sobre su papel en la sociedad, pues también ellas sufren una situación de desigualdad en el fútbol y no llevan, en general, una vida tan alejada de la realidad y, aunque es una generalización, controlan su ego mucho mejor».
Una vez los futbolistas se enrolan en Common Goal, se les pregunta cuáles son sus preferencias –lugares o sectores, siempre en consonancia con los objetivos sostenibles de Naciones Unidas– para enviar su donación. Mata eligió India, Borja Lasso indicó simplemente que a aquel lugar donde más lo necesitasen en este momento…
Que el presidente de la UEFA esté implicado ofrece esperanzas de que este movimiento pueda llegar a establecerse como habitual en todos los contratos, lo cual podría suponer ingresos de cientos de millones de euros para los más desfavorecidos. Es el sueño que Jürgen empezó a construir en 1994 a partir de una tragedia y que hoy está más cerca de ser una realidad.
Fran Otero / José Calderero