Una Iglesia más libre y participativa
Con la aprobación del Papa, el documento La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia apunta a la descentralización y a la desclericalización de la Iglesia
Por amplia mayoría (más de tres cuartas partes), los obispos alemanes se declararon partidarios de que, en determinadas circunstancias, los cónyuges evangélicos en matrimonios mixtos puedan comulgar. Se trata de un debate muy local que afecta a un número extremadamente reducido de personas: cristianos no católicos que acompañan a Misa durante años a sus maridos o mujeres y, tras un tiempo, sienten el impulso de acceder a la Eucaristía, en la que reconocen la presencia real de Jesús, según sostiene la doctrina católica. Todo ello, con el acompañamiento de un sacerdote, que debe juzgar caso a caso.
Los precedentes no abundan, pero existen. Lo significativo de este episodio es que siete obispos, al margen del resto, pidieron oír el parecer de Roma. Como respuesta, el arzobispo Luis Ladaria, prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, les ha dicho que «el Papa Francisco aprecia el compromiso ecuménico de los obispos alemanes y les pide que encuentren, en un espíritu de comunión eclesial, un resultado posiblemente unánime», según se lee en una escueta nota tras el encuentro.
Los requisitos para el acceso a la Eucaristía no cambian, pero el discernimiento sobre el caso concreto se deja en manos de la Iglesia local. Es un giro sorprendente que probablemente anticipe la atribución doctrinal que el Papa quiere extender a las conferencias episcopales. La última referencia al tema se encuentra en un importante documento que, con el visto bueno de Francisco, acaba de publicar la Comisión Teológica Internacional. Se titula La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia, y no solo apunta a la descentralización, sino también a una desclericalización de la Iglesia, tras reconocer «la poca valoración de la aportación específica y cualificada, en sus ámbitos de competencia, de los fieles laicos y, entre ellos, de las mujeres». Se avanza así en una de las guías maestras de las reformas de Francisco. Frente a al peligro de «tendencias autoritarias y tecnocráticas», se prefiere una Iglesia más libre y participativa, porque –dice el documento– una Iglesia sinodal «es presupuesto indispensable para un nuevo impulso misionero que involucre a todo el Pueblo de Dios».