¿Podrás digerir el café más amargo que jamás hayas probado? Tengo mis dudas. No nos engañemos, esto no es teatro, es antiteatro, ni mucho menos una comedia sobre el dinero y sexo. Pocas risas y mucha excentricidad. Espectáculo transgresor, provocador, polémico que vomita una palabra. ¡Infierno! La presencia del hombre ante el sonido de una máquina tragaperras y cómo sobrevivir entre vidas vacías que se retroalimentan entre ellas. ¡Insoportable! Cuando el dinero es la nausea con sexo descarnado, cuando los silencios saben a muecas de locura, cuando las miradas perdidas desafían al espectador, una y otra vez, y la narración se entrecorta en un cansino casino, que bien pudiera tener un nombre: Eurovegas. Mono, infidelidad, abuso. Asco, cuando el único valor resuena en forma de monedas en el bolsillo.
Es El Café. La comedia del dinero recreada por Reiner W. Fassbinder (1945-1982), un genio alemán que quiso darle una vuelta de tuerca a El Café de Goldoni. Fassbinder transformó en tragedia del siglo XX una comedia que pretendía risas en el XVIII… Es antiteatro, como el que creaba Fassbinder en Alemania a los 24 años, es el antiteatro que reivindica conciencia. Hay muchas otras historias que merecen la pena ser contadas, las historias de los nadies, por ejemplo. Son los marginados sin nombres, anónimos que no dan risa, sino lástima, pena y hasta miedo.
El escenario es sencillo: 7 máquinas tragaperras, 7 sillas vacías y 8 personajes, si incluimos a un banquero espectador, dueño de un casino veneciano. Hora y media de una auténtica obra antitética. Ludopatía y locura representada en el Teatro La Abadía, una paradoja, el infierno dentro de lo que podría ser un templo. 8 actores histriónicos como son Daniel Moreno, Miguel Cubero, Lidia Otón, María Pastor, Lucía Quintana, Lino Ferreira, Jesús Barranco y José Luis Alcobendas que bordan cada uno de sus papeles. Botas tejanas, con ropas de gangsters, de cabaret, de lujuria. Tacones, medias y trajes impecables. Monedas, bolsos y maquillaje.
¿Hacia dónde nos lleva este café? ¿Cómo interpretamos el silencio? ¿Qué nos dicen las miradas? Nos dice mucho de un autor desenfrenado, adicto al alcohol y a las drogas, apasionado hasta el borde del precipicio. Sin embargo, también nos dice mucho a todos quienes están anclados en la terminología de la «crisis económica» y que no son capaces de entrever que sus causas, más profundas, provienen de una «crisis de valores». ¿Hacia dónde nos lleva pensar únicamente en términos de dinero? Nos falta alejarnos del pensamiento capitalista. Hace falta remover conciencias… más nos convendría a todos pensar en términos de solidaridad y humanidad. Removamos conciencias, pero no se atraganten mucho si llegan a beber El Café de Fassbinder.
★★★☆☆
Calle Fernández de los Ríos, 42
Canal, Quevedo, Islas Filipinas
OBRA FINALIZADA