Los cuentos clásicos están de moda, por eso son catalogados como tales, porque perduran en el tiempo. Pero es que, además, ahora nos llega una ola que ha hecho que regresen no solo al teatro (que ha sido siempre su lugar de acogida natural, aparte de los libros), sino también a la televisión, con series tan exitosas como Érase una vez o Grim, y al cine donde ya tuvimos a Caperucita, unas cuantas Blancanieves y en breve se estrenarán versiones bastante sorprendentes y un poco gore de Hansel y Gretel o de Jack y las habichuelas mágicas.
Eso quiere decir en resumen, que si hay producto hay demanda y mercado. No será por tanto que necesitamos volver a la fantasía, a que nos cuenten cuentos, a ver los valores más legendarios, le fe, el amor, la valentía, el sacrificio, la lucha, en personajes míticos, en héroes que nos representen. Puede ser que nos apetezca volver a ser niños por un rato, escuchar cómo se vence al lobo, cómo se escapa uno de los gigantes, o cómo se nace y se vive envuelto en la tela de la suerte.
Disfrutemos entonces como niños de la mano de estos cuentos y vayamos porqué no al teatro. Si además ese teatro es el Infanta Isabel, un espacio único en Madrid, céntrico y que huele a tablas y telones y los niños vienen de nuestra mano, hijos, sobrinos, ahijados y todos aquellos que no superen el metro de estatura, mejor que mejor.
Las habichuelas mágicas es una adaptación cómico musical del cuento anónimo del mismo nombre. El protagonista es Juanito, un niño inocente y tontorrón que es premiado con buena suerte y fortuna, debido a su buen corazón y sencillos sentimientos.
El cuento de hadas original es versionado de forma cómica y acompañado de melodías de Mozart o Rossini, a las que se le han puesto letras. Los actores ponen de su parte para llegar tanto al público infantil, entregado y divertido, como a los adultos que les acompañan. La actriz Fedra Marcús Broncano, que interpreta magníficamente a la madre de Juanito, el hada del bosque y la gallina, es de lo mejor de la obra. Destaca por su gracia y su naturalidad, enfrentando esos imprevistos que los niños tienen, de forma realmente ingeniosa. Los dos actores que realizan el resto de los personajes la acompañan muy dignamente y son generosos entre ellos consiguiendo su objetivo de dar cariño a su público.
Sin embargo la obra, que imaginamos de poco presupuesto para que sea mínimamente rentable, deja entrever fallos importantes en escenografía y la puesta en escena. Por lo pronto el texto tal y como está creado no da para una hora y media y sobran espacios que quedan de relleno. La escenografía es poco equilibrada, solo los elementos elaborados como la planta de habichuelas eran más que suficientes para completar la escena, incluso permitirían así que el vestuario destacase en vez de perderse en fondo.
Por concretar, a la obra le falta magia, pero para compensar le sobra entrega y cariño. ¡Un par de retoques de texto y algunas nubes menos y… listo! Perfecta para pasar una tarde de sábado o una mañana de domingo, muy entretenida con nuestros peques.
★★★☆☆
Teatro Infanta Isabel
Calle del Barquillo, 24
Banco de España, Recoletos
ESPECTÁCULO FINALIZADO