500 años de la primera Misa en Chile: «Principio de vida nueva y de unidad» - Alfa y Omega

500 años de la primera Misa en Chile: «Principio de vida nueva y de unidad»

Los miembros de la expedición de Magallanes que celebraron la primera Eucaristía en suelo chileno, este miércoles hace 500 años, «traían brújulas e instrumentos bastante débiles, pero tenían muy clara, muy fuerte», la luz del «faro de Dios», subraya el obispo de la diócesis que alberga el lugar de este acontecimiento

María Martínez López
Primera misa en Chile, de Pedro Subercaseaux
Primera misa en Chile, de Pedro Subercaseaux.

Dios entró desde el sur. Es el lema, tomado del profeta Habacuc, que la Iglesia de la región chilena de Magallanes ha elegido para conmemorar el V Centenario de la primera Misa celebrada en Chile, que precisamente tuvo lugar en el punto más meridional de los casi 4.300 kilómetros de longitud que tiene el país latinoamericano.

Si bien el aniversario se celebra este miércoles, 11 de noviembre, la diócesis de Punta Arenas conmemoró la efeméride el domingo con una Misa retransmitida a través de las redes sociales a causa de las restricciones debidas a la pandemia. El momento más significativo de la misma fue la lectura del mensaje enviado por el Papa Francisco, que recordaba que fue «esa primera Misa celebrada con fe, en la sencillez de una expedición en un territorio entonces desconocido», la que «dio inicio a la Iglesia que sigue peregrinando en esta querida nación». En efecto, es de la Eucaristía de donde «mana hacia nosotros, como de una fuente, la gracia y con la máxima eficacia se obtiene la santificación».

Con el Sebastián Elcano

El Santo Padre se mostraba consciente de que la pandemia había enturbiado en buena medida los actos previstos. Monseñor Bernardo Bastres, obispo de Punta Arenas, explica a Alfa y Omega que «pensábamos hacer una Misa multitudinaria en la Vía Magallanes de la ciudad»; y también celebrar, en otra fecha, una Eucaristía con catequistas y otros representantes de la vida de la Iglesia en el cerro Monte Cruz, lugar exacto de ese evento histórico.

Sí pudo celebrarse, el 21 de octubre, una Misa compartida por los buques escuela de las armadas española y chilena, el Sebastián Elcano y el Esmeralda, frente a ese mismo punto de la costa. La celebración se enmarcaba en los actos oficiales por el centenario de la primera vuelta al mundo, contexto histórico en el que se enmarcó esta primera Misa.

Gratitud y servicio fraterno

A pesar de las limitaciones de la pandemia, «no hay obstáculo que pueda acallar la gratitud que brota del corazón de todos ustedes», escribía el Pontífice a los chilenos. «Los animo a vivir la celebración del misterio eucarístico, que nos une a Jesús, con espíritu de adoración y acción de gracias al Señor, porque es para nosotros principio de vida nueva y de unidad, que nos impulsa a crecer en el servicio fraterno a los más pobres y desheredados».

Sus palabras encajan con los planes de la diócesis para vivir este acontecimiento dentro de la situación actual. Además de una oración, unas colgaduras y algunos materiales más que se han enviado a todos los templos, «lo que nos hemos puesto como objetivo es que el signo del centenario sea tener más atención y cuidado hacia los adultos mayores», explica monseñor Bastres. Punta Arenas es una diócesis cada vez más envejecida, porque «los jóvenes se van a estudiar al norte y no regresan».

Si a esto se le suma la crisis actual, los ancianos «están en una situación muy precaria y preocupante». Por ello, entre otras iniciativas que incluyen promover una mayor atención en las comunidades, la diócesis se va a hacer cargo de la residencia Juan Pablo II, que estaba a punto de cerrar porque la institución a la que pertenece no podía hacerse cargo de ella.

Lo que se sabe de aquel día

El obispo dio esta noticia este mismo domingo, durante la Misa del centenario. Fue, relata a Alfa y Omega, una celebración «emocionante». Aunque reconoce que le conmovió más la celebración de hace tres años en el mismo Monte Cruz, que visitó con representantes de todas las comunidades diocesanas. Les acompañaba Mateo Martinic, historiador y ganador del Premio Nacional de Historia, que les fue explicando todo lo que se sabía de aquella Eucaristía de 1520.

Incluido el hecho de que, aunque está registrada como la primera celebración en territorio chileno, seguramente no fuera así. «En la expedición había tres capellanes que celebrarían Misa cada día. Y Magallanes se confesaba bastante seguido», asegura monseñor Bastres». Sí fue la primera solemne, y se celebró precisamente en acción de gracias por descubrir el paso al océano Pacífico.

Al borde de la sublevación

«La expedición de Magallanes se quedó una temporada en este lugar, que llamaron Bahía de las Sardinas, porque estaba resguardado del viento y había agua dulce y mucha comida». Mientras, una nave se adelantó por el estrecho que exploraban para comprobar si había salida o no. «Temían tener que volverse, porque parecía que no se llegaba nunca» a rodear el extremo sur de América «y la tripulación se había sublevado» cuando aún estaban en territorio de la actual Argentina.

«El cronista Antonio Pigafetta cuenta que los marinos de la nave» que se había adelantado «volvieron muy contentos, dando cañonazos porque había descubierto que efectivamente había mar» al final del estrecho. «Si eso fue un viernes o un sábado, ese domingo, 11 de noviembre, celebraron una Eucaristía solemne».

«O nos salvamos todos o no se salva nadie»

¿Qué puede significar este centenario para una Iglesia chilena que trata de salir de la crisis por los casos de abusos sexuales, que tan profundamente la han marcado? Sobre todo, cree el obispo de Punta Arenas, que «mientras no tengamos conciencia de nuestra historia nos costará mucho salir adelante». El prelado cree que desde las circunstancias actuales causadas por la pandemia se puede mirar atrás a cómo vivieron esa Misa los miembros de la expedición. «Llevaban un año navegando, las tensiones y peleas dentro de las naves eran tremendas». Pero de repente llegó el momento de la celebración y de dar gracias.

Algo parecido a la situación actual, en la que «estamos viviendo que o nos salvamos todos o no se salva nadie. O crecemos en fraternidad, testimonio y seguimiento de Jesucristo o no llegamos a ninguna parte». Monseñor Bastres se despide con otra reflexión: «Esos hombres traían brújulas e instrumentos bastante débiles, pero tenían muy clara, muy fuerte», la luz del «faro de Dios». Un ejemplo del que podemos aprender los hombres de hoy, que «tenemos muy buenos instrumentos pero muy poco claro ese faro».