40 días para ofrecer a Jesús «lo mejor de nosotros»
Niños y mayores vivimos en este tiempo de Cuaresma «un viaje hacia la Pascua en el que debemos preparar bien nuestro corazón». Varios expertos nos dan trucos para hacerlo
Igual que antes de celebrar el nacimiento de Jesús vivimos el Adviento y nos preparamos para su venida al mundo, el Miércoles de Ceniza comenzó un tiempo muy especial, seguro que sabéis cuál. ¡Eso es! Se trata de la Cuaresma, 40 días en los que nos preparamos para vivir la Muerte y la Resurrección de Jesús, lo que celebraremos de una manera muy especial en Semana Santa.
Rosa María Abad, una catequista que es una de las primeras mujeres a las que la Iglesia ha encargado de modo particular la tarea de enseñar a los niños las cosas más grandes de nuestra fe, explica que «estos días de Cuaresma debemos pensar muy bien en todo lo que Jesús ha hecho por nosotros».
Rosa María nos recuerda que «Él murió en la cruz para perdonárnoslo todo. Antes le golpearon, le dieron latigazos, se burlaron de él, le escupieron… y todo lo hizo por nosotros. ¿Qué vamos a hacer estos días para agradecérselo y devolverle de alguna manera todo el bien que nos ha dado?».
Para esta veterana catequista, son días «para repasar cómo nos portamos, si hacemos los deberes de buena gana o protestando, si colaboramos en casa o no…». Así, cada uno «puede elegir algo en lo que mejorar, y ofrecérselo a Jesús». Por ejemplo, sugiere poner la mesa con alegría, hacer los deberes contentos, recogerlo todo bien después de jugar… «un pequeño sacrificio cada día para darle lo mejor de nosotros».
Rosa María aconseja «elegir solo una cosa y hacerla bien, más que intentar varias y que al final no hagamos ninguna». Y, sobre todo, «debemos tener estos días la mirada puesta en la Resurrección de Jesús, porque después de tanto dolor resucitó y se quedó con nosotros para siempre, cada día y cada minuto, y esa es nuestra gran alegría».
María Teresa Ruiz, profesora de Educación Infantil del Colegio Nuestra Señora del Carmen de Elche, cuenta que «hemos empezado un viaje en el que para prepararnos tenemos que cuidar nuestro corazón». Ella impuso hace unos días a sus alumnos la ceniza, «un polvito gris que nos ayuda a entender que a veces nuestro corazón se vuelve de ese color, oscuro y feo. Eso pasa cuando desobedecemos a los padres o nos portamos mal con un compañero. Nosotros no queremos darle eso a Jesús, sino que queremos entregarle un cojín dentro de nosotros para que descanse y esté a gusto, porque Él vive en nuestro interior».
Para Daniel Escobar, delegado de Liturgia de Madrid, la Cuaresma «tiene dos dimensiones: una penitencial, como cuando antiguamente los pecadores pedían perdón de modo público, y otra catecumenal, porque antes los que iban a ser bautizados, confirmados y recibir la Primera Comunión en la noche de la Vigilia Pascual se preparaban especialmente en estos días».
¿Cómo podemos ponernos las pilas nosotros en esta Cuaresma y llegar a la Pascua bien preparados? Daniel parte de los 40 días de Jesús en el desierto, «un lugar de tentaciones, dificultades, con mucho calor, poca agua, poca comida». Así, tomándolo como ejemplo, explica las tres herramientas que la Iglesia recomienda practicar estos días: el ayuno, la oración y la limosna. «Cuando uno sabe privarse de cosas que no necesita crece como persona», afirma. Además, «cuando uno reza es más consciente de que Dios nos acompaña en las dificultades; y cuando uno comparte con los demás –como ahora podemos hacer con los ucranianos–, comprendemos mejor que no podemos ser egoístas ni pensar solo en nosotros mismos».
Todos sabemos lo que está pasando en Ucrania, donde hay una guerra por la que muchos niños han dejado atrás sus casas, sus amigos, sus juguetes, y hasta han debido abandonar a sus padres, que se han quedado para combatir. ¿Qué podemos hacer nosotros? Rosa María Abad propone a todos los niños que «recemos un padrenuestro, porque así le pedimos a Dios que los ayude a todos, y que se acabe la guerra».
También debemos comprender que «cuando uno se porta mal, lo que pasa después siempre es malo», por lo que «rezando le pedimos a Dios que ayude a los responsables de la guerra a darse cuenta de que hemos venido al mundo para ser felices, que solo Él es el dueño de la vida y nadie puede matar a otro», dice Rosa. Y termina pidiendo rezar también a María, «porque igualmente está sufriendo mucho por todo esto».
«Los niños tienen que saber lo que pasa en el mundo», defiende la catequista María Teresa Ruiz, porque «deben valorar lo que tienen y rezar por los que más lo necesitan». En su colegio están recogiendo ropa y dinero para todas estas familias desplazadas: «Ellos ya saben lo que significa la palabra refugiado, y saben que lo mejor que pueden hacer es pedir a Dios la solución a esta guerra».