40 años de batalla dialéctica y tres millones de niños muertos
Los argumentos se vienen repitiendo de forma casi idéntica y puede cundir el desaliento al parecer que se avanza poco
40 años de aborto en España son muchos años. Son cerca de tres millones de niños eliminados, muchos tal vez coetáneos suyos. Representan también millones de personas afectadas por el trauma que genera en no pocos casos o por la necesidad de justificar(se) algo que ha hecho uno mismo o un ser querido. La efeméride supone, asimismo, cuatro décadas de una batalla dialéctica que parece no tener fin. Se ve, por ejemplo, en el hecho de que, al presentar la propuesta del Gobierno para incluir el derecho al aborto en la Constitución —al margen de si es una cortina de humo y de su actual inviabilidad—, la ministra de Igualdad, Ana Redondo, la defendiera en términos de «libertad», cuando en 40 años son legión los testimonios de mujeres, como Gabriela, que aseguran que no solo su aborto no fue libre, sino, como en muchos casos, por presiones en la pareja o en el trabajo, dos problemas de los que la izquierda debería hacer casus belli. Los argumentos y contraargumentos se vienen repitiendo de forma casi idéntica desde hace ocho lustros y, en el ámbito provida español, puede cundir el desaliento al parecer que se avanza poco: que se suceden leyes a cual peor —¿incluso en la carta magna?— y que el único intento de dar marcha atrás fue frenado por el mismo partido del cual nació. Cabría preguntarse por qué nuestro país sigue en esta dinámica cuando, por ejemplo, en Estados Unidos la sociedad es cada vez más contraria al aborto y esto se ha traducido en leyes. ¿Por qué no ocurre lo mismo aquí? O, ¿tal vez sea el miedo a que pueda pasar lo que está detrás de estos intentos de blindaje? Es difícil saberlo, porque una de las cosas que sí nos diferencian de los estadounidenses es que allí la investigación sociológica sobre este tema está mucho más desarrollada y se sabe cómo se posicionan distintos grupos y cómo cambian las tendencias. La información es poder, y si se quiere inculcar en nuestra sociedad una mentalidad provida como paso previo a cambios legales, debemos saber primero en qué territorio nos movemos.