29 de marzo: san Gundleo, el rey que secuestró a su mujer y robó una vaca - Alfa y Omega

29 de marzo: san Gundleo, el rey que secuestró a su mujer y robó una vaca

Fue patrono del pirata Henry Morgan por su tendencia a robar, saquear y secuestrar –llegó a raptar a su propia esposa–, pero a Gundleo le convirtió la vida de piedad de su hijo y acabó sus días como ermitaño

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
’San Gundleo’. Vidriera en la iglesia de San Martín en Caerphilly (Gales). Foto: Robin Croft.

Si no hubiera sido por una vaca, el rey Gundleo —ladrón y secuestrador sanguinario— no sería hoy más que otra pintoresca figura en la legendaria genealogía de las dinastías reales británicas.

Nacido en Monmouthshire, Gundleo —Gwynllyw es su impronunciable nombre en galés— fue el hijo mayor del rey de Gales, por lo que al morir su padre heredó el reino.

Fue un auténtico señor de la guerra. Participó en numerosas incursiones para defender su territorio y sembrar el respeto entre los reinos vecinos. Saqueos y robos formaban parte de la vida habitual en aquel tiempo y Gales, bajo la mano de Gundleo, no fue una excepción. Su fama llegó más de mil años después a oídos del pirata Henry Morgan, que lo llegó a tomar como patrono de sus incursiones en el mar.

Un elemento que ayuda a entender la expansión de los territorios en aquella época es el de los enlaces matrimoniales. Los reyes y nobles ampliaban su influencia gracias a los matrimonios de sus hijos que concertaban con otros señores. Pero Gundleo debió de ser un hombre de temperamento pasional y no se resignó a casarse por mero interés.

En una de sus visitas al rey Brychan Brychiniog conoció a Gladys —Gwlady, en su idioma—, una de los 24 hijos de Brychan, que debía de ser muy bella.

Gundleo no lo dudó un segundo y le pidió la mano a su padre, pero Brychan se negó. Como Gundleo era un hombre de armas tomar —literalmente—, emprendió una expedición militar de 300 hombres contra el rey vecino solo para capturar a Gladys. Lo consiguió, pero 200 de sus fieles perdieron la vida en la batalla, que solo paró cuando intervino en la contienda el rey Arturo.

Cuando Arturo conoció a Gladys quedó él también prendado de su belleza, y decidió quedársela para sí mismo. Le tuvieron que convencer dos de sus caballeros para que desistiera de su idea y acabara cediendo a Gladys a su legítimo secuestrador. Desde la distancia de los siglos, hoy resulta más que pintoresca la idea de que el asunto Gladys formara parte del orden del día de los caballeros de la tabla redonda.

Un banquete a lo grande

El amor de Gladys no transformó al rey Gundleo, cuya nueva vida no distó mucho de la anterior. De hecho, cuando Gladys dio a luz a su primer hijo, Cadoc, su padre decidió celebrarlo a lo grande, por lo que robó todo el ganado que pudo para el banquete.

Sin embargo, los hombres de Gundleo cometieron el error de quitarle a san Tathan su única vaca. Cuando Tathan, que entonces dirigía un monasterio en Caerwent, se presentó sin miedo a reclamar al rey su única fuente de sustento, Gundleo y Gladys se quedaron impresionados de su figura y de su sabiduría, hasta el punto de que decidieron confiar la educación de Cadoc al monje.

En los años siguientes, los reyes de Gales comprobaron cómo poco a poco su hijo crecía en piedad y en sabiduría. Cuenta la tradición que fueron el ejemplo y las palabras de su hijo —que luego se convirtió en uno de los principales evangelizadores de su tiempo y fundó varios monasterios— los que propiciaron la conversión de sus padres.

Al principio se fueron los dos esposos a una pequeña ermita a vivir, pero luego se separaron para llevar cada uno por su lado una vida ascética. El rey entonces tuvo un sueño en el que un ángel le habló y vio una visión de un buey blanco con una mancha negra en la frente. Durante uno de sus paseos vio el mismo buey que en su sueño, y fue en ese lugar donde levantó una ermita de madera que hoy se ha convertido en la catedral de Newport, al sur de Gales. «No hay retiro en el mundo como este espacio que ahora estoy destinado a habitar. Feliz es el lugar, y más feliz es quien lo habita», dijo.

Allí pasó sus últimos años hasta que murió el 29 de marzo de 523, atendido por Cadoc, el hijo que le llevó a la fe.

Bio
  • 466: Nace en Monmouthshire, al sureste de Gales
  • 500: Levanta una ermita que luego será la catedral de Newport
  • 523: Muere como ermitaño