25 años después, los mártires de Tibhirine son «modelo de amistad con el islam para todos»
La archidiócesis de Argel conmemora con una peregrinación el martirio de los siete monjes trapenses en 1996. Este año, sin amigos musulmanes a causa de la pandemia
La peregrinación anual de la archidiócesis de Argel (Argelia) al monasterio de Nuestra Señora del Atlas, en Tibhirine, debía de tener este año un toque especial. Se había elegido este viernes, 25º aniversario del martirio de siete de los monjes trapenses que allí vivían. Sin embargo, la pandemia ha ensombrecido esta celebración. Las restricciones no han impedido la visita propiamente dicha. Pero sí «hemos tenido que renunciar a la presencia de nuestros amigos y hermanos musulmanes» por la reducción de los aforos, explica el padre blanco español José María Cantal, responsable de la basílica de Nuestra Señora de África.
Una decisión que, reconoce, han tomado «con el corazón roto» para dar prioridad en esta ocasión a los peregrinos cristianos. Para compensar, «un poco más adelante, en junio, esperamos poder organizar una segunda edición abierta a nuestros amigos».
Compartir la vida con los seguidores del islam es parte del ADN de la Iglesia en el Magreb. Lo hacen en sus actividades diarias, como «guarderías, atención a ancianos con alzhéimer, formación femenina, biblioteca o acogida y escucha a migrantes». Servicios que, desagraciadamente, se han tenido que interrumpir a causa del coronavirus.
Al final del Ramadán
Pero también en encuentros y celebraciones como la peregrinación diocesana. De hecho, para organizarla «siempre esperamos a que termine el Ramadán», para no mezclar lo festivo de este encuentro con un tiempo penitencial. «Es difícil organizar una actividad al aire libre en la que se come e invitar a participar a musulmanes que están ayunando».
El religioso español está convencido de que esta forma de entender el diálogo con el islam se haya extendido a toda la Iglesia es «el fruto más grande de la beatificación» de 19 mártires de Argelia, celebrada el 8 de diciembre de 2018. Entre ellos, de los trapenses de Tibhirine. «Antes se pensaba que era una especie de manía, un capricho de algunos religiosos de aquí, que habían querido ser muy amigos del islam y de un país que estaba sufriendo».
Ahora, todos los católicos saben que la Iglesia les propone «un ideal de amistad espiritual, concreta y real. Lo cual no significa decir siempre que sí a todo», matiza. Este ideal puede parecer chocante «en un mundo en el que las relaciones con el islam están siendo polémicas en muchos sitios». Pero los trapenses de Nuestra Señora del Atlas y el resto de mártires son «un modelo» de cómo se puede hacer realidad «desde la fe más profunda en el Evangelio».
Nueva vida para el monasterio
Como cada año, los participantes en la peregrinación han salido en autobuses desde la casa diocesana. «Con escolta, las autoridades lo imponen», explica Cantal. Una vez en Tibhirine, se trabaja por grupos el testimonio de alguno de los mártires asesinados durante los años 90 en Argelia. Este año, como no podía ser de otra forma, será el del grupo de trapenses, en paralelo con pasajes de la encíclica del Papa Francisco Fratelli tutti. Después se hace una puesta en común y una comida, este año menos compartida que otros por las medidas de seguridad.
La jornada terminará con una «Misa muy intensa y participativa, en la misma capilla» donde ellos rezaban. Después, habrá tiempo para visitar con calma el monasterio. Ahora está al frente del mismo una comunidad de Chemin Neuf, una nueva realidad eclesial de origen francés en la que conviven consagrados, sacerdotes y familias. «Están transformando su terreno en un huerto de producción ecológica», y producen mermeladas e infusiones. Una nueva vida para «un lugar muy significativo para la Iglesia universal».
La noche del 27 de marzo de 1996, los hermanos Christian, Christophe, Luc, Michel, Celestin y Bruno fueron secuestrados por terroristas del Grupo Islámico Armado (GIA). Estaban en medio de una de las zonas más golpeadas por la guerra civil en Argelia, pero se habían negado a abandonar su monasterio. Ni a sus vecinos musulmanes, con los que convivían y a los que atendían en lo posible. Fueron asesinados hace ahora exactamente 25 años.
Polémicas desde fuera
El padre blanco español lamenta que, en este caso, las autoridades argelinas mantengan una cierta distancia respecto a su figura. «No quieren mezclarse mucho en cosas relacionadas con ellos, lo cual no ocurre con los otros. Cuando la beatificación, hicieron todo lo posible para que saliera bien». Esto se debe, explica, a que «hay una cierta polémica alimentada desde fuera de la Iglesia sobre quién los mató», con algunas voces que apuntan al Gobierno «aunque fuera por accidente».
Pero esta, añade Cantal, «no es la postura de la Iglesia de aquí, que está segura de que fueron víctimas del terrorismo islámico». Por otro lado, si las autoridades de la Iglesia universal tuvieran «dudas sobre si fue un asesinato por razones religiosas nunca habrían sido beatificados».