24 millones de niños podrían no volver a clase tras la pandemia
La Semana de Acción Mundial por la Educación reivindica que aumente tanto la inversión pública de los países como la ayuda al desarrollo para paliar los efectos de la pandemia
En el peor momento de la pandemia, el cierre de colegios e institutos afectó a 1.500 millones de niños y jóvenes. Cerca del 90 % de la población estudiantil mundial. Un año después, aunque el impacto se ha reducido, en muchos países aún no se han retomado las clases. Y, cuando ocurra, se teme que 24 millones de estudiantes no volverán a sus aulas. Se sumarán a los 258 millones de niños y adolescentes que ya estaban antes sin escolarizar en todo el mundo.
Esta realidad hace «especialmente vulnerables» a las niñas y adolescentes, explica a Alfa y Omega Lucía Rodríguez, responsable de incidencia política de Entreculturas. Ellas suelen ser las primeras en dejar los estudios. Además, «al verse privadas del espacio de protección de la escuela se han visto más expuestas a la violencia sexual y de todo tipo, y han aumentado los embarazos precoces y los matrimonios forzosos».
Se trata de «la crisis educativa más urgente de todos los tiempos», en palabras de Kasia Tusiewicz, coordinadora en España de la Campaña Mundial por la Educación. Esta entidad, que engloba a Ayuda en Acción, EDUCO, Entreculturas y Plan International, celebra estos días en 124 países la Semana de Acción Mundial por la Educación, con el lema #MilMillonesdeVoces. En ella, piden que «los gobiernos coordinen una respuesta global basada en una adecuada financiación pública de la educación».
Faltan 63 millones de profesores…
«Una inversión mayor y mejor orientada ayudaría a dotar a los colegios de más herramientas informáticas y de otros medios» para fortalecer la educación a distancia, afirma Rodríguez. Esto permitiría reducir o superar la brecha digital, que «se ha notado más en los países y sectores más empobrecidos». Esos en los que, por ejemplo, en las familias no existe ni un solo dispositivo electrónico ni conexión a Internet.
Una dotación adecuada de fondos, por otro lado, facilitaría a las autoridades educativas «poner en marcha políticas afirmativas que frenen el abandono escolar de las chicas y que animen a las familias a que estas regresen». Y que lo hagan, además, a centros con «mejores infraestructuras»; como saneamiento y servicios, para que no falten a clase cuando tienen la menstruación.
Por último, «la pandemia ha puesto en evidencia la falta de profesorado que ya se arrastraba de antes». La responsable de incidencia de Entreculturas apunta que, según las estimaciones, en el mundo se necesitan 63 millones de docentes más. Incrementar la inversión pública «permitiría la contratación de profesores, y con mejores condiciones salariales. En algunos países, no llegan a ganar ni un dólar al día». Además, sería posible ofrecerles formación permanente para que «desarrollen su labor en unas condiciones que han cambiado» y para las que no estaban preparados, como se pudo comprobar cuando de un día para otro se vieron abocados a dar clases a distancia. Aun así, «se han dado en este tiempo muchas innovaciones», que con una adecuada dotación presupuestaria se podrían «transformar en políticas y prácticas educativas» mejores.
… y 1,4 billones de dólares
La Campaña Mundial por la Educación afirma que, a nivel global, la educación necesita 1,4 billones de dólares de fondos extras. La principal vía para lograrlo son los recursos internos de cada país, que ahora mismo suponen el 97 % de la financiación total de la educación. Cada Estado, exigen los promotores en su pronunciamiento político, debería asignar a esta partida entre el 4 % y el 6 % del PIB, o del 15 % al 20 % de su gasto público.
Además, es necesario que aumenten los fondos que repartir, con «sistemas impositivos internos progresivos y ampliados». Los países podrían revisar especialmente las cargas impositivas a las empresas, especialmente a las que explotan sus recursos naturales; y cerrar las «lagunas legales que permiten la elusión y la evasión de impuestos». Solo por esta vía, cada año se pierden 138.000 millones de dólares, un 10 % de las necesidades de inversión ampliada en educación.
Por último, el pronunciamiento político señala que los países podrían invertir más en educación si no destinaran los fondos a pagar su deuda externa. Por ello, la campaña pide que esta se cancele en el caso de los países menos desarrollados. A los países de ingresos medios y medios altos se les puede aliviar, y si tienen ingresos medios o altos y están sometidos a estrés por deuda, esta se les puede canjear a cambio de que inviertan en educación.
Hacia el 0,14 % del PIB
En lo que respecta a España, durante la semana se va a exigir al Gobierno que cumpla su compromiso de incrementar la Ayuda Oficial al Desarrollo para llegar al 0,5 % de la Renta Nacional Bruta en 2023 y seguir avanzando hasta alcanzar el 0,7 %. Y que un 20 % de esta ayuda se dedique a educación. La coalición ha remitido esta petición, junto con otras, a la ministra de Educación y Formación Profesional, M.ª Isabel Celaá Diéguez; a la ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Arancha González Laya; y a la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, así como a la Secretaria de Estado de Cooperación Internacional, Ángeles Moreno Bau, y al director de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Magdy Martínez-Solimán. A todos ellos se les ha solicitado un encuentro que tendrá lugar los próximos días.
Además, numerosos centros educativos (formales y no formales) y 20 ciudades de España están acogiendo acciones de concienciación y reivindicativas. Por un lado, abunda Rodríguez, «estamos trabajando con los chicos esos mil millones de historias personales que se han visto afectadas por la pandemia». Mediante fotografías y dibujos de su boca, «están tratando de representar sus emociones y reacciones ante esa situación». Y vincular eso que vivieron en primera persona con la realidad de otros millones de niños «que aún no han podido volver a la escuela», para que se solidaricen con ellos.
También hay actos de calle, durante los que (siempre respetando las medidas de seguridad) se crean mosaicos con esas emociones y se entrega a las instituciones el posicionamiento político de la campaña. Y, por último, «hay un llamamiento a la movilización online» de todas las personas interesadas, que pueden difundir la campaña mediante la etiqueta #MilMillonesdeVoces.