24 de mayo: san Simeón Estilita el Joven, vivió y murió 17 metros más cerca del cielo - Alfa y Omega

24 de mayo: san Simeón Estilita el Joven, vivió y murió 17 metros más cerca del cielo

¿Qué es lo que mueve a un hombre a subirse a una columna para pasar allí el resto de su vida? Eso fue lo que hizo san Simeón Estilita el Joven, uno de los cientos de anacoretas que vivieron en Siria en los primeros siglos y que buscaron a Jesús de las maneras más excéntricas

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
‘San Simeón Estilita el Joven’. Icono anónimo ortodoxo.

Año 554. Siria. En lo alto de una columna, a varios metros de altura sobre el suelo, tiene lugar la ordenación sacerdotal más insólita de la historia: la que recibió san Simeón Estilita el Joven. Para llegar hasta él e imponerle las manos, el obispo tuvo que equiparse con una escalera.

Nacido en Antioquía en el año 521, la madre de Simeón ha pasado al santoral con el nombre de santa Marta. De joven recibió una visión de san Juan Bautista aconsejándola casarse con el hombre cuyo matrimonio habían arreglado sus padres. De aquel enlace nació Simeón, quien con solo 7 años perdió a su padre en un terremoto. Con el permiso de su madre, dejó su casa para unirse a una comunidad de anacoretas fundada por san Juan Estilita. Ese fue el acontecimiento que permitió al pequeño Simeón conocer que se podía seguir al Señor en todas partes, incluso desde lo alto de una columna.

Para entender esto hay que conocer bien cómo se vivía la espiritualidad en Siria en aquellos siglos. Teodoreto, obispo de Ciro en el siglo V, detalla la gran variedad de prácticas ascéticas de muchos hombres de Dios a quienes llama «atletas de la virtud». Estaban los estacionarios, cuya penitencia era permanecer inmóviles la mayor parte del tiempo, para lo cual se construían estrechas celdas verticales que les impedían apenas moverse; los dendritas, que vivían en la copa de un árbol; los ramoneadores, que se alimentaban de hojas y raíces; los boskoi, que habitaban en los bosques; los hipetros, que vivían a la intemperie ya hiciera frío o sol, o los saloi, que se hacían pasar por dementes. También había quienes habitaban en lo alto de un risco, en una cisterna vacía o dentro de un sepulcro. Y, por último, los estilitas (del griego stylos, columna), que vivían en lo alto de una columna durante años.

Crucero y resto de la columna de la basílica de San Simeón el Estilita en Siria.

Nostalgia de las persecuciones

Los estilitas fueron quizá los anacoretas más reconocidos de su tiempo. Les iban a ver multitudes que se subían a una escalera para hablar con ellos, en busca de consejo y palabra, y hasta emperadores acudían a consultarlos. Realizaban milagros, expulsaban demonios y revelaban los secretos de los corazones. Tal era la fama de estos hombres que alguno fue incluso secuestrado y bajado de su columna para subirlo a otra cerca de una localidad que quería adoptarlo como propio. Tras sus muertes, los cuerpos de muchos eran disputados como las más valiosas reliquias, lo que en alguna ocasión demandó incluso la intervención de soldados para restaurar el orden. Y lo más importante: evangelizaban casi sin moverse, llevando a muchas almas a Dios, e incluso suscitando que a su alrededor se edificaran pequeñas comunidades monásticas.

La pregunta es por qué vivían así. El franciscano Ignacio Peña explica en La desconcertante vida de los monjes sirios que, en un tiempo en el que las persecuciones habían terminado, en el contexto triunfalista que vivió la Iglesia tras el edicto de Milán, muchos de estos hombres, «hijos, nietos o parientes de los mártires, sentían nostalgia de una época que había producido tales héroes».

En este ambiente vivió nuestro Simeón, a quien a sus 33 años encontramos ya subido en su columna. Sin embargo, tan solo dos años más tarde se tuvo que bajar de ella buscando una mayor soledad, subiéndose a otro poste más lejano, en un risco menos accesible que con él pasó a llamarse monte de los Milagros. Pero no fue suficiente, porque la gente seguía acudiendo a pedir su intercesión. Todos querían estar cerca de Simeón, pero él solo quería estar cerca de Dios, y cuanto más arriba mejor.

En el año 566 puso pie en tierra solo para subir más alto: si la primera columna apenas tenía tres metros y la segunda siete, la tercera y última medía 17 metros. Después de 71 años viviendo cada vez más lejos y cada vez más alto, allí murió, 17 metros más cerca del cielo, en el año 592. Junto a su columna se levantaría más tarde un monasterio del que hoy solo quedan las ruinas.

¿Era necesario hacer todo esto para seguir a Cristo? Para el padre Peña, «estos hombres sedientos de Dios quisieron practicar el Evangelio al pie de la letra, sin glosas y sin acomodarse al mundo».

«A medio camino entre el reino de los ángeles y el de los hombres –continúa–, quisieron conformarse a Cristo crucificado». Por eso «debemos dejar a Dios, que escudriña los corazones de los hombres, el juicio de algunas excentricidades que alguno podría calificar de suicidas. El Espíritu sopla donde quiere y cuando quiere».

Bio
  • 521: Nace en Antioquía
  • 528: Se sube por primera vez a una columna
  • 554: Recibe la ordenación sacerdotal
  • 556: Se muda a otra columna, en el monte de los Milagros
  • 566: Se sube a otra columna aún más alta, de 17 metros
  • 592: Muere en su columna, en Antioquía