23 de diciembre: santa Margarita de Youville, la amiga de los pobres a la que llamaban borracha - Alfa y Omega

23 de diciembre: santa Margarita de Youville, la amiga de los pobres a la que llamaban borracha

El 23 de diciembre de 1771 una cruz luminosa brilló sobre el Hospital General de Montreal. Acababa de morir una santa a la que sus vecinos insultaron, tiraron piedras e incluso quemaron su casa. Su delito: acoger como si fueran parte de su familia a los pobres y enfermos de la ciudad

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
La santa, Margarita de Youville, con los pobres de Montreal. Obra de M. Dubois. Foto cedida por la Archidiócesis de Montreal.

Hay algunos santos a los que la vida se lo pone particularmente difícil, pero es posible que, si no se hubiesen arriesgado a meterse en líos, hoy no estarían en el santoral. Margarita de Youville nació en 1701 en una de las mejores familias de Quebec. No tenía aún 7 años cuando su padre murió, dejando a su familia en la precariedad económica, una situación que se recompuso cuando la madre se casó de nuevo con un rico comerciante

Margarita se casó en 1722 con François-Madeleine de Youville, un hombre de negocios dedicado a la venta de alcohol a las comunidades indígenas de Canadá. «Sus ocho años de vida juntos fueron oscuros como mínimo», dice Claudette Lacelle, una de sus biógrafas. «Los primeros años estuvieron marcados por repetidas quejas de indios y comerciantes contra el tipo de negocio practicado por François-Madeleine en la zona, y por la presencia casi constante de la madre de él en el hogar», una mujer que solía hacer reproches a su nuera y que enturbiaba notablemente el ambiente en la casa, ya bastante dañado por las largas ausencias del cabeza de familia y la indiferencia con la que trataba a su mujer.

Un punto de inflexión en la vida de Margarita se produjo en 1727, cuando «renunció a las vanidades y abrazó la piedad», en palabras de su hijo Charles. Ella misma remontaría su conversión a este período, cuando vio despertar en su interior una ilimitada «confianza en el Padre Eterno» que la llevó a integrarse en varias cofradías religiosas.

Poco después murió su suegra, y también lo hizo su marido. Así, en 1730, Margarita se encontró sola a cargo de dos niños pequeños, y embarazada de un tercero. Lo único que tenía era una propiedad endeudada y poco más, ya que su marido había dilapidado todo. Pero ella, con buen ánimo, se decidió a salir adelante, y no solo para cuidar de sus hijos. Intentó ayudar a todo el que se encontraba en la calle, y así, en 1737, acogió en su casa a Françoise Auzon, una sexagenaria ciega. Al cabo de un par de meses se le unieron tres amigas que se comprometieron a servir a los pobres de Montreal, en lo que fue el embrión de una nueva congregación: las Hermanas de la Caridad de Montreal.

Su labor fue difícil desde el principio, ya que las autoridades habían prohibido la creación de nuevas comunidades religiosas, y además el pueblo las denostaba por el trabajo del marido de Margarita con el alcohol. De hecho, acusaban a estas mujeres de seguir con el negocio de su marido y fomentar el alcoholismo entre la población, y por eso se las empezó a llamar hermanas grises, un juego de palabras con un término sinónimo de borrachas. Un día, un año después de acoger a aquella primera anciana, algunos vecinos las esperaron a la entrada de la parroquia y les arrojaron piedras. Fue un rechazo que duró años y que, en 1745 llegó al extremo, cuando un grupo de exaltados llegó a incendiar su casa. Poco a poco fue creciendo el número de indigentes que podían acoger, y cuando en 1747 les pidieron hacerse cargo del Hospital General de Quebec, Margarita se fue hasta allí con todos sus pobres y sus escasas pertenencias metidas en una carreta.

Un coraje indomable

La nueva directora del hospital se enfrentó al reto de levantar un edificio en un estado lamentable y con una deuda de 40.000 libras. Los años siguientes supusieron un auténtico desgaste para ella, obligada a acondicionar todo y a defender a sus pobres y enfermos de la pretensión de un funcionario local, que quería cerrar el hospital y trasladar a los beneficiarios a Quebec.

«Si Margarita de Youville poseyó un talento notable como administradora, también tuvo un coraje indomable que le permitió soportar múltiples pruebas, defenderse de las injustas acusaciones de los grandes del país y soportar los insultos y calumnias de la población», afirma Claudette Lacelle. En 1755, una epidemia de viruela asoló a las misiones indias alrededor de Montreal y las religiosas se presentaron voluntarias para atender a los enfermos. En 1759 una hambruna castigó la ciudad, pero un día vieron al entrar en el comedor varios barriles de harina fina, cuyo origen nunca descubrieron, algo que Margarita atribuyó al cuidado de Dios. «La providencia es admirable, tiene resortes incomprensibles para el alivio de sus miembros. Lo provee todo, en ella está mi confianza», escribiría más tarde.

En 1771, un ataque de parálisis puso fin a toda una vida entregada a los pobres. En el momento de su muerte, numerosos testigos vieron una cruz luminosa brillar sobre el Hospital General de Quebec. Esa fue su despedida.

Bio
  • 1701: Nace en Varennes, Quebec, en una familia con raíces en la alta nobleza francesa
  • 1722: Se casa con François-Madeleine de Youville
  • 1727: Experimenta una profunda conversión
  • 1730: Se queda viuda con dos hijos y embarazada del tercero
  • 1737: Acoge en su casa a una anciana sin recursos
  • 1745: Unos vecinos le queman la casa
  • 1747: Comienza a dirigir el Hospital General de Quebec
  • 1771: Fallece en el hospital
  • 1990: Juan Pablo II la canoniza en Roma