La familia como Dios manda - Alfa y Omega

Días pasados, el filósofo Agustín Domingo Moratalla hacía un inusitado elogio la familia corriente, lamentando su olvido para no pocos responsables del bien común social. Decía así: «En un reciente estudio sobre la familia española financiado por la Obra Social de una importante entidad financiera, el profesor Meil afirma que las investigaciones realizadas no se han centrado en las familias en crisis, sino en las familias corrientes. Resulta que ahora, además de familias monoparentales, adoptivas, acogedoras, canguro, desfavorecidas o en situación de riesgo, descubrimos que existe la familia corriente. Ya iba siendo hora de que alguien concediera carta de naturaleza científica a la forma de convivencia más elemental y valiosa.

A partir de ahora, cuando los políticos se refieran a la familia ya no tendrán que tener reparos para hablar de las familias normales. Les bastará utilizar la expresión familia corriente y no tendrán que pedir perdón al auditorio, porque no se están refiriendo a la familia-como-Dios-manda, la familia-de-toda-la-vida, la familia burguesa o simplemente la familia convencional. Ya no tenemos excusas para hablar de una manera políticamente correcta de la familia, incluso le podemos decir al Papa cuando nos visite que los legisladores de un Estado aconfesional deben preocuparse por la familia corriente y no por la familia católica.

Sin necesidad de precisar las formas de entender esta última, sería interesante aprovechar la visita de Benedicto XVI para pedir a nuestros políticos que se pongan las pilas en el tema de la familia corriente. Hasta ahora, las políticas familiares han sido subsidiarias de las políticas sociales, como si las políticas familiares fueran una parte de los servicios sociales generales. Así están organizadas las políticas de familia en todas las Administraciones públicas, desde la central a la local, pasando por la autonómica. Los presupuestos para atender a las familias se aprueban dentro de los presupuestos de los llamados asuntos sociales, bienestar social o solidaridad social. Como además se trata de un servicio segregado y derivado de los antiguos servicios de beneficencia, entonces resulta que está a merced del presupuesto que haya para mayores, dependientes, jóvenes, voluntarios, transeúntes o discapacitados».

El Mundo

El cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, ha concedido una interesante entrevista al diario El Mundo, el pasado sábado 1 de julio, en la que leemos:

«¿Qué valor tiene que este Encuentro de las Familias se celebre precisamente en España. Un país donde recientemente se han aprobado algunas leyes que han sido muy criticadas por el Vaticano?
Le recuerdo que la celebración en Valencia fue convocada hace tres años, antes de que se produjera el cambio de Gobierno. Y le recuerdo que es un acto fundamentalmente religioso. En este sentido, el que se celebre en Valencia no es algo que se haya pensado siguiendo una extraña estrategia. Cada tres años se realiza en un país diferente y, en este caso, Juan Pablo II había elegido Valencia porque es una Iglesia muy dinámica y fuerte, y es una ciudad a la vez antigua y moderna. Pero eso no quita para que la visita del Papa no sea muy significativa.

El hecho de que en España ahora estén reconocidas y amparadas por la ley las familias homosexuales, ¿cambia en algún modo el sentido de este Encuentro?
Quiero subrayar que estas jornadas, de carácter religioso, no se harán contra nadie, sino por el bien del hombre. El Encuentro se celebra en Valencia, pero es un Encuentro mundial. Y el hecho de que se celebre en España no significa que se haga con una única preocupación. Nuestro objetivo es hacer entender al mundo que no hay mejor capitalización ni mejor inversión social que la que se hace en familia. Si ésta va bien, si está contenta, si tiene manera de acoger a los hijos con amor, de acogerlos como es debido, el pueblo en su conjunto tiene paz. Si, por el contrario, la familia sufre golpes, entonces la sociedad va mal.

Pero si el Vaticano hubiera sabido que en España iba a haber un cambio de Gobierno y que el nuevo iba a legalizar los matrimonios gays, ¿habría elegido Valencia como sede de este Encuentro?
Quién se podría imaginar que iba a ocurrir lo que ha ocurrido… Se trata de futuribles. Pero, por otro lado, ¿por qué no?

Eminencia, ¿qué opina de los matrimonios entre personas del mismo sexo?
Sobre las parejas homosexuales el Papa ya se ha pronunciado, recalcando cuál es la enseñanza clara, oficial profunda, y la razón de la misma que da la Iglesia. La Iglesia respeta la persona de los homosexuales, se opone a una discriminación en el sentido de que no deben ser objeto de tratamiento no humano. Conoce su drama. Busca ayudarlos. Y yo creo que, si se va a la base y se pregunta su opinión a las familias, ésta es similar a la de la Iglesia. Hay fórmulas y cláusulas de tipo jurídico en el Derecho privado que abundantemente responden a algunos derechos que alegan las parejas homosexuales, pero sin que sea necesario en lo más mínimo crear otro tipo de falsas instituciones que suponen una ficción jurídica. No creo necesario volver a recalcar lo que la Iglesia está diciendo en todos los episcopados del mundo».