Cardenal Hollerich, presidente de COMECE: «Es una vergüenza para Europa» - Alfa y Omega

Cardenal Hollerich, presidente de COMECE: «Es una vergüenza para Europa»

El cardenal Jean-Claude Hollerich, presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE) y arzobispo de Luxemburgo, espera que el miedo al COVID-19 anime a tomar medidas para solucionar el hacinamiento y bloqueo de la situación en Grecia… pero teme que no será así

María Martínez López
El cardenal Hollerich con una refugiada en Moria (Lesbos), en mayo de 2019
El cardenal Hollerich con una refugiada en Moria (Lesbos), en mayo de 2019. Foto: CNS.

El cardenal Jean-Claude Hollerich, presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE) y arzobispo de Luxemburgo, espera que el miedo al COVID-19 anime a tomar medidas para solucionar el hacinamiento y bloqueo de la situación en Grecia… pero teme que no será así.

Hace algo más de un mes, pidió a las conferencias episcopales de Europa que intentaran que sus países acogieran a solicitantes de asilo de Grecia. ¿Ha tenido respuesta?
En respuesta a esa petición, y también durante el encuentro [de obispos del Mediterráneo] en Bari bastantes obispos me dijeron que les encantaría hacer algo. Pero que los gobiernos de sus países no tenían una actitud muy positiva hacia permitir la entrada al país a personas porque lo pidiera la Iglesia. Y me temo que ahora con la crisis del COVID-19 va a ser muy difícil que los obispos consigan dialogar con los políticos sobre este tema. Recibí una carta muy atenta del presidente de la Conferencia Episcopal Alemana diciendo que harían todo lo posible.

¿Qué responsabilidad tiene la UE en las condiciones de vida de los migrantes en Moria y otros campos y en el creciente rechazo de los habitantes de las islas griegas?
Es una deshonra y una vergüenza para Europa. Cuando visité el campo de Moria, en Lesbos, ya estaba superpoblado. Y ahora hay mucha más gente. No hay instalaciones adecuadas, ni médicos suficientes. Me causa una impresión muy negativa ver que la UE inmediatamente da dinero para proteger las fronteras, pero no puede hacer nada sobre el terreno por esa gente. Contradice totalmente los valores europeos de los que hablamos con tanta frecuencia. No veo mucha diferencia con el muro que Donald Trump está construyendo en la frontera con México.

Una situación relacionada con el acuerdo de 2016 con Turquía.
Ese acuerdo se parece a cuando los padres dan dinero a sus hijos para que no les molesten. Nosotros le damos dinero a Turquía para que los refugiados no nos molesten. En las relaciones humanas es algo que no se debe hacer, y los padres pueden descubrir que en algunos casos esta actitud lleva a catástrofes. Entiendo que debe haber una entrada controlada a Europa y que la gente puede estar en Turquía un tiempo; mejor allí que en Libia. Pero que se vea a los refugiados como un problema o causantes de problemas y no como personas humanas que nos piden ayuda es un error terrible. Como cristiano pienso en la parábola del buen samaritano. También él dio dinero al dueño de la posada para que asistiera al hombre herido. Pero volvió y asumió personalmente su cuidado. Lo otro puede ser una solución política, pero no cristiana.

Por otro lado, la gente habla de Turquía criticando que use a los refugiados como instrumento político, pero hemos sido nosotros quienes lo hemos hecho posible. Debemos señalarnos como los responsables.

¿Qué lectura hace de los episodios de violencia en Lesbos?
Puedo comprender a la gente de Mitilene. Los refugiados son muy numerosos, y en los campos la mayoría de gente es buena, pero también puede haber quien cause problemas. Esos son a quienes se ve, y los habitantes no pueden distinguirlos [del conjunto]. Además, con tanta gente en un lugar tan pequeño se genera mucha agresividad entre los propios refugiados. Temo por los niños y las mujeres no acompañadas, que tienen difícil protegerse de violaciones. En estas estructuras también surgen rápidamente mafias. Por todo ello la gente sufre por partida doble.

Así que puedo entender que los isleños no comprendan esta situación. Pero es imposible justificar estos ataques y actos violentos contra los refugiados o los periodistas. Si hacemos eso perdemos nuestra dignidad y nuestra humanidad. Con todo, en vez de señalarles con el dedo, debemos preguntarnos si los hemos ayudado. ¿Dónde está la solidaridad de Europa con la gente de Lesbos?

¿Cree que la amenaza del COVID-19 en el campo será un acicate para resolver esta emergencia humanitaria? ¿O al contrario, la esconderá?
Ojalá fuera lo primero, pero me temo que no será así. Sé que se pueden llegar a cerrar los campos. Sé que allí la gente está asustada. Saben que existe esta enfermedad, pero quizá no tienen información objetiva sino rumores. Cuando fui al campo, apenas había medicinas. Va a ser muy difícil luchar contra eso si enferman. Sobre todo teniendo en cuenta cómo están viviendo, como cerdos en una granja. La enfermedad se puede extender de forma terrible.

Esta enfermedad debería abrirnos a la solidaridad hacia todos los que sufren. Pero a veces nuestra miseria nos hace aislarnos y no vemos que hay gente con una miseria y un peligro mucho mayor. Espero y rezo para que mucha gente en Europa responda abriendo su corazón a la gente que sufre en los campos de refugiados de Grecia. Pero me temo que la realidad será mucho más dura. Tenemos que estar atento y denunciar lo que ocurra.

¿Qué medidas cree que se deberían tomar de forma urgente?
Creo que el Gobierno griego ha empezado a establecer otros campos cerca de Atenas y eso es bueno, porque la gente en las islas está tan hacinada que no pueden vivir con dignidad. Es una medida urgente que hay que tomar ahora para que la gente pueda vivir con dignidad, aun en medio de la pobreza.

¿Y en cuanto a soluciones a largo plazo?
Solo veo los corredores humanitarios. Estas iniciativas permiten a Europa elegir a los más débiles. He estado hablando mucho por teléfono con el ministro de Exteriores de Luxemburgo. Nuestro país estaba dispuesto a acoger a diez menores y mujeres jóvenes. Pero ahora por la crisis del COVID-19 no se puede hacer, y el ministro está sufriendo por ello. Nuestra capacidad está completa y el Gobierno teme que haya un brote en las instituciones para solicitantes de asilo. Lo entiendo, pero lo siento mucho. Espero que estos jóvenes y chicas puedan tener una nueva vida. Tienen el mismo derecho a ser felices que el resto de nosotros.