Maider Fernández: «Es admirable el valor que da Jordi a su forma de vida» - Alfa y Omega

Maider Fernández: «Es admirable el valor que da Jordi a su forma de vida»

Maider Fernández Iriarte quiso grabar una película documental sobre Lourdes y este viernes estrena Las letras de Jordi que, además, rompe prejuicios contra la parálisis cerebral y reivindica el encuentro y la actitud de escucha a los demás

José Calderero de Aldecoa
Jordi Desquens, protagonista, y Maider Fernández Iriarte, directora del filme, en un fotograma de ‘Las letras de Jordi’. Foto: Márgenes

«Mejor que estuvieras muerto, porque estar así, ¡qué mierda de vida!». «Qué pena de hombre». «Lo siento mucho por ti». Son algunas de las lindezas que ha tenido que soportar Jordi Desquens, que sufre parálisis cerebral desde que nació, hace más de 50 años. Las críticas han continuado incluso después de convertirse en el protagonista de la película Las letras de Jordi, que fue duramente atacada por un crítico al que no le gustaba la forma en la que se trataba un tipo de vida —la de Jordi— que él consideraba como miserable.

A la directora del filme, Maider Fernández Iriarte (Donostia, 1988), le sucedió, sin embargo, justo lo contrario cuando conoció a Jordi. «La idea original de la película era hablar sobre el santuario de Lourdes y fui a grabar a un grupo de peregrinos. En él estaba Jordi y desde el principio me pareció una persona muy auténtica, con mucha personalidad y con una vivencia de la fe especial», asegura en entrevista con Alfa y Omega.

Pero lo que comenzó como una película documental sobre Lourdes, enmarcada en un proyecto de fin de máster de la Universidad Pompeu Fabra, se ha convertido en una cinta que ha participado en festivales internacionales y que subraya de forma magistral el valor del encuentro, de la comunicación, de la importancia de dedicarle tiempo a los demás y que, además, rompe prejuicios contra las personas con parálisis cerebral. «¿Quienes somos nosotros para juzgar si la vida que tiene merece la pena o no? De hecho, para mí es admirable el valor que le da Jordi —que está postrado en una silla de ruedas y se comunica, en gran medida, a través de una tablilla— a su forma de vida, superando todo tipo de limitaciones».

Foto: Márgenes

Dedicar tiempo a los demás

Hablar de limitaciones en la vida de Jordi es, sobre todo, referirse a su independencia y movilidad, pero también a su capacidad de comunicación. En ese sentido, la película se podría redefinir como una gran conversación entre Maider y Jordi, algo ciertamente sorprendente, ya que la parálisis cerebral ha limitado muchísimo la capacidad de habla de Desquens. Su diversidad funcional hace que cualquiera de los diálogos que aparecen en el documental se produzca a trompicones y se extienda más de lo habitual. Precisamente por esto mismo, exige a su interlocutora —Maider— una gran capacidad de escucha. «Yo acudía todas las semana un par de horas y me centraba solo en él. Es verdad que iba con una cámara, con intención de hacer una película, pero ¿cuántas veces quedamos con alguien y dedicamos dos horas de verdad, en exclusiva, a estar con esa persona?», reflexiona la directora.

Al mismo tiempo, Fernández receta estas actitudes para la sociedad del siglo XXI. «Creo que nos falta escucha y empatía. Deberíamos escuchar más a las otras personas sin juzgarlas y tratar de comprender. Al final, escuchar al otro es acogerlo, y esto creo que es algo valioso en un momento en el que quizá vamos demasiado a nuestra bola y apenas dedicamos tiempo de calidad a los que nos rodean».

Hablar de la fe sin fe

Más allá de las palabras, la directora de Las letras de Jordi se aplica su propia medicina al valorar y tratar de profundizar en la fe de Jordi y en el santuario de Lourdes desde una posición parecida al agnosticismo.

La directora se interesó por este tema a raíz de la muerte de su abuela, con la que vivía. «Era una persona con la que he pasado mucho tiempo y a la que he querido mucho», asegura Fernández. Su muerte le generó sentimientos encontrados: «Me dio mucha tristeza y, a la vez, sentí mucho amor. Fue bonito de alguna manera y, entonces, pensé: “La fe en Dios tiene que ser parecido a esto”. Fue una sensación inesperada». Aquel episodio «hizo crecer en mí el interés por este ámbito y fue también lo que me hizo acercarme a Jordi. Vivía la fe de manera especial y quería conocer esa experiencia», concluye.

Sin tomar postura

Las letras de Jordi comparte distribuidora —Márgenes— con Converso, la película documental en el que su director, agnóstico, ahondaba en la conversión al catolicismo de su familia. «Ambas nos llamaron mucho la atención porque abordan temas candentes, como puede ser el de la fe, desde un punto de vista muy honesto, sin maniqueísmo, dejando hablar a los protagonistas y sin intentar conducir al espectador para que tome una postura u otra. Desde un punto de vista respetuoso, tanto Converso como Las letras de Jordi invitan a observar una realidad para que la gente saque las conclusiones que considere oportunas. Y esto es algo que no siempre pasa en la sociedad», asegura Pablo Caballero, de Márgenes.