El 11 de septiembre del año 2001, aviones secuestrados por terroristas de Al Qaeda se estrellaban ante los ojos del mundo provocando un shock en Estados Unidos y en todo el planeta. Este atentado terrorista tendría graves consecuencias a nivel global por lo que se denominó como la guerra al terrorismo. Por otro lado, y en fechas más recientes, el 15 de agosto del presente año, los talibanes entraban en Kabul, provocando la caída del Gobierno de Ashraf Ghani y destrozando el sueño de una Afganistán libre, democrática y pluralista. Casi 20 años han pasado desde ambos acontecimientos, y en este periodo se han producido profundos cambios en el panorama internacional. Esta transformación se explica fundamentalmente en los siguientes puntos:
Yihadismo, amenaza global. El fenómeno del terrorismo yihadista ha eclosionado con una fuerza sin igual alcanzando la práctica totalidad de las latitudes del mundo. No solo países de Oriente Medio sufren esta amenaza, sino que otros muchos se han visto afectados por la irrupción del fenómeno yihadista. El atentado en Madrid el 11 de marzo de 2004 o los atentados de noviembre de 2015 en París son una buena prueba de ello. Así, los propios Estados Unidos, Europa en su práctica totalidad, el norte de África al completo, toda la franja del Sahel y todo el sur de Asia y el sureste asiático, especialmente Indonesia y Filipinas, se han visto afectados con intensidad. Por ello, la primera gran transformación ha sido la irrupción y, sobre todo, la consolidación del terrorismo yihadista como una de las principales amenazas globales. La victoria talibán en Afganistán manda un potente mensaje al resto de grupos yihadistas internacionales de que la victoria es posible, por lo que no se prevé una reducción en la intensidad del fenómeno.
Atentados masivos. La extensión del yihadismo se ha producido al compás de la consecución de atentados masivos, muchos de ellos suicidas, que han golpeado a la ciudadanía global a través de la revolución en los medios de comunicación. Internet, sin duda, ha sido un factor clave a la hora de trasmitir el mensaje de miedo que el terrorismo yihadista ha sembrado por el mundo. Buen ejemplo de ello es el propio movimiento talibán, que ha sabido magistralmente beneficiarse de las múltiples posibilidades que ofrecía internet a través de páginas web y redes sociales. Es decir, el control y la influencia sobre la narrativa de los acontecimientos ha pasado también a consolidarse como un elemento básico a nivel global y, en ello, la irrupción de internet está jugando un papel fundamental, donde la lucha por la información es esencial.
Movimientos migratorios. La irrupción del terrorismo ha ocasionado, junto a otros eventos, ingentes movimientos de personas forzados por la violencia, bien como refugiados, allende las fronteras de sus respectivos países, bien como desplazados internos. El caso de Siria es el mayor ejemplo, donde más de seis millones de ciudadanos sirios abandonaron el país a causa de la guerra entre el régimen de Bashar al Asad y el Estado Islámico. Movimientos de personas que no solo se han visto en Oriente Medio, sino también, en Nigeria o la propia Afganistán.
China ya nos domina. Si en 2001 Estados Unidos era la potencia indiscutible en el mundo, 2021 acabará con una China que más pronto que tarde le superará en producto nacional bruto y que se perfila ya como serio aspirante a ser la futura superpotencia mundial, o bien a compartir el cetro del poder con Estados Unidos. Su clara apuesta por ser un líder militar y, sobre todo, tecnológico, es una clara muestra de ello. Porque China sabe que la hegemonía mundial debe estar acompañada de un liderazgo tecnológico y de una fuerte economía que la sustente. Junto a China, potencias medias como Rusia jugarán un papel primordial en los acontecimientos del mundo futuro.
Por todo ello, cabe concluir que las dinámicas observadas en estos últimos 20 años continuarán. Lo que está por determinarse es su intensidad y la velocidad de las mismas.