200 refugiados de Malí luchan contra el fuego en Mauritania - Alfa y Omega

200 refugiados de Malí luchan contra el fuego en Mauritania

ACNUR ha concedido el Premio Nansen a un grupo de bomberos aficionados que también ha reforestado 34 hectáreas

María Martínez López
Acercarse a las llamas para extinguirlas con ramas no está exento de riesgos. Foto: UNHCR / Colin Delfosse.

En el semiárido sur de Mauritania, cualquier colilla o brasa abandonada por un pastor puede prender en los matorrales y provocar un incendio de varios kilómetros. De septiembre a junio, la temporada seca, decenas de ellos amenazan tanto a las aldeas como al campo de refugiados de Mbera, donde viven 80.000 malienses. Ahmedou Ag Alboukhari, uno de ellos, decidió hacer algo al respecto. En su país era granjero y miembro de la Cámara Regional de Agricultura de Tombuctú. Ya había huido de Malí en 1991, y en 2012 tuvo que volver a hacerlo, con su familia, cuando un golpe de Estado «desató el caos», los funcionarios públicos «se marcharon» y llegaron grupos rebeldes.

«Las autoridades y la población de Mauritania hicieron todo lo posible por nosotros». Al constatar que esos pueblos «no tienen capacidad para combatir los incendios», sintió «la obligación moral de ayudarlos». En 2013, Alboukhari y varios compañeros comenzaron a entrenarse como bomberos amateurs. Él ya lo había sido. Con un vehículo y dinero para gasolina aportados por ACNUR y la ONG SOS Desert, y el apoyo logístico de las autoridades locales, nació la Brigada contra Incendios de Mbera. El 10 de octubre fueron los ganadores regionales para África del Premio Nansen para los Refugiados, de ACNUR.

Este fue Nansen

El Premio Nansen se otorga a quienes realizan una labor extraordinaria para proteger a refugiados y desplazados. Toma su nombre del científico, diplomático y trabajador humanitario noruego Fridtjof Nansen. Este año se cumplen 100 años de su Premio Nobel de la Paz y del pasaporte Nansen, que permitió a refugiados y apátridas cruzar fronteras en busca de empleo.

Con ramas

Cuando se da la voz de alarma, los bomberos de guardia acuden a sofocar las llamas a golpes con largas ramas de mudar, «un árbol que no es comestible y se regenera rápido», explica su líder. También hacen cortafuegos. Si el incendio se acerca demasiado a zonas pobladas, hay toque a rebato y los 200 compañeros unen fuerzas para humedecer el terreno.

Pero pronto se dieron cuenta de que esto no era suficiente. Su presencia en una región «de riesgo», explica Alboukhari, aumentaba la presión sobre el ecosistema. Por ejemplo, donde se levanta el campo se habían arrancado árboles y matorrales. Además, tanto refugiados como mauritanos son mayoritariamente pastores, lo que multiplicó el número de animales pastando en las mismas tierras. «Hacía falta reforestar la zona». Parte de la brigada se dedica a ello y, con apoyo del Fondo de la ONU para la Promoción de la Paz, han cubierto ya 34 hectáreas. «El paisaje ha cambiado», afirma, orgulloso, su fundador.

En el último año, los bomberos han plantado cerca de 60.000 árboles. Foto: UNHCR / Colin Delfosse.

Y no solo el paisaje. El proyecto ha sido un paso de gigante para su integración. Al principio, los aldeanos pensaban que ACNUR pagaba a estos peculiares bomberos. Pero en cuanto entendieron que era un servicio voluntario para «ser buenos vecinos», empezaron a participar. El compromiso por el medio «nos ha unido».

La excanciller alemana Angela Merkel, ganadora del Premio Nansen general, va a repartir sus 150.000 dólares entre los cuatro ganadores regionales. Con los 37.500 que les corresponden, Alboukhari quiere comprar «otro vehículo y calzado resistente al fuego». También contribuirán al sustento de sus compañeros más pobres.