Cinco años de la muerte de Aylan, que (durante unos días) conmovió al mundo - Alfa y Omega

Cinco años de la muerte de Aylan, que (durante unos días) conmovió al mundo

700 menores más han muerto en el mar intentando llegar a Europa desde el 2 de septiembre de 2015, denuncia Save the Children

María Martínez López
Aylan
Foto: CNS.

La foto del pequeño cuerpo inerte, con camiseta roja, pantaloncitos oscuros y sandalias, dio la vuelta al mundo el 2 de septiembre de 2015. El mar lo había devuelto a la playa de Bodrum (Turquía), junto con los cuerpos de su madre y su hermano, después de que la lancha en la que intentaban alcanzar la isla griega de Kos se hundiera. Solo el padre sobrevivió.

Alan o Aylan Shenu, conocido al principio como Aylan Kurdi, se convirtió en la imagen del día gracias al trabajo de la fotógrafa turca Nilüfer Demir. Activistas, artistas, líderes sociales de todo tipo, y también políticos, subrayaron que esa trágica muerte de un niño de 3 años debía cambiar cómo se estaba afrontando de forma global una crisis de refugiados que se encontraba en pleno apogeo.

El presidente francés, François Hollande, telefoneó a su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan y a una serie de líderes europeos para pedir una postura europea común y justa. «Si las imágenes se han hecho virales en todo el mundo, también deben suscitar una ronda de responsabilidad. Pienso en todas las víctimas que nunca son fotografiadas, y de las futuras víctimas si no hacemos nada». «Fue uno de esos momentos en los que parecía que a todo el mundo le importaba», afirmó la BBC unos meses después, en un resumen del año.

700 aylanes más

Con motivo del quinto aniversario de la muerte de Aylan, Save the Children ha denunciado que «no se han llevado a cabo la gran mayoría de las promesas políticas de esos días», en las que «numerosos líderes se comprometieron a proteger a las personas refugiadas y migrantes, especialmente a los niños», afirma la ONG en un comunicado. De hecho, desde entonces, otros 700 menores han perdido la vida en el mar.

Además, ahora la cuestión migratoria se aborda desde «una perspectiva de seguridad», y se están ignorando, e incluso justificando, los casos de violencia en las fronteras. En el mismo período, se «ha dado la espalda» a 210.000 niños refugiados no acompañados. Muy pocos logran el estatus de refugiado. «Los niños siguen muriendo a las puertas de la UE mientras el mundo mira hacia otro lado», lamenta Anita Bay Bundegaard, directora de Save the Children Europa.

Éxodo por Siria y Turquía

Aylan había nacido en 2012 en Kobane (norte de Siria), de una familia de origen kurdo. Su familia se movió entre varias ciudades de la región huyendo del Estado Islámico, y acabó instalándose en Turquía. A principios de 2015 regresaron a su hogar, pero solo cinco meses después tuvieron que volver a abandonarlo. Desde Turquía intentaron dos veces, infructuosamente, emigrar legalmente a Canadá, donde tenían parientes.

Fue entonces cuando el padre, Abdullah, decidió pagar casi 5.000 euros para embarcarse con Aylan, su madre, Rehana, y su hermano, Galib, en una lancha que los llevaría a Kos. Al menos otros 12 sirios iban en barca hinchable. El doble de su capacidad. A los cinco minutos de dejar la costa se produjo la tragedia.

Foto: Osservatore Romano / Reuters.

Llamamiento del Papa a las parroquias

Cuatro días después, después del rezo del ángelus en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco, sin aludir a Aylan, recordó a las «decenas de miles de refugiados que huyen de la muerte por la guerra y el hambre, y están en camino hacia una esperanza de vida». Y lanzó un llamamiento a «las parroquias, a las comunidades religiosas, a los monasterios y a los santuarios de toda Europa para que manifiesten la concreción del Evangelio y acojan a una familia de refugiados». Sería, añadió, «un gesto concreto de preparación para el Año de la Misericordia.

Dos años después, en su visita a la sede de la FAO por el Día Mundial de la Alimentación (16 de octubre), Francisco inauguró una escultura del artista italiano Luigi Prevedel, que muestra a Aylan acompañado por un ángel que llora desconsoladamente.