2 de febrero: santa Juana de Lestonnac, la niña educada que instruyó a las mujeres - Alfa y Omega

2 de febrero: santa Juana de Lestonnac, la niña educada que instruyó a las mujeres

Con un grupo de jóvenes aguerridas que conoció durante la peste, su vocación fue llevar a otras féminas la educación que ella recibió por ser de alta alcurnia. «La mujer debe salvar a la mujer», decía en un tiempo en el que la sociedad las relegaba

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
'Santa Juana de Lestonnac'. Casa de la Compañía de María de Burdeos (Francia)
Santa Juana de Lestonnac. Casa de la Compañía de María de Burdeos (Francia). Foto: Compañía de María.

A veces parece que hay santos que nacen antes de tiempo, pero, en realidad, son un golpe de timón para que la Iglesia cambie su rumbo hacia donde Dios la quiere llevar. Así fue la vida de santa Juana de Lestonnac, convencida de la necesidad de educar a niñas y mujeres cuando nadie más compartía su visión. Juana nació el 27 de diciembre de 1556 en un entorno excepcional. Su padre era consejero del rey en el Parlamento regional de Burdeos, mientras que su madre era la hija del alcalde de la ciudad y hermana del conocido filósofo humanista Miguel de Montaigne. Este linaje la situaba en lo más alto de la sociedad francesa, con acceso a una educación que entonces estaba reservada únicamente a los varones.

Europa estaba en aquellos años sumida en las guerras de religión que surgieron entre católicos y protestantes tras la Reforma y la Contrarreforma. Esto afectó a la familia de Juana, dado que su padre era católico y su madre ferviente calvinista. Con el tiempo, la niña se decantó por lo primero gracias a la influencia de su tío Miguel, quien contagió a su sobrina la visión positiva de la vida y del ser humano inherente a la fe de Roma.

En 1572, Juana se casó con el barón Gastón de Montferrand-Landiras, con el que tuvo siete hijos. Solo cuatro llegaron a la edad adulta. El mismo Gastón murió apenas 25 años después, dejándola viuda y a cargo de la educación de su familia. Con los niños ya crecidos, en 1603 Juana se retiró al monasterio cisterciense de Feuillantines, en Toulouse. La vida de austeridad y penitencia que llevaba la comunidad menguó sus fuerzas hasta el extremo de tener que abandonarlo al cabo de unos meses. «Su salud no soportó aquellas condiciones y se tuvo que salir. Pero allí se sintió llamada a cubrir la mayor necesidad que identificaba en su tiempo: la formación de las jóvenes», asegura María Luz López Domínguez, responsable de comunicación de la Provincia del Mediterráneo de la Compañía de María, fundada por la santa.

Formación personalizada

Providencialmente, la ayudó en su nuevo objetivo la peste que asoló Burdeos en 1605. Juana se echó a la calle para atender a los afectados y así pudo conocer a un grupo de jóvenes aguerridas a las que contagió su visión y con las que formaría su primera comunidad. «La mujer debe salvar a la mujer», decía. Por eso creó poco más tarde una nueva orden religiosa con una querencia especial por las féminas, en una situación eclesial y social nada propicia. La Compañía de María supuso «una novedad para la época en el modo de transmitir los contenidos formativos, porque en ese momento no se consideraba necesario que las niñas estudiaran letras y ciencias. Eso fue muy chocante al principio», afirma López Domínguez. A pesar de su carácter rompedor, la obra fue recibida con entusiasmo en 1607 por el cardenal Sourdis, arzobispo de Burdeos, quien se la presentó al Papa Pablo V para su aprobación. La dio apenas unos meses después.

Comenzó entonces para Juana una etapa de fundaciones por toda Francia, hasta 30 en el momento de su muerte. «Habiendo conocido la vida monástica quiso llevar a sus casas la alianza entre oración y acción», explica también la responsable de comunicación de la Compañía de María. «Lo que creó no fue una red de monasterios, sino de casas con una fuerte vivencia contemplativa que trataba de extender incluso a las niñas que estudiaban allí. Por eso, desde el principio se nos conoció en todas partes como “las monjas de la enseñanza”».

Otra de las peculiaridades de su pedagogía es que «no todas calzan el mismo pie», como solía decir santa Juana. Con esto daba a entender la necesidad de una educación personalizada «casi 400 años antes de los avances que se dieron en Europa en este sentido. Fue una auténtica pionera, con un estilo educativo que llegó a América muchos años después de su muerte resaltando la dignidad de las mujeres nativas», señala López Domínguez.

Los últimos años de Juana estuvieron marcados por la tribulación. Durante algún tiempo sufrió acusaciones infundadas por parte de algunas hermanas, que llegaron a relegarla como superiora y a retirarle la comunicación con el resto de religiosas. Incluso la amenazaron con mandarla a casa a cuidar cerdos. Tras perdonarlo todo, Juana murió el 2 de febrero de 1640, durante la fiesta de las candelas, mientras de su cuerpo emanaba —según los testigos— una suave y dulce luz.

Bio
  • 1556: Nace en Burdeos
  • 1572: Se casa con Gastón de Montferrand-Landiras
  • 1597: Se queda viuda
  • 1603: Hace una experiencia monástica cisterciense
  • 1607: Funda la Compañía de María
  • 1640: Muere en Burdeos
  • 1949: Es canonizada por Pío XII