La aventura del apóstol - Alfa y Omega

La aventura del apóstol

El apóstol Pedro es una filigrana de la fe, una obra de arte que Dios ha esculpido en el barro de la fragilidad de un sencillo pescador de Galilea. La exposición El camino de Pedro, que se acaba de inaugurar en Roma, nos pone tras las huellas de quien ha experimentado de primera mano que la debilidad es la materia preferida por Dios para construir la Iglesia

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
'Pedro y Juan corren al sepulcro la mañana de la Resurrección', de Eugène Burnard (1898). Museo d'Orsay, París
Pedro y Juan corren al sepulcro la mañana de la Resurrección, de Eugène Burnard (1898). Museo d’Orsay, París.

La Iglesia celebra mañana la fiesta de la Cátedra de San Pedro, celebración que se remonta al siglo IV, para poner de manifiesto la unidad de la Iglesia, fundada en la persona del Apóstol. En los momentos extraordinarios que atraviesa la sede de Pedro, resulta ahora más que oportuna esta fiesta, para recordar que la Iglesia se sostiene sobre la fe de quien ha experimentado que Jesucristo es la fuerza de nuestra debilidad.

«La aventura del apóstol Pedro nos recuerda qué es lo que un hombre puede hacer por Dios, y qué es lo que Dios puede hacer de un hombre»: así presentaba el cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado de Benedicto XVI, la muestra El camino de Pedro, que se puede visitar, hasta el 1 de mayo, en el Castel Sant’Angelo, en Roma. Promovida por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, la muestra ofrece al visitante una colección de cuarenta pinturas y esculturas traídas de Oriente y de Occidente, procedentes de una cristiandad que, desde los orígenes del cristianismo hasta nuestros días, tiene en la figura del apóstol Pedro un faro seguro para la fe.

El Presidente de este Consejo Pontificio, monseñor Rino Fisichella, ha presentado esta exposición como «un viaje a través de los siglos para conocer a uno de los personajes que siempre ha interesado a los artistas que han intentado comprender su misterio y darle voz. Pedro es una imagen de la Humanidad que busca y encuentra; por desgracia, también es débil y traiciona y, sin embargo, sabe pedir perdón. Movido por el amor, por una experiencia única y arrolladora, lo deja todo para proclamar al mundo el misterio de la resurrección de Cristo. Se trata de un verdadero viaje de la fe, que los artistas han sabido captar en muchas obras que atestiguan su belleza. Esta exposición es un camino para crecer en la fe, pero también es un reto para darse cuenta de la necesidad de creer como una respuesta al sentido de la vida».

En la Misa de mañana, toda la Iglesia pedirá al Señor: No permitas que seamos perturbados por ningún peligro, tú que nos has afianzado sobre la roca de la fe apostólica. Es la roca que necesita hoy de la oración de toda la Iglesia, para que la insustituible figura del apóstol Pedro pueda seguir confirmando la razón para vivir de todos cuantos buscamos a Dios: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.