La napro quiere consolidarse en España
Cristina y Lander tuvieron a su hijo con la ayuda de la naprotecnología, y ahora quieren acompañar a otros matrimonios en este proceso. Forma parte del nuevo impulso a este enfoque médico en España. Este fin de semana, Madrid acoge un congreso internacional organizado por Fertilitas
A punto de cumplir 5 años, el hijo de Cristina Delgado y su marido, Lander, fue de los primeros niños en nacer en España con ayuda de la naprotecnología («y, lo primero, gracias a Dios», apostilla ella). Cuando en 2012, tras tres años de matrimonio, los hijos no llegaban, una amiga irlandesa habló al matrimonio madrileño de este enfoque médico, que combina un método natural de reconocimiento de la fertilidad, el Creighton, con protocolos científicos para diagnosticar y tratar las causas de la esterilidad o la infertilidad. «Habíamos seguido varios métodos naturales, habíamos ido a médicos… Estábamos desanimados y cansados», recuerda.
«Llegamos a plantearnos la fecundación in vitro, a pesar de que no encaja con nuestras creencias –reconoce–. Pero habíamos oído a otras parejas que es un procedimiento frío, invasivo, con mucha medicación que luego tiene efectos secundarios». Así que, aunque al principio eran reacios a probar algo que, además, no aplicaba aún ningún médico en nuestro país, acabaron dando el paso. Contactaron con una médica de Gibraltar, experta en napro, que también les enseñó el método Creighton. Todo por videollamadas. «Fue una carrera de obstáculos, porque nos mandaba análisis y, al ser protocolos distintos, los médicos de Madrid no los querían hacer. Al final, donde ellos hablaban de infertilidad por causa desconocida, ella detectó en mí pequeños desajustes hormonales» y los trató. Tras un año y medio, lograron el embarazo.
Ahora continúan su seguimiento en Fertilitas, una empresa fundada en 2018 para promover en España una mayor implantación de este enfoque terapéutico. Este fin de semana organiza en Madrid el I Congreso Internacional de Naprotecnología, en el que participará su creador, el médico estadounidense Thomas Hilgers. Está vinculada a la fundación Ciento por Uno, que en un año ha facilitado la formación de ocho monitoras de Creighton y cuatro médicos.
Cambio de enfoque
Uno de ellos, el ginecólogo Jaime Siegrist, veía una «gran necesidad de dar respuesta a las parejas que no pueden tener hijos y no quieren recurrir a la reproducción asistida». Además de las objeciones morales –explica–, según su experiencia a las parejas que recurren a esta se les suele generar «una gran ansiedad». En cambio, ya antes de formarse constató que «la naprotecnología se vive de forma más liberadora, porque el enfoque cambia: no se trata de conseguir un hijo a toda costa, sino de mejorar la salud»; algo que luego puede o no derivar en un embarazo.
La novedad de esta disciplina –añade la doctora Tania Errasti, de la Clínica Universidad de Navarra y primera médica española en formarse en naprotecnología– es que «utiliza las gráficas del método Creighton para ayudar en el diagnóstico y comprobar si los tratamientos son eficaces. También ha mantenido la cirugía para algunas patologías, que en muchos sitios ya no se tratan porque existe la FIV».
Cuando ella acabó su formación en 2012, solo podía tratar a personas que ya habían aprendido el método con monitoras de otros países, pues en el nuestro no había. Luego se formaron algunas, y otras dos doctoras. La naprotecnología empezó a conocerse, y la demanda creció. Ahora, Fertilitas –a la que ella no pertenece– «ha creado una estructura que promueve la formación de más médicos y monitoras, los coordina y facilita su labor».
Compartir el camino
Este enfoque incluye la puesta en marcha de la asociación NaproFamily, para agrupar a las familias usuarias de napro y que las veteranas ayuden a las nuevas. Cristina y Lander en seguida aceptaron, pues tenían «desde hace tiempo la inquietud de ayudar a otros matrimonios. Aunque nuestra doctora nos acogió muy bien, a veces nos hemos sentido solos. A la gente le cuesta ponerse en tu lugar. Simplemente te dicen que no te preocupes o que por qué no te haces la fecundación in vitro. En su día, compartir experiencias con matrimonios con una situación similar nos vino bien».
NaproFamily está dando sus primeros pasos. Hay varios matrimonios interesados en colaborar y se está preparando un programa de acompañamiento con el asesoramiento «a título personal» de Felipe Rodrigo, que es el director adjunto del Instituto de Acompañamiento Educativo de la Universidad Francisco de Vitoria y también es, con su mujer, usuario de naprotecnología. «Más allá del éxito o no éxito de tener hijos biológicos (el Señor aún no nos los ha querido regalar) pensamos que era algo en lo que podíamos aportar», explica. Quieren identificar «las experiencias más significativas del proceso y ver cómo apoyarlas desde talleres, con formación», reuniones en grupo y también individualmente.
Para él, es fundamental el sentirse «escuchado, comprendido y querido en una realidad integral» para poder «entender lo que te pasa y lo que le pasa al otro, y amarle en esa situación. El proceso de esperar se hace con un sentido, y siempre en relación con la trascendencia». Cristina, que ya ha conversado con varios matrimonios, lo hace con la esperanza de que «salgan de este difícil proceso reconfortados y fortalecidos. La napro también busca eso».
Apuesta por la investigación
Otra de las apuestas de Fertilitas para impulsar la naprotecnología es la investigación. Para ello, ha firmado un convenio marco con el Instituto San Pablo VI para el Estudio de la Reproducción Humana, cuna de la naprotecnología, y con la Universidad Francisco de Vitoria. Según Elena Postigo, directora de su Instituto de Bioética, además de ofrecer la universidad como sede para la formación en napro en España y Europa, el acuerdo pretende darle más respaldo científico: «Sabemos que los resultados empiezan a ser importantes. Pero para que la comunidad científica lo considere un método a la altura, debe tener el aval de publicaciones científicas. Poco a poco, queremos aportar esa literatura» con estudios epidemiológicos; además de investigar cómo mejorar las propias técnicas.
Por último, y como directora del Instituto de Bioética, le interesa mucho impulsar «una reflexión profunda y de calado sobre la eticidad de este método, que respeta la vida humana y la naturaleza de la unidad conyugal. La universidad está haciendo una apuesta fuerte por la bioética, y los conocimientos sobre naprotecnología nos enriquecen académica y científicamente, y también en nuestra reflexión en ese campo».
56,7 % – 76.7 % de niños nacidos en casos de endometriosis.
62,5 % – 80 % en casos de ovario poliquístico.
38,4 % en casos de obstrucción de trompas.
29,6 % tasa de nacimientos por ciclo de FIV en 2017 (Sociedad Española de Fertilidad).
Seis ciclos de FIV para que se logre un hijo en un 65 % de mujeres (estudio de 2015 en el Journal of the American Medical Association).
Más allá de la infertilidad:
95,2 % éxito en el tratamiento de síndrome premenstrual.
92,4 – 96,7 % éxito en el tratamiento de depresión posparto, normalmente en el primer mes.