Cada tres días muere un indígena asesinado por el narcotráfico en Colombia - Alfa y Omega

Cada tres días muere un indígena asesinado por el narcotráfico en Colombia

La archidiócesis de Cali organiza una caravana para llevar ayuda al pueblo Nasa, que ha sufrido trece asesinatos en menos de una semana

Ricardo Benjumea
Foto: EFE/Ernesto Guzmán

Trece indígenas han sido asesinados en los últimos días en el norte del departamento de Cauca por grupos disidentes de las FARC, reconvertidos en traficantes de droga.

Los hechos más graves tuvieron lugar el 29 de octubre, en la comunidad de Tacueyó, cuando los milicianos detuvieron una camioneta y dispararon a bocajarro contra sus ocupantes, entre los que se hallaba una conocida líder comunitaria del pueblo Nasa, Cristina Bautista. Murieron cinco personas y otras seis resultaron heridas.

El atentado –al que siguieron otros a lo largo del fin de semana– se produjo como represalia contra el apresamiento de un retén de exguerrilleros, liberados durante ese ataque. Habían sido detenidos por la llamada Guardia Indígena, cuyos miembros patrullan la selva pertrechados únicamente de bastones, por su rechazo a las armas de fuego. Por ese mismo motivo los Nasa se han opuesto hasta ahora a la presencia del Ejército en el territorio, pese a lo cual el presidente Iván Luque anunció hace unos días el envío de 2.500 efectivos, mientras arreciaban las críticas a la pasividad del gobierno.

Foto: Archidiócesis de Cali

Caravana de la archidiócesis de Cali

Los líderes Nasa rechazan las plantaciones de coca o marihuana, aunque no faltan campesinos locales aliados de los narcos. En el negocio participan también grupos paramilitares y exguerrilleros del ELN, algunos de los cuales se presentan como aliados de los cárteles mexicanos.

La Organización Nacional Indígena de Colombia (UNIC) acaba de hacer público un informe según el cual, en los últimos 14 meses (desde la toma de posesión del presidente Iván Duque hasta el 1 de noviembre), habían sido asesinados 120 indígenas. Y por ello ha demandado una relatoría especial a Naciones Unidas.

El atentado de Tacueyó, sin embargo, se ha convertido en el revulsivo que ha hecho estallar la indignación popular. La Iglesia local se sumó a los actos de repulsa a la violencia y de solidaridad con el pueblo Nasa, organizando una caravana con unos 200 feligreses que partió el lunes desde Cali, a unos 90 kilómetros, para llevar ayuda a las víctimas y celebrar una Misa por los asesinados.

El arzobispo, Darío de Jesús Monsalve, explicó que la intención era «brindar nuestra ayuda espiritual, nuestra voz de aliento a esas comunidades», golpeadas por el «drama» de la violencia de los narcotraficantes.