Memoria de una resurrección - Alfa y Omega

Pocos libros me han conmovido tanto como los de Mary Karr, a los que podría añadir los de la española Laura Ferrero, pero de esta hablaremos otro día. Desde que una culta periodista, lectora empedernida, me descubrió su existencia hace dos meses a través de Twitter –no solo es bilis lo que contiene esta red social–, he devorado dos de sus libros –El club de los mentirosos e Iluminada, ambos editados al alimón por Periférica y Errata naturae en español– en los que narra su tragicómica vida con gran maestría.

Lo cierto es que tanto El club de los mentirosos como Iluminada se leen como grandes novelas, con la carga emocional de saber que lo que allí se cuenta es verdad. Sus páginas te zarandean. La primera obra se centra en la infancia y adolescencia de Mary en la Texas profunda, en la relación de amor-odio de una madre que en su locura intenta asesinar a sus hijas para protegerlas; en el vínculo con un padre no siempre presente o en las diferencias con su hermana. El relato es sobrecogedor y, a la vez, hermoso.

En Iluminada, Mary crece pero el sufrimiento no desaparece. Aparecen el amor y el desamor, el alcoholismo que la maniata, la depresión y los pensamientos suicidas, la maternidad –su hijo juega un gran papel– y también Dios. Es la oración –en un primer momento descreída– la que la ayuda a serenarse y, entonces, comienzan las preguntas, su paso por la Iglesia anglicana o cuando se fue con su hijo, como ella misma dice, de «compras de Dios». Acabó en la Iglesia católica: «Si me llegan a decir que acaba susurrando mis pecados en un confesionario o rezando el rosario, me había meado de risa. ¿Pasatiempos menos improbables? Bailarina. Espía internacional. Mula. Asesina a sueldo».

No es que sea la de Mary una de esas conversiones grandilocuentes, su camino tiene un procesos y ella mantiene dudas, y se hace muchas preguntas que todos nos hemos hecho alguna vez en la vida. Por ejemplo, cuando está en su momento más bajo se cuestiona si no se enfadará Dios por recurrir a él justo «cuando tengo el culo lleno de metralla», por qué la redención ha tenido que llegar a través de la crucifixión, por qué Dios permite que sucedan determinadas cosas… Pero descubre la presencia de Dios: «Cuando tengo miedo, siento que Él me abraza, siento esas manos invisibles de las que tanto me he burlado».

Ahora que estamos en Pascua, la vida de Mary me recuerda a la resurrección. Si, de eso, al fin y al cabo hablan sus libros. De la esperanza, de que el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra. Lean, entonces.