Dios no está muerto. Una luz en la oscuridad. La fe en un mundo laico y plural - Alfa y Omega

Dios no está muerto. Una luz en la oscuridad. La fe en un mundo laico y plural

Juan Orellana
El reverendo Dave (David A. R. White), a la izquierda, junto a Josh Wheaton (Shane Harper), en un fotograma de la película. Foto: European Dreams Factory

Llega a la cartelera española la tercera entrega de la serie Dios no está muerto, inédita en España, que produce Pure Flix, una productora cristiana evangélica ubicada en Arizona. Con intenciones evangelizadoras la fundaron David A. R. White, Russell Wolfe, Michael Scott y Elizabeth Travis, y a ella debemos, además de la citada saga, la interesante película El caso de Cristo, estrenada esa sí el año pasado en España. Uno de estos fundadores, David A. R. White, es un actor que ha formado parte del reparto de las tres entregas de Dios no está muerto, y concretamente protagoniza la que hoy nos ocupa. La cinta está escrita y dirigida por el debutante Michael Mason.

El argumento se ha inspirado en hechos reales, y se centra en la polémica surgida en torno a St. James Church, la capilla universitaria de Hadley University, un campus de Arkansas, que quiere ser clausurada y vendida por decisión de la junta rectora de esa universidad estatal. El pastor que la regenta, Dave, es un hombre de carácter y escasa mano izquierda, que opta por resistir todo lo que pueda, ya que esa fue a su vez la capilla de su padre, también pastor, y en ella fue bautizado Dave, donde ha vivido toda su vida. Pero la iglesia sufre un atentado que va a tener consecuencias fatales y a envenenar toda la polémica. El pastor Dave tendrá que hacer un duro camino y descubrir lo que Dios le pide en ese momento tan crucial. Y para eso tendrá que saber leer los signos que se le van poniendo delante.

A pesar de todas las críticas negativas recibidas por parte de la prensa laicista, la película, que cuenta con una puesta en escena muy televisiva, tiene un guion bastante bien urdido, con diversas subtramas bien llevadas, que mantienen el interés del espectador hasta el final. Cabe destacar la subtrama de la relación de Dave con su hermano descreído; la que protagoniza la joven Keaton, una chica con crisis de fe; o la amistad de Dave con el rector de la universidad.

Lo más interesante –y de bastante actualidad en España– es la tesis de la película, que no plantea la cuestión de la presencia cristiana en espacios públicos de forma apologética o dialéctica, ni reivindica una hegemonía o unos derechos históricos. La película pone el énfasis en lo esencial, es decir, en el testimonio y la misión; misión que se construye sobre relaciones humanas, y no sobre cimientos de hormigón o muros de piedra.

La película es más asumible para un católico que El caso de Cristo, con aquel final tan nítidamente protestante, y carece de tono catequético o predicador. Sin embargo, la prensa laicista la ha tachado de fundamentalista y de complejo de persecución. Pero lo cierto es que el filme es ponderado, interesante en sus planteamientos, y pone sobre la mesa cuestiones de candente actualidad, como es el rol que debe desempeñar la religión –y sus instituciones– en un mundo laico y plural.

Dios no está muerto. Una luz en la oscuridad
Director:

Mike Mason

País:

Estados Unidos

Año:

2018

Género:

Drama

Público:

+7 años