Padre Emilio José Martínez: «El Jesús de Teresa es pura misericordia, y por eso, es pura exigencia» - Alfa y Omega

Padre Emilio José Martínez: «El Jesús de Teresa es pura misericordia, y por eso, es pura exigencia»

Desde 2009, el padre Emilio José Martínez es Vicario General de la Orden del Carmelo Descalzo, es decir, el segundo cargo más importante dentro de la Orden que reformó santa Teresa de Jesús. Sin embargo, no tiene reparo en reconocer que hasta que no le encomendaron la coordinación del V Centenario del nacimiento de la Santa, no la había descubierto como a «una madre que me da la fuente de la vida» (porque «yo era más de san Juan de la Cruz y de santa Teresita de Lisieux»). A pocos meses de cesar en su cargo, tras los seis años que marcan los estatutos («después, me encantaría ocupar la portería de mi convento»), explica las claves del V Centenario que se cumple exactamente el próximo sábado 28

José Antonio Méndez

Las actividades del V Centenario son casi inabarcables, pero, ¿cuál es su objetivo común?
El mismo que tiene un restaurador cuando se encuentra con una joya del siglo XVI: tienes ante ti una obra inmensa, maravillosa, increíble, pero el paso del tiempo ha hecho que quede recubierta por barnices, mitos, prejuicios y presentaciones equivocadas que desvirtúan su belleza. El objetivo del Centenario es decirle a la gente: ¿Quién crees que es santa Teresa? Y cuando nos pinten un retrato feo y desdibujado, presentarles a la verdadera santa Teresa y decirles: No, Teresa es así. Léela, vete a buscarla a sus libros. Reza con ella. Descúbrela.

Además, ella misma se presenta muy claramente en sus escritos…
Ésa es la gran ventaja que tenemos. Yo puedo inventarme un Jesús a mi medida, pero afortunadamente tengo el testimonio de los evangelistas, fundados en los apóstoles, que dicen: No te lo inventes, que Jesús es así, como decimos nosotros. Con santa Teresa, el contacto es aún más inmediato, porque tenemos su propia palabra. No es una tratadista, como san Juan de la Cruz, sino que cada letra suya es su alma y su carne. Por eso, las actividades del Centenario no buscan que la gente comprenda que Teresa fue muy importante en su época, sino promover actividades que muevan el deseo de la gente de conocerla mejor a ella, y a Quien dio sentido a su vida.

«Ese deseo de conocernos mejor, saber quiénes somos y Quién nos habita es lo que Teresa ha sabido explicar, y hace de ella una mujer de enorme actualidad»

500 años son muchos años… ¿Qué actualidad tiene, cinco siglos después, santa Teresa de Jesús?
La actualidad de los clásicos, que es saber tocar las fibras humanas que permanecen a lo largo del tiempo y no cambian. Un ejemplo: mira cómo vestimos ahora y cómo vestíamos hace 50 años. Hay cosas que pasan, como las modas en el vestir, pero hay otras que permanecen, como la necesidad de ir vestido, porque el primero que viste al hombre es Dios. Son ese tipo de cosas las que toca santa Teresa, todo lo que es más humano.

¿Y cómo lo hace?
Ella se pregunta: ¿Quién soy yo?, como hacen los grandes pensadores de la Historia, y cada persona que haya tomado conciencia de lo que es (dice ella que «tremenda brutalidad sería» no preguntarnos quiénes somos). Para saber quién soy, tengo que saber de dónde vengo y a dónde voy. Ella no se conforma con respuestas simples: Soy un pedazo de carne que camina por el mundo, vengo del amor de mis padres, moriré y me disolveré en la tierra. No. Ella intuye que aquí hay algo más que «esta hueca cáscara» que veo cuando me miro. Ese deseo de conocernos mejor, saber quiénes somos y Quién nos habita es lo que Teresa ha sabido explicar, y hace de ella una mujer de enorme actualidad.

«El cristiano es auténtico discípulo de Jesús cuando deja de preocuparse por su propia salvación»

¿Cómo puede llevar Teresa, a quien hoy se acerque a ella, hasta Jesús?
Santa Teresa nos lleva a Jesús de la misma forma que alguien que ha descubierto una cosa muy bonita es capaz de convencerte de que vayas a verla. Por ejemplo: yo voy a Praga, veo que es maravillosa y te doy tanto la lata con Praga que acabas diciendo que en cuanto puedas pagarte el avión, irás para allá. Santa Teresa nos habla del Jesús que ha conocido, y cuando lo hace, sientes que en ella se ha producido la experiencia del contacto real con Jesús. De un modo misterioso, místico (esto es la mística y no andar flotando por los aires), porque no ha sido un contacto como el que tenemos ahora tú y yo; pero de un modo real, que gracias a la acción del Espíritu le permite entablar una relación personal con Cristo. En sus escritos, usa la expresión «engolosinar a las almas con este Bien tan alto», y nos dice: Es posible, a ti también te puede suceder este encuentro real con Jesús.

¿Y qué rostro de Jesús descubre quien descubre a Jesús junto a la Santa?
El rostro de Aquel que está siempre dispuesto a acogernos y a perdonarnos, el rostro de Aquel que está pendiente de nosotros y es capaz de esperar a que seamos capaces de dar el paso para acercarnos a Él. Pero también un rostro exigente, y exigente no por duro, sino por enamorado. Cuando descubrimos que Jesús ha hecho tanto por nosotros, nos disponemos a vivir para Él. ¿Y eso en qué se traduce? En vivir como Él vivió: para los demás. Nosotros «podemos decir que amamos mucho a Cristo, pero de eso no hay prueba cierta» aunque nos comamos los santos a besos. Dirá ella: «La única prueba cierta es que amemos a los otros. Si amamos a los otros, damos prueba de que amamos a Cristo». Es muy importante que el cristianismo no se convierta en un vivir para nosotros mismos. El cristiano es auténtico discípulo de Jesús cuando deja de preocuparse por su propia salvación.

Explíquese…
Hay quien puede pensar que lo que he dicho es una barbaridad, pero no es así, porque el cristiano se preocupa primero de la salvación de los otros. ¿Se preocupó Jesús de su propia salvación, si es que se puede pensar así? No, ni tampoco de su propio prestigio. Nos lo dice san Pablo: cuando murió, unos lo tenían por loco y otros como desechado por Dios, como basura. ¿Le importó a Él eso lo más mínimo? No, Él venía a dar la vida por los otros. Por una sola alma lo habría hecho, y dio la vida por todos. Pues es exactamente lo mismo. Santa Teresa dice: Se acabó el pensar en mí, Él ya me ha salvado. Y es que esto rompe con ese falso discurso que, como denunciaba un teólogo holandés, convierte al Padre misericordioso en una especie de abuelo que todo lo permite. Santa Teresa nos enseña que Jesús es pura misericordia, y por eso es pura exigencia, porque por puro amor te vence y te obliga a convertirte en amor.

«Nuestro objetivo es evangelizar y convertir, pero no a costa de cualquier cosa, no imponiendo, ni lavando el cerebro»

Hoy, muchas personas no conocen a Dios, ni a la Iglesia, ni a santa Teresa. ¿Cómo hacerles llegar lo que busca el V Centenario?
Para llegar a los alejados contamos con la ayuda de la Santa. Tenemos que dejar que santa Teresa de Jesús hable a través de sus obras, que rompa ella los prejuicios. A una persona que no crea y no le interese la religión, le diría: «Léase las Cartas de santa Teresa y después, si quiere seguir leyendo, ya hablaremos». Después le daría Las Fundaciones, luego El Libro de la vida, después Camino de perfección y, por último, Moradas.

Un cristiano cualquiera, ¿cómo puede integrar a santa Teresa en su vida para, a través de ella, dar a Cristo?
Pues… no tanto con contenidos, porque ella no nos da sobre todo contenidos, sino con actitudes, que es lo que ella nos da. En este sentido, a mí me impresionan ciertas actitudes y cosas que hace el Papa Francisco, que nacen de su profunda experiencia de Cristo y que tienen mucho que ver (o al menos yo lo emparejo así) con estrategias teresianas.

¿Y cuáles son esas actitudes?
Pienso que la primera actitud es la humildad: acercarnos a los demás con humildad y sencillez, con espíritu de servicio. Fíjate: la Iglesia ha rechazado siempre el término proselitismo, porque nuestro objetivo es evangelizar y convertir, pero no a costa de cualquier cosa, no imponiendo, ni lavando el cerebro. Eso es lo que diferencia a la Iglesia de las sectas. La Iglesia no es una secta, porque la Iglesia es propuesta. Y es propuesta amorosa. La Iglesia debe tener como lema para la evangelización «Venid y veréis». Así que primera actitud es esa, una actitud muy humilde, de disponibilidad, de dejar cualquier tipo de prepotencia y hacer ver que no imponemos ningún modelo, que no imponemos nada, y que, simplemente, como san Pablo, queremos mostrar un camino mejor.

«Los sacerdotes tenemos que dejar de dar a entender que lo sabemos todo. Tenemos que enseñar a la gente que nosotros también tenemos dudas»

Humildad, ¿y qué más?
Utilizar el lenguaje de la gente. A la persona, tenemos que decirle: «Nosotros respetamos el lugar a donde ha llegado tu vida, no lo condenamos, no lo juzgamos, pero tampoco vamos a aprobar todo, porque no es correcto y no sería bueno ni ético ni cristiano. Si vemos pecar a nuestros hermanos, tenemos que decírselo». Pero tenemos que decirlo siempre de manera suave, sencilla, muy simple. Hay que aprender a usar el lenguaje de la gente. Teresa sabía tratar lo mismo con un noble que con un mercader, cuando los tipos de lenguaje y las formas de comportamiento eran absolutamente diversas. Nosotros tenemos que aprender a comunicarnos. Y en el caso de los sacerdotes, tenemos que dejar de dar a entender que lo sabemos todo, y que tenemos resueltas todas las dudas. Tenemos que enseñarle a la gente algo que es verdad en nuestra vida: nosotros también tenemos dudas, y si no fuera porque hemos descubierto a Alguien que nos asegura que podemos caminar por encima de las dudas, incluso vivir con ellas, hasta el fin de nuestros días, y que son sanas, nos rendiríamos y tiraríamos la toalla.

Humildad, lenguaje sencillo… ¿algo más?
Finalmente, creo que tenemos que ver y estudiar la mejor forma de mostrar a la Persona de Cristo. La verdad es que yo no te se decir cómo hacerlo, pero santa Teresa sí que era maestra en este punto, y sé que ella nos ayudará a hacerlo bien. Tenemos que aprender a no ser pregoneros de una doctrina, predicadores de una moral y, muchísimo menos, defensores de una ley. Los cristianos somos personas que hemos conocido a una Persona y hemos descubierto en ella tal tesoro que no podemos estarnos quietos. Es lo que nos enseña el Señor con las parábolas de la perla, del campo, de la moneda: tenemos que decir que hemos descubierto a Alguien maravilloso, y hacerlo de manera muy coloquial. A veces caemos en ser pegajosos, y santa Teresa no es nada pegajosa, ni meliflua.

Es decir, dar testimonio…
Exacto. De obra y de palabra: Yo he tenido esta experiencia y además te lo demuestro. Y no por ir pregonándolo, sino que primero actúo. Así lo hemos hecho siempre, es el «Mirad como se aman». En tiempo de los romanos, los cristianos estaban infinitamente peor que nosotros (sólo nuestros hermanos en Oriente Medio están ahora como ellos), pero la gente, a la que le llegaba la propaganda del Imperio, veía sus comunidades, veía cómo se amaban y se daban cuenta de que lo que vivían y proponían no era un cuento. En las homilías, yo insisto mucho en que, por ejemplo, la gente no salga de la Misa corriendo, como si les hubieran dado una paliza en la iglesia o como si hubieran estado atados y el cura hubiera soltado la cadena con la bendición, porque la gente que desde fuera los ve salir, dice: «Pues no me extraña que no vengan». Yo pido siempre que al salir de la Eucaristía, la gente salga normal, contenta, que comenten… en resumen, que vivan la fe con un poquito de alegría. Desde luego, santa Teresa es mucho más conocida por sus alegrías que por sus penitencias.

«Termino estos 6 años, gracia a ella, mucho más enamorado de Jesús»

Oiga y ¿quién es Teresa para el Vicario General del Carmelo Descalzo?
Teresa es una madre y es una amiga, a la que, fíjate, he descubierto con el paso de los años. Yo era más devoto de santa Teresita de Lisieux, y por mi formación conocía más a san Juan de la Cruz. Pero con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que está muy bien santa Teresita —y yo la adoro como si fuera carne de mi carne—, que está muy bien san Juan de la Cruz —al que admiro muchísimo, y si Dios quiere seguiré trabajando en él cuando pueda—, y sin embargo, yo sólo tengo una fundadora y una madre, que es Teresa. Sé que cuando necesite beber, tengo que ir a ella, que es quién me da la fuente de la vida, porque a través de ella, recibo la vida de Cristo.

¿Y Cristo? ¿Quién es Cristo para usted?
Te puedo confesar, y lo hago con toda humildad y con toda sencillez, que gracias al contacto con Teresa de Jesús, sobre todo, éste tan íntimo en estos últimos 6 años, he redescubierto la importancia que tiene Cristo para mi vida. Ella me Lo ha re-presentado, me ha hecho que Lo vuelva a reconocer, y me ha ayudado a que de un modo bastante espontáneo, no te sabría decir, verdaderamente mi comunión con Jesús, haya crecido. Es difícil ejercer un cargo de Vicario por mil cosas, empezando por la sensación de inutilidad y de incapacidad que uno tiene para ocuparse de una tarea así. Ahora que ya estoy terminando, gracias a Dios, me parece mentira estar terminando, y creo que sin la ayuda de Teresa, que me ponía todos los días a Cristo en la mesa, hubiera sido imposible. Yo termino estos 6 años, que han sido de íntimo, íntimo, íntimo, contacto con ella, gracia a ella, mucho más enamorado de Jesús de lo que ya estaba.