120 muertos en un fin de semana negro en Myanmar
Los franciscanos exigen que la «comunidad internacional actúe de modo unido y decidido» después de dos días en los que se han visto niños muertos, un vendedor quemado vivo y bombardeos contra aldeas de minorías étnicas
Miles de birmanos han vuelto a salir a las calles este lunes en algunas ciudades del país para protestar contra la junta militar de Myanmar tras un fin de semana de extrema violencia, con 120 civiles muertos. Las fuerzas de seguridad también han continuado con el uso de fuerza letal. Al menos un joven de 20 años ha muerto y otras cinco personas ha resultado heridas esta mañana en Rangún, la mayor ciudad del país, informó el medio Irrawaddy.
En su último informe, la Asociación para la Asistencia de los Presos Políticos (AAPP) del país ha indicado que la cifra total de víctimas mortales por la represión militar y policial asciende a 459, con al menos 90 fallecidos el sábado, el día más sangriento desde el golpe, y otros 36 el domingo. La violencia en los últimos dos días ha provocado una oleada de condenas por parte de la Unión Europea (UE) y países como Estados Unidos, Reino Unido, Francia o España, mientras que la ONU puso la bandera a media asta en sus oficinas en Myanmar en memoria de los fallecidos.
Durante el fin de semana, informa EFE, dos aviones de la Fuerza Aérea birmana dispararon y lanzaron bombas contra varias aldeas de la minoría étnica karen, lo que ha provocado el desplazamiento de 10.000 personas y que al menos 3.000 crucen la frontera con Tailandia.
35 niños muertos
No es el único caso de brutalidad. Tal como informa The Guardian, «las tropas quemaron vivo a un vendedor de snacks en Mandalay». Según un testigo, «mientras las llamas lo envolvían llamaba a su madre a gritos». Hay informaciones sobre ráfagas de disparos contra los manifestantes sin previo aviso y sobre desaparición de cadáveres. Y, el domingo, los soldados dispararon contra los participantes en un funeral, añade The Washington Post. UNICEF ha denunciado que entre los fallecidos este fin de semana hay siete menores, de 17, 16, 13 y 11 años. En total, desde el golpe de Estado, son 35 los niños muertos, «innumerables» los gravemente heridos y casi 1.000 los detenidos arbitrariamente.
La brutal represión del sábado está relacionada con la celebración del Día de las Fuerzas Armadas. Durante el desfile militar por este motivo, el general Min Aung Hlaing defendió el golpe de Estado del 1 de febrero e insistió en las acusaciones de «fraude electoral» y «corrupción» contra el Gobierno democrático. Asimismo, calificó las manifestaciones de «actos de terrorismo que pueden dañar la tranquilidad y la seguridad». Durante estos días, la televisión pública ha estado mostrando mensajes amenazadores para disuadir a los jóvenes de participar en el «movimiento violento»: «Aprende la lección de los que han sido brutalmente matados. No mueras en vano».
Apoyo a los birmanos… o a la junta
El grupo Special Advisory Council For Myanmar, formado por expertos y juristas, ha lamentado que en el desfile hubo delegados de Rusia, China, India, Pakistán, Bangladés, Vietnam, Laos y Tailandia. Esta organización, fundada a instancias de la antigua relatora especial para Myanmar Yanghee Lee, ha propuesto un embargo global de armas, sanciones contra los militares y sus empresas y denunciarlos ante la Corte Penal Internacional, además de la cancelación de las visitas diplomáticas a la antigua Birmania a todos los niveles.
Al mismo tiempo, el apoyo al movimiento democrático sigue llegando al país de todas partes; también desde la Iglesia. La última muestra es un llamamiento de la Orden de Frailes Menores a la ONU, del que se hace eco Fides. «Los franciscanos en Myanmar han asistido en primera persona a la brutalidad de las fuerzas de seguridad y a la inseguridad que esto ha creado», afirma en el escrito su ministro general, Michael Perry. Por ello, exigen que «la comunidad internacional actúe de modo unido y decidido» para evitar que se sigan perdiendo vidas y lograr el regreso del Gobierno elegido democráticamente. «Esto debe incluir la petición a la junta militar de que desista inmediatamente del uso de la fuerza, la puesta en libertad de los detenidos ilegalmente» y la recuperación de las garantías legales.
También los obispos de Tailandia mostraron su apoyo a sus hermanos birmanos la semana pasada. «Vemos demasiado odio, demasiada violencia, demasiado derramamiento de sangre y demasiado sufrimiento» contra un pueblo que «solo exige democracia y sus justos derechos», subrayaban en un mensaje.