1.138 nuevos testigos de la fe
El mal tiempo no logró deslucir, el pasado sábado, la multitudinaria Confirmación en la explanada de la Almudena. Los 1.138 jóvenes que recibieron el sacramento, con el don del Espíritu, se disponen a «llevar el testimonio de Jesucristo a todos los hombres». Así les exhortó el cardenal Rouco en la ceremonia, que tuvo «un excepcional acento misionero»
El intenso frío que se vivió el sábado por la tarde en Madrid, con viento y algunas gotas de lluvia, invitaba a pasar la tarde al resguardo. Pero no pudo apagar el fuego del Espíritu Santo, que, en la solemnidad de Pentecostés, descendió sobre los 1.138 jóvenes que abarrotaban la explanada de la catedral de la Almudena; y que confortó interior y exteriormente a todos los presentes. «En la revelación de los Hechos de los Apóstoles sobre Pentecostés, se habla de viento y fuego. Hoy, viento recio; fuego, sobre todo interior. Muchas felicidades a todos los confirmados», animó a los presentes el arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco, al término de la multitudinaria celebración, que se inserta en el marco del Año de la fe y de la Misión Madrid.
Esta celebración tiene «un excepcional acento misionero –comenzó así su homilía el cardenal Rouco–. La evocación de aquella cascada de luz que fue la inolvidable JMJ de Madrid 2011, que presidió Benedicto XVI, se nos hizo inevitable. Fue una gracia extraordinaria», que sólo la explica «una extraordinaria efusión del Espíritu Santo. La alegría del Sí de la fe fue la respuesta de aquella inmensa multitud de los jóvenes de todo el mundo al anuncio de Jesucristo, nuestro Amigo, nuestro Hermano, nuestro Señor».
«Esa gran noticia –añadió–, la del amor salvador de Jesucristo, que nos llama amigos, reclama que nos amemos los unos a los otros como Él nos ha amado, y que la primera muestra de nuestro amor a nuestros prójimos sea dárselo a conocer: ¡que queramos ser sus testigos con obras y palabras! La experiencia de aquella gracia de agosto de 2011 queremos revivirla y renovarla hoy con la Confirmación de este numeroso y espléndido grupo de jóvenes madrileños, dispuestos a confesar su fe».
Este acto multitudinario –explicó el arzobispo– «quiere asumir con decidida franqueza la dimensión pública, eclesial y misionera del primer Pentecostés»: un acontecimiento de tal magnitud que, «en pocas décadas, el anuncio apostólico de Jesucristo y el testimonio de esos testigos excepcionales de la resurrección del Señor, enviados por Él para proclamar la Buena Noticia, cambian profundamente el curso de la Historia y abren al hombre un tiempo nuevo en que la santidad de Dios entrará en lo más íntimo del corazón de los hombres: los transformará, los hará nuevos, y los capacitará para ser santos con Jesucristo y por Jesucristo en el amor. Ese tiempo y ese hombre nuevos son y serán el fruto maduro de la obra de Jesucristo».
Responsabilidad, y alegría
Uno a uno, los jóvenes fueron ungidos por el cardenal Rouco, por los obispos auxiliares, Vicarios episcopales y varios sacerdotes. Una de los jóvenes confirmados, Talya Kivanc, confesaba: «Siento mucha alegría de recibir el sacramento de la Confirmación de manos del cardenal Rouco. También soy consciente de la tremenda responsabilidad que tenemos los jóvenes de recibir al Espíritu Santo hoy en día: es un impulso para la evangelización. Voy a intentar hacer las cosas mejor y ayudar a mis amigos». Y Guillermo, otro de los recién confirmados, explicaba que «ha sido un día importante para nosotros, porque nos permite seguir adelante con nuestra fe y animar a nuestros amigos a acercarse más a Jesús».
La Iglesia en Madrid –subrayó el cardenal– «se enriquece hoy con este magnífico grupo de jóvenes católicos. Confirmados con el don pleno del Espíritu Santo, estarán dispuestos a comprometerse con la misión de llevar el testimonio de Jesucristo –¡de su amor salvador!– a todos los hombres y a todas las realidades del mundo: aquí, en su ciudad y en su patria, y, si es preciso, en cualquier lugar de la tierra. ¡Sí, eso serán: testigos serenos y valientes de la alegría de la fe para la nueva evangelización!» Madrid cuenta con 1.138 nuevos testigos de la fe, testigos de «la alegría que necesita con urgencia el hombre de esta hora tan dolorosamente crítica de la Historia: la verdadera alegría, que tiene como única fuente ¡la fe!».
Esa alegría era ya una realidad desde el mismo momento en el que concluyó la celebración. Tras la ceremonia, la explanada de la Almudena se fue vaciando poco a poco y, mientras los 1.138 nuevos confirmados se desperdigaban por todo Madrid, se extendía con ellos el fuego del Espíritu Santo que acababan de recibir.