Un retrete que funciona sin agua gana un Premio Fundación MAPFRE a la Innovación Social - Alfa y Omega

Un retrete que funciona sin agua gana un Premio Fundación MAPFRE a la Innovación Social

Este proyecto, diseñado por una científica de la NASA, y los otros dos vencedores recibirán 40.000 euros cada uno para impulsar sus iniciativas

Rodrigo Moreno Quicios
Diana Yousef con un prototipo en miniatura de iThrone
Diana Yousef con un prototipo en miniatura de iThrone. Foto: Rodrigo Moreno Quicios.

«La mitad de la población en el mundo vive en lugares sin baños limpios ni seguros porque no tienen infraestructura para el agua», cuenta a Alfa y Omega Diana Yousef. Es la fundadora de change:Water Labs, una empresa estadounidense que ha desarrollado iThrone, un retrete que funciona sin acceso al agua y que ha ganado este jueves 23 de mayo uno de los tres Premios Fundación MAPFRE a la Innovación Social compitiendo con otros once candidatos de Alemania, Malta, Chile, Colombia, Brasil, Estados Unidos y España.

Los otros dos ganadores han sido Evix Safety, un sistema de airbag cervical integrado en el casco inventado en España, y Cuidador de Confiança, una aplicación desarrollada en Brasil que ofrece recursos formativos a familias para que puedan seguir la situación de sus parientes enfermos. Cada proyecto recibirá 40.000 euros y consultoría estratégica para impulsar sus ideas.

Antes de la celebración de la gala en la que se han comunicado los ganadores, Alfa y Omega ha conocido a los responsables de algunos de los proyectos en el Edificio Nouvel del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Allí, la creadora de iThrone ha contado a este semanario cómo, antes de inventarlo, trabajó en la NASA buscando fórmulas para aprovechar el agua en las estaciones espaciales. El preciado líquido se lleva en cohete desde la tierra y se reutiliza una y otra vez al no poder obtenerla de ninguna fuente cercana. La tecnología que investigó entonces es la base de su retrete «que encoge los desperdicios y los evapora».

Bajo la tapa, el inodoro dispone de unas membranas «a las que en inglés llamamos shrink wrap for crap», confiesa entre risas. Su traducción más aproximada sería «envoltorios encogedores de porquería» y son muy similares en apariencia y composición al material con el que se elaboran las camisetas sintéticas de atletismo que expulsan el sudor. Siguiendo ese principio, inmediatamente después de utilizar el excusado, «estas bolsas recogen y exudan el agua de los residuos». En el caso de la orina, supone un 95 % de su composición. Y en el caso de heces, hasta el 75 %.

Después, gracias a unos ventiladores alimentados por placas solares, «el agua sale del retrete en forma de vapor invisible, que es únicamente agua molecular pura». La corriente continua de aire evita la formación de olores y, además, «seca rápidamente» los residuos, con lo que «se interrumpe el proceso de las bacterias para formar metano», un gas 25 veces más dañino que el dióxido de carbono para la atmósfera. «La mala gestión del saneamiento supone un 4 % de las emisiones de gases de efecto invernadero de la humanidad y, si secamos el desperdicio según se produce, cortamos de raíz su producción», reivindica la científica.

Además, al «mantener los residuos higiénicamente contenidos», el iThrone permite que su posterior recolección y desecho «se vuelva mucho menos frecuente y más barata». A diferencia de otros prototipos de váteres sin cisterna, de media cinco veces más costosos que este y que deben vaciarse cada dos días, «nuestro retrete puede funcionar perfectamente dos meses antes de vaciarlo».

Con este proyecto, que «solo cuesta unos cientos de dólares» y que se puede producir in situ al compartir con profesionales locales las instrucciones para fabricarlo, «queremos ser la solución urbana de saneamiento en áreas donde la gente pobre empieza a desarrollar sus comunidades», concluye Yousef. De momento, los dos prototipos que han instalado en una barriada de Panamá y el primero que colocaron en un campamento de refugiados en Uganda funcionan a la perfección.

Better Age, por una salud preventiva

Otra de las iniciativas que ha participado en los Premios Fundación MAPFRE a la Innovación Social es la aplicación móvil Better Age. «Nuestra misión general es mejorar la salud y el bienestar de todos los ancianos en el mundo», explica Diana Yin, CEO de la empresa que comparte nombre con su proyecto. «Hemos diseñado una plataforma muy sencilla que permite, a través de una encuesta rápida, recoger en diez minutos 64 informaciones cruciales» de sus usuarios.

Después, en colaboración con las organizaciones que los cuidan, «les podemos dar una serie de informaciones con pequeños pasos que pueden dar para cambiar». Por ejemplo, «si tienes diabetes y quieres bajar tus niveles de azúcar en sangre, la mayoría de la gente no tiene ni idea sobre cómo hacerlo, pero a veces hay un cambio muy pequeño que sí puedes implementar». A su juicio, su aplicación puede servir para «animar a conseguir pequeños logros que lleven a cumplir los siguientes», generando un ciclo virtuoso.

«Con el tiempo, los cambios se acumulan y generan un gran cambio en tu salud», apunta Yin, quien recuerda que así «te acaba ayudando a ti mismo y a tu comunidad porque ya no tiene que ocuparse de ti en esos sistemas sanitarios tan caros que tenemos». Con un enfoque preventivo, «medimos, generamos conciencia y te guiamos». E insiste en que «no nos centramos tanto en el aspecto clínico porque un 80 % de tu estado de salud viene directamente de los hábitos que tienes». Su iniciativa aspira a «estar en todo Estados Unidos traducida a los 14 principales idiomas que allí se hablan». Y después, sin la barrera idiomática, saltar al mundo.

AMAIA, por las redes de cuidados

Daniel Osorio es CEO de Mistatas, una startup chilena que ha desarrollado AMAIA, un sistema con sensores para instalar en los hogares, evitar las caídas de los ancianos en su hogar y mantenerlos en contacto con su red de apoyo si sucediera alguna emergencia. «Cuando una familia tiene que adquirir un servicio tradicional como una residencia o contratar a un cuidador, para ellos es muy difícil mantenerlo», diagnostica su fundador ante este semanario. Considera además que estas fórmulas podrían ser contraproducentes para la autonomía de los mayores.

Con su sistema, Osorio pretende abordar los percances que sufren más a menudo los ancianos en su hogar: «Emergencias que requieran llamar a una ambulancia, caídas, fugas de gas, incendios, inactividad, robo y extravíos». «Cuando se detecta una emergencia, el sistema automáticamente se conecta con nuestra plataforma en la nube y llama a todas las personas de su red de apoyo», cuenta. Durante la conversación con Alfa y Omega, el portátil que tiene sobre la mesa comienza a sonar, «es una alerta de una beneficiaria real en Chile», explica. Con esa información, sus familiares pueden comprobar qué le ha pasado en tiempo récord.

«Algunas personas nos confunden con la teleasistencia, pero nosotros somos su evolución», reivindica Osorio. En su opinión, a través del uso de AMAIA «ya no necesitamos un centro de llamadas operativo todo el día porque las personas ya tienen redes de apoyo capaces de resolver los problemas». Y apuesta por que, «si utilizamos las redes de apoyo familiar, a los vecinos o los sistemas de emergencia municipales, no es necesario acudir a otro sistema más caro». AMAIA está presente en diez ayuntamientos chilenos, cuenta con 800 dispositivos y piensa en expandirse por el resto de Hispanoamérica, Estados Unidos y España.